Universidad del Zulia (LUZ)

Revista Venezolana de Gerencia (RVG)

Año 30 No. Especial 13, 2025, 815-828

Enero-Junio

ISSN 1315-9984 / e-ISSN 2477-9423

Como citar: Cañizales, I. (2025). Influencia económica y política futura de china en Asia-Pacífico. Revista Venezolana De Gerencia30(Especial 13), 815-828. https://doi.org/10.52080/rvgluz.30.especial13.2

Influencia económica y política futura de china en Asia-Pacífico

Cañizales Camacho, Iván*

Resumen:

El presente artículo explora la reciente influencia económica y política de China en la región desde el punto de vista de la transformación en la dinámica de los últimos años. Se realiza un análisis de datos y estadísticas procedentes de fuentes institucionales confiables que permiten estudiar la formo como China se ha convertido en una influencia económica y política, mediante la puesta en marcha de estrategias geopolíticas y diplomáticas para fortalecer sus relaciones y hacerse el eje central de las políticas funcionales en la dinámica de Asa-Pacifico. Los hallazgos destacan aspectos de análisis económico, político y futuros escenarios, además de aspectos tecnológicos, de manufactura y comercio, necesarios para concretar las estrategias de diplomacia futura de China en Asia Pacífico. China ha pasado de ser una economía aislada para convertirse en una economía mundial, considerando que existe un equilibrio de poder entre potencias como Estados Unidos y Japón que son cruciales para que China sea una potencia de influencia en escenarios económicos y políticos de la región de Asia-Pacifico.

Palabras clave: estrategias diplomáticas; economía; política, Asia-Pacífico.

Recibido:18.02.25 Aceptado: 09.04.25

* Doctor en Ciencias Políticas; Magíster en Gerencia de Empresas, Diploma de Estudios Avanzados por la Universidad Politécnica de Madrid – España; Licenciado en Contaduría Pública. Docente titular, investigador y Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia – Venezuela. E-mail: canizalezivan@yahoo.com, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2339-815X

China's future economic and political influence in the Asia-Pacific region

Abstract

This article explores China’s recent economic and political influence in the region from the perspective of the transformation in its dynamics in recent years. An analysis of data and statistics from reliable institutional sources allows for a study of how China has become an economic and political influence through the implementation of geopolitical and diplomatic strategies to strengthen its relations and become the central axis of functional policies in the Asia-Pacific dynamic. The findings highlight aspects of economic, political, and future scenario analysis, as well as technological, manufacturing, and trade aspects necessary to specify China’s future diplomatic strategies in the Asia-Pacific region. China has evolved from being an isolated economy to becoming a global economy, considering that there is a balance of power between powers such as the United States and Japan, which is crucial for China to become an influential power in economic and political scenarios in the Asia-Pacific region.

Keywords: diplomatic strategies; economy; politics, Asia-Pacific.

1. Introducción

En las últimas décadas, China ha emergido como una potencia económica y política en la región de Asia-Pacífico, transformando el paisaje geopolítico y económico de este escenario mundial con su extraordinario crecimiento económico y su creciente influencia diplomática. China está creando no solo su propio futuro, sino también el de países vecinos para conformar el orden mundial en general. Este artículo pretende indagar las dinámicas complejas que caracterizan la influencia futura de China en Asia-Pacífico, analizando políticas comerciales, iniciativas como la Franja y la Ruta; su postura en materia de seguridad está configurando un nuevo equilibrio de poder. A medida que el mundo observa con atención, es fundamental entender cómo estas tendencias afectarán las relaciones entre países y el desarrollo político-económico en la región.

Como puede evidenciarse en la actualidad, China ha presentado un avasallante y significativo crecimiento económico que ha promediado tasas superiores al 6% de su PIB anual en las últimas tres décadas, consolidándose como la segunda economía más grande del mundo, superando a Japón y desafiando la hegemonía de Estados Unidos. Este ascenso no solo se refleja en su Producto Interno Bruto (PIB), sino también en su creciente influencia a través de inversiones estratégicas en infraestructura y comercio, que han causado grandes impactos a nivel mundial, lo que se ha visto reflejado en diversos sectores, desde la manufactura hasta la tecnología, posicionando a China como un líder global en innovación y producción.

Si bien es cierto, iniciativas como la Franja y la Ruta, lanzada en 2013, han permitido a China expandir su red de comercio e inversión en diversos países de Asia-Pacífico, fomentando relaciones bilaterales que van más allá del simple intercambio comercial. Sin embargo, esta expansión también ha suscitado preocupaciones sobre la deuda sostenible y la dependencia económica entre las naciones receptoras, quienes mantienen en observación la dinámica evolutiva de China y sus intenciones en Asia-Pacífico. Dicha iniciativa es un claro ejemplo de cómo China busca extender su influencia a través de la infraestructura y el comercio.

Esta ambiciosa estrategia tiene como objetivo conectar Asia con Europa y África mediante una vasta red de carreteras, ferrocarriles y puertos, promoviendo no solo el intercambio comercial, sino también relaciones bilaterales que pueden generar dependencia económica entre los países receptores. Sin embargo, esta expansión también ha planteado preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda y la soberanía nacional, lo que ha llevado a varios países a reevaluar su participación.

En referencia a la política de gestión, China está fortificando su presencia a través de foros multilaterales como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Busca liderar agendas regionales que priorizan sus intereses estratégicos. Además, su postura en temas de seguridad, como el Mar del Sur de China y sus relaciones con Taiwán, plantea desafíos significativos para la estabilidad regional.

