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Feminismo y expresión artística: los tendederos en la Universidad de Cartagena
Lizett Paola López
hecho uso de las manifestaciones artísticas y son vehículos 
de transmisión por parte de sus creadores para enviar un 
mensaje a través del arte, convirtiéndolo en un acto político. 
Por ejemplo, la música ha sido central para los movimientos 
en nuestro continente, en especial durante las dictaduras 
que se vivieron en las décadas de los sesenta, setenta y 
ochenta. Haciendo descripciones de lo que pasaba durante 
este periodo, la música fue una crónica sonora de gran 
alcance entre la población. Es así que, “la trova cubana, 
la música de protesta, la canción rebelde y la canción 
popular latinoamericana son algunas de estas expresiones 
musicales creadas en contextos de lucha” (Escobar Fuentes, 
2021, p. 8).
Otras expresiones artísticas han sido usadas para 
presentar sus reivindicaciones colectivas; en este tipo de 
manifestaciones lo académico, lo vivencial y el proceso 
creativo están interconectados en distintas formas artísticas: 
la poesía, la música, la fotografía, el grati, se constituyen 
como formas no convencionales de llamar la atención de 
las autoridades, así como para atraer participantes (Inclán 
Oseguera, 2017). Las expresiones artísticas utilizadas 
por los movimientos sociales de mujeres hacen uso del 
cuerpo, donde este es a su vez sujeto y objeto del arte, 
convirtiéndolo en un campo de batalla, así como objetos 
asociados típicamente a labores femeninas, como lo son 
las actividades que implican cuidado; esto ha llevado a la 
teórica británica especializada en artes visuales, Griselda 
Pollock (1999), a proponer una crítica y la búsqueda de 
nuevos cánones, llegando así al desarrollo de la subjetividad 
performativa que tanto impacto ha tenido en el ámbito de 
la creación artística.
Un caso signicativo del movimiento feminista 
es el performance Un violador en tu camino, creado 
por el colectivo feminista chileno “Las tesis”, el cual fue 
presentado por primera vez en la ciudad de Valparaíso el 20 
de noviembre de 2019, en medio de las protestas sociales 
que sacudieron a Chile desde mediados de octubre de ese 
mismo año. Este performance fue rápidamente replicado 
por otros colectivos en distintas ciudades del mundo y 
muestra algo que ha estado latente dentro del movimiento 
feminista, la performatividad: letra, coreografía e 
iconografía usan las manifestaciones artísticas como medio 
de exposición de la protesta social (López Bajo, 2022) y de 
reivindicación política. 
Ahora bien, “Los tendederos” son actos colectivos 
en donde se realizan denuncias escritas en una hoja de 
papel con nombres de hombres y sus prácticas de acoso, 
y son pegadas en las paredes de las escuelas y centros 
universitarios o colgadas por un hilo (Chan Pech, 2021) en 
los patios. La historia de estos se remonta a 1978: 
El Tendedero se presenta en 1978 en la exposición 
colectiva Nuevas Tendencias, en el Museo de 
Arte Moderno de la ciudad de México. Es una 
exposición de artistas jóvenes que incursionan 
en la instalación y la performance, y el tema de 
la exposición es: la ciudad. Mónica construye un 
tendedero, en clara referencia a una actividad 
cotidiana que se considera femenina, lo coloca en 
el Museo, y sale a la calle para pedir a las mujeres 
que en un pequeño papel color de rosa escriban 
su respuesta a la pregunta: ¿Qué es lo que, como 
mujeres, detestas más de la ciudad? Todos los 
papelitos rosas que recolecta los coloca en El 
Tendedero que mide tres metros de alto y dos 
de largo. En esta pieza Mónica Mayer entrelaza 
la creatividad artística con la búsqueda de 
crear conciencia, es lo que hoy se conoce como 
activismo, haciendo evidente que lo personal es 
político. (Alcázar, 2021, p. 14)
Los relatos de las mujeres revelaban el acoso 
callejero que vivían a diario, aunque para ese momento no 
se podía denominar así. Como bien señala la antropóloga 
mexicana Marta Lamas (2018), en América Latina la 
violencia sexual, las distintas formas de acoso y el abuso 
sexual son situaciones muy graves; en nuestros contextos 
“el acoso es más que una importunación torpe” (p. 15), es 
una práctica violenta y sistemática. 
Las denuncias en “Los tendederos” han sido claves 
para llamar la atención pública sobre casos de acoso. Estos 
no son usados única y exclusivamente por una organización 
en particular; por ejemplo, en México encontramos los 
llamados “Tendederos de la vergüenza” que hicieron 
presencia en instituciones educativas de Baja California y 
Jalisco en el 2020, ante el cúmulo de historias de acoso y 
la impunidad de las autoridades (Martínez & Torres, 2020). 
Estos hechos ya se habían presentado en otros Estados del 
país azteca como en Pachuca (Hidalgo) en la Universidad 
Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), donde se decidió 
remplazar al defensor universitario y despedir a un profesor 
en el Colegio de Bachilleres del estado de Oaxaca (COBAO). 
En todas aquellas ocasiones, los nombres de los agresores 
aparecieron escritos en cartulinas y pegados sobre las vallas 
y paredes de las instituciones educativas. 
Por su parte, los escraches
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 aparecieron en 
Argentina en la década de los noventas como una nueva 
forma de protesta ejercida por la sociedad en búsqueda de 
la verdad: 
constituyeron protestas sociales que se generaron 
como respuesta al Estado ante la impunidad de los 
crímenes cometidos durante la última dictadura 
cívico-militar en Argentina. Las protestas se 
realizaban en los domicilios particulares o 
laborales de los genocidas. Con estos actos se 
pretendía una “condena social” ya que no existía 
condena legal por parte del Estado. Se buscaba 
visibilizar los victimarios. “La condena social” no 
2  Manifestación popular de protesta contra una persona, 
generalmente del ámbito de la política o de la 
administración, que se realiza frente a su domicilio o en 
algún lugar público al que deba concurrir (https://dle.rae.
es/escrache).