
SituArte
36
REVISTA ARBITRADA DE LA FACULTAD EXPERIMENTAL DE ARTE DE LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA.  AÑO 16 Nº 27. ENERO - JUNIO 2021
Sobre la semiótica lotmaniana
La semiótica de la cultura de Lotman surgió 
en el contexto de la enseñanza y la investigación en la 
Universidad de Tartu (Estonia), representada básicamente 
por Lotman, su esposa Zara Mints, investigadora del 
simbolismo ruso, y por Borís Egórov. Las características más 
grandes de esta escuela fueron la interdisciplinaridad de los 
estudios que llevaron a cabo y su naturaleza explícitamente 
poco preocupada por la política. Aunque históricamente 
pertenece al período soviético, ni la escuela ni Lotman 
pueden llamarse “soviéticos”. Por lo tanto, la solución más 
plausible a este problema es conectarlo estrechamente con 
el contexto histórico y cultural de Rusia. 
En general, es posible armar que, en su primera 
etapa (principalmente de la década de 1960 a la década 
de 1970), la semiótica de la cultura de Lotman todavía está 
en desarrollo temprano. En ese momento se formularon 
los conceptos principales y la semiótica se denió como 
una nueva ciencia. En las siguientes dos décadas, ante la 
nalización de las actividades de la escuela, la semiótica de 
Lotman tomó un curso independiente. 
Entre los aspectos resaltantes de la teoría se 
encuentra el concepto de “texto” que ya no se aplicaba 
únicamente para marcar la diferencia entre “texto 
lingüístico” y “texto literario” sino también para incluir 
las múltiples manifestaciones de la cultura humana, lo 
que resulta en la consolidación de la noción de “texto de 
la cultura”, concepto central de la semiosfera, término 
desarrollado como bandera de la semiótica de la cultura. 
En ella, la frontera juega un papel fundamental. El concepto 
proviene de las nociones de biosfera y noosfera, esta última 
se utiliza por primera vez en la obra del lósofo, biólogo y 
geólogo Vladimir Vernadsky.
Según Vernadsky, la noosfera abarca el universo 
del pensamiento humano, que representa una “fuerza 
geológica” cada vez más poderosa que puede transformar 
el planeta e, incluso, el universo. En cuanto al concepto 
de semiosfera de Lotman, ésta abarca todo el universo de 
los sentidos y se acerca a la noción de cultura. De manera 
que, Lotman sugiere llamar semiosfera espacial semiótica 
a cuanto subyace alrededor de la vida signicativa del ser 
humano:
La cultura se organiza en forma de un “espacio-
tiempo” especial y no puede existir sin él. Esta 
organización se realiza en forma de semiosfera 
y al mismo tiempo nace con la ayuda de la 
semiosfera. (Lotman, 2009, p. 133)
Otro concepto signicativo de la semiosfera de 
Lotman es el de “signo ideológico” de Voloshinov, cuya 
existencia sólo es posible si los individuos están organizados 
socialmente. Para Lotman, “todo el espacio semiótico puede 
considerarse como un mecanismo unicado (si no un 
organismo)”; así, “el concepto de semiosfera está vinculado 
a una homogeneidad semiótica denida e individual” 
(Lotman, 2009, p. 131). Si aplicamos estas ideas a las artes 
plásticas, podemos indicar que tanto el artista como su 
obra son expresión de la cultura en general; pero también, 
la obra puede evidenciar la individualidad del artista y 
su cosmovisión. Más adelante, se presentarán aspectos 
puntuales de la teoría de Lotman necesarios para la revisión 
de la obra de Guayasamín. 
Estudios previos
Luego de un proceso de rastreo de antecedentes 
en la base de datos Scopus y en las páginas web, se 
puede decir que pocos son los trabajos de investigación 
que se encuentran en Ecuador sobre la obra de Oswaldo 
Guayasamín; entre los estudios más recientemente 
realizados destacan los referidos a continuación. 
Lara (2018) presenta un artículo de investigación 
denominado “Hacia una educación del Sumak Kawsay a 
través de la propuesta artística de Oswaldo Guayasamín”, el 
cual tuvo como objetivo desarrollar una cultura educativa 
del Sumak Kawsay (del kichwa buen vivir o vivir en plenitud) 
como posible respuesta comunitaria ante los signicados 
de la obra del pintor oriundo de Ecuador, Oswaldo 
Guayasamín. Para Lara, este pintor demanda al espectador 
mirar dicha obra desde una cosmovisión latinoamericana. 
Para lograr su objetivo revisa las obras de Guayasamín 
tituladas: “Madre y niño”, “España”, “Mutilados” y “Origen”. 
Esta iniciativa surge debido a la imposibilidad, 
según el autor, de incluir temas de difícil abordaje en la 
propuesta política y educativa del buen vivir como, por 
ejemplo, la muerte, el diálogo, la conciencia de nitud y de 
pertenencia a la naturaleza, el egocentrismo, entre otros; 
todo ello debido al escaso tratamiento de la cultura en los 
diseños curriculares, la carente formación del profesorado y 
recelos culturales en este gremio, familia y sociedad sobre 
temas referidos al indigenismo y los problemas del pueblo:
Madurez, ego, creatividad, diálogo, 
interculturalidad, espiritualidad o arte, son 
conceptos que aparecen ligados al de educación 
(Unamuno, 2004), y que son fundamentales 
para entender el Sumak Kawsay (Lara & Herrán, 
2016); sin embargo, merece la pena advertir la 
dicultad de su comprensión en la actualidad, así 
como el ausente entendimiento por numerosos 
educadores (Herrán, 2000). Por ejemplo parece 
confundirse la capacidad de diálogo con la 
ocasión concretada en la oportunidad de 
dotación de un espacio para manifestar una 
opinión o un sentimiento que se le otorga a otra 
persona; por el contrario, parecen ser escasas las 
ocasiones en las que se transforman la manera 
de mirar, o de comprender lo nuevo que nos 
invita esta diferente propuesta dialógica, que 
como apunta Adoum (1998) con relación a la 
pintura de Guayasamín, “se devela en sus guras 
lo anacrónico, la intertextualidad, el diálogo con