
correr de las décadas.
De esta manera, se puede mencionar la marioneta
como sustituto del actor, la cual nunca admitiría en escena
su verdadera naturaleza; la marioneta como un actor
articial, la cual no esconde que es un títere; la marioneta
como compañero del actor, en donde ambos cooperan
para construir el personaje; y nalmente, la marioneta
como objeto (Jurkowski, 1989).
Remitiéndonos a la función de la marioneta como
sustituto del actor, uno de los antecedentes fundamentales
es el entregado por Gordon Craig. El director y creador
escénico inglés tuvo la rme convicción de que para
crear una obra de arte cualquiera era necesario utilizar
materiales que se puedan controlar y que el ser humano,
denitivamente, no era uno de ellos. De acuerdo al autor,
esto se debe a que “toda la naturaleza humana tiende hacia
la libertad, por esto el hombre trae en su misma persona la
prueba que, como material para el teatro, él es inutilizable.”
(1987, p. 115). Ante esta libertad humana, la marioneta
con su repertorio limitado de movimientos es capaz de
transmitir desde su corporalidad una noble articialidad,
permitiéndonos “aprender algo acerca del poder y de la
gracia del valor, porque es imposible ser testigo de un
espectáculo de tal naturaleza sin probar un sentido de
alivio físico y espiritual” (p. 140).
Esta fuerza espiritual propia de las marionetas se
debería precisamente a la simpleza, discreción y falta de
ostentación latente en ellas, lo que impediría la generación
y aumento del ego, tan propio de la soberbia del artista. De
este modo, en el corazón de las marionetas “el latido no se
acelera ni declina, y sus gestos no se vuelven precipitados e
inexactos y aún, inundado por un torrente de ores de sus
admiradores, el rostro de la primera actriz queda solemne
y bello, remoto, como siempre” (p. 137). Estas cualidades
permitirían que precisamente mediante la lejanía de lo
siempre inerte, nos sintiéramos interpelados, dada la
empatía causada por las guras animadas.
Ante estas particularidades de la marioneta, Craig
plantea que el intérprete humano se debe retirar de la
escena, para que en su lugar emerja lo inanimado, o lo que
él denomina como la Supermarioneta (Ubér-Manrionette)
(p. 140). Esta gura, sería la encargada de rescatar la gracia
de las antiguas marionetas, permitiendo que el cuerpo
vivo supere sus limitaciones físicas, llegando a un estado
cataléptico, presente en la lejanía, exactitud y solemnidad
de la esencia marionética.
En la propuesta de Craig, no queda claro cuáles
serían los alcances de una Supermarioneta, pero sus
postulados permiten reexionar sobre las cualidades, puntos
débiles y eventuales intercambios entre materialidades
humanas y marionéticas. De este modo, se puede atender
a aquello que acontece entre lo indistinguible de ambas
materialidades y que vendría siendo un estado en el cual
lo humano y lo inanimado, lo vivo y lo muerto, lo presente
y lo ausente se reúnen. Esto en parte, se puede poner en
escena mediante la animación de objetos o a través de
la objetualización del cuerpo humano del intérprete. Lo
importante es que la materialidad presente en escena,
independientemente de su naturaleza, sea capaz de
rescatar la esencia de las antiguas marionetas, logrando con
esto conmocionar a la audiencia.
Considerando estos antecedentes, es posible
determinar que la marioneta en escena es capaz de mostrar
humanidad despojada de la articialidad del intérprete
humano. Por su parte, el cuerpo del actor se puede contagiar
de las cualidades de la marioneta, buscando la quietud,
la precisión y la sutileza del movimiento mínimo. De esta
manera, se produciría en escena un intercambio en el que
el humano se acerca a lo marionético y lo marionético se
acerca a lo humano, potenciando la búsqueda de lo híbrido
entre los dos tipos de materialidades.
Finalmente, en relación con las técnicas de
manipulación y animación, existe un número signicativo
de ellas, las cuales a su vez se pueden diferenciar de acuerdo
a los materiales, estéticas y experticia de los titiriteros.
Algunas de estas son: el títere de guante, los cabezudos, las
marionetas gigantes, las marionetas de carne y hueso, los
títeres de varilla, las marionetas de hilo, las de manipulación
directa, los títeres de mesa, el marote, entre otras variables.
Vale decir que hasta ahora se ha hablado de
animación y manipulación, sin embargo, estos términos
presentan sus diferencias. En este sentido, conviene
considerar lo aportado por Julie Sermon, quien en relación
a la marioneta contemporánea menciona que el término de
manipulación resulta insuciente, debido a que la acción
en escena no siempre está determinada por los impulsos
manuales directos o indirectos que van del animador a
la marioneta, sino que es posible idear dispositivos que
generen algún tipo de respuesta, o simplemente convivir
con las marionetas creadas sin que exista contacto o
que este se produzca mediante los juegos de mirada y la
posición del titiritero en relación a la marioneta. Por otra
parte, tal como apunta la autora, el término manipulación,
que hace referencia a actuar sobre otro de manera tortuosa,
junto con tener un signicado negativo, se aleja de lo que
sucede en escena en el sentido de que “el objeto se resiste,
tiene sus inclinaciones y sus imperativos con los que los
titiriteros deben contar y a los que deben responder con sus
invenciones de juego” (2017, p. 116).
Atendiendo a las diferentes posibilidades de
interacción, en todas ellas destacará en distintos grados la
presencia del titiritero o animador, el cual tendrá visibilidad
dependiendo del tipo de propuesta que presente. Así, el
actor puede estar enmascarado, completamente oculto,
haciéndose casi imperceptible, como en el teatro negro
de Praga, en el cual solo vemos los objetos moviéndose,
quedando oculta la presencia humana. También en otros
espectáculos de manipulación directa es posible apreciar
al titiritero completamente vestido de negro y su rostro
cubierto con un velo negro. En cambio, en otros espectáculos,
el titiritero puede evidenciar la técnica de manipulación que
emplea visibilizando su rol de manipulador a la audiencia, o
SituArte
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REVISTA ARBITRADA DE LA FACULTAD EXPERIMENTAL DE ARTE DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA. AÑO 16 Nº 28. JULIO - DICIEMBRE 2021