A través de estas plataformas, China busca liderar agendas regionales que priorizan sus intereses estratégicos y contrarrestan la influencia de EEUU. Su enfoque diplomático incluye el uso del soft power, promoviendo su cultura e idioma a través de institutos y programas de intercambio educativo. Sin embargo, su postura más asertiva en temas sensibles como el Mar del Sur de China, reivindica derechos territoriales sobre aguas territoriales en disputa y su relación con Taiwán viene a conformar los puntos críticos que ponen en jaque la estabilidad de la región.

 Otro de los aspectos importantes a destacar en este artículo son las dinámicas complejas que caracterizan la influencia futura de China en Asia-Pacífico, analizando cómo sus políticas comerciales, iniciativas diplomáticas y su enfoque militar buscan incursionar en la estructura mundial de un nuevo equilibrio de poder. Comprender estas tendencias es fundamental para avizorar cómo afectarán las relaciones entre las grandes potencias y el desarrollo económico en la región en los años venideros, entendiendo que los escenarios de Asia-Pacífico no solo son pretensiones de China, sino de otros países.

En términos de seguridad, China ha realizado algunos cambios para incrementar su capacidad militar y su presencia naval en el Mar del Sur de China, lo que refleja una estrategia más agresiva conocida como Hard Power. Esto no solo plantea desafíos para sus vecinos inmediatos, como Japón y Corea del Sur, sino que también genera preocupaciones entre potencias globales como Estados Unidos, quien observa dichas estrategias como una forma de coerción económica directa. Las alianzas estratégicas formadas por Washington con países del Asia-Pacífico son una respuesta directa a esta creciente influencia China, por lo que EEUU se mantiene alerta ante cualquier situación que se genere desde el país asiático.

Mirando hacia el futuro, es probable que China continúe desarrollando su papel como líder regional mediante una combinación de políticas económicas agresivas y estrategias diplomáticas multifacéticas. El enfoque en tecnología avanzada, como la inteligencia artificial y la red 5G, serán fundamentales para mantener su competitividad económica y militar. Asimismo, su capacidad para proyectar poder blando a través de iniciativas culturales y educativas puede jugar un papel crucial para suavizar tensiones y construir relaciones más sólidas con otros países creando perspectivas en países aliados que ven de manera positiva las acciones de China.

Se ha de entender que la influencia futura de China en Asia-Pacífico lleva consigo características de una intersección compleja de factores económicos, políticos y tecnológicos. China continuará expandiendo su red comercial e influyendo en las decisiones políticas de sus países vecinos, a través del poder duro y blando. Convirtiéndose en esencial observar cómo estas dinámicas afectarán el equilibrio geopolítico en la región. La Ruta de la Seda no solo es un proyecto económico; es una declaración estratégica sobre cómo China visualiza su papel futuro en un mundo cada vez más interconectado.

Desde el punto de vista metodológico, el estudio se proyecta como una investigación que apoyada en la revisión bibliográfica y en fuentes de información confiable, asume datos cuantitativos y cualitativos esenciales para soportar el análisis realizado. Se muestran cifras e información que marca tendencias en el estudio realizado.

2. Influencia económica de China en Asia-Pacifico

El ascenso de Asia como primera potencia económica es un hecho de dimensiones históricas que de alguna manera definirá la orientación del crecimiento económico y los polos de desarrollo del presente siglo. Diversos indicadores señalan inequívocamente al continente como próximo centro de gravedad del equilibrio mundial en todos los aspectos, junto con Estados Unidos y la Unión Europea. El continente asiático, encabezado por China como la segunda potencia, representa simultáneamente uno de los motores del crecimiento económico mundial, un elemento vital del equilibrio global de poder. Se abre una nueva etapa en la que los países asiáticos participarán sobre bases iguales con europeos y norteamericanos en la formulación de las reglas globales.

Es importante considerar que en la región de Asia-Pacífico muchas de las llamadas economías en desarrollo se están expandiendo con éxito, conformando un sólido polo económico que deja mucho que desear ante la opinión internacional. El uso de nuevas tecnologías fundamentadas en las normas internacionales es extremadamente útil para el desarrollo de un nuevo tipo de estrategia económica. Esto evidencia que ninguna de las economías de la región estará en desventaja, debido a su ubicación geográfica. En consecuencia, el comercio global se vuelve más competitivo y los procesos de producción global se vuelven mucho más rápidos y eficientes.

En este escenario, marcado por la globalización de las actividades en pro del desarrollo y su propio crecimiento, la integración de la economía regional aparece como un actor gravitante en el crecimiento de un continente que reclama la puesta en marcha de nuevas estrategias, visión esta que es considerada por China para abordar los escenarios internacionales.

La integración económica es un proceso a través del cual dos o más mercados nacionales previamente separados se unen para formar un mercado de mayor dimensión. Las formas de integración económica más recurrentes son consideradas como espacios clave para la integración; son las zonas de preferencias, zonas de libre comercio, uniones aduaneras, mercado común y las uniones económicas. En este sentido, los argumentos desarrollados por Adam Smith y David Ricardo para mostrar las ventajas que reporta el comercio entre naciones, son igualmente válidos cuando se trata de ponderar las virtudes de la integración económica. Cualquier acuerdo internacional que favorezca la especialización y el intercambio estará aumentando la eficiencia en la asignación de los recursos y la productividad de los factores (Martínez, 2001).

China viene abordando los espacios internacionales atendiendo a las relaciones internacionales que en la actualidad se dan entre las naciones, pero es importante recordar que la influencia de China en los mercados de comercialización internacional actualmente es vista como preponderante, y más si se habla del desarrollo de nuevas tecnologías. La China es vista como un imperio dominante y con grandes capacidades económicas para influenciar Asia-Pacífico.

3. Transformación económica de China

Considerando la variada cantidad de mediciones, China ya es considerada la segunda, o incluso la primera, economía mundial. Desde 2010, China es la segunda economía del mundo, después de Estados Unidos, con base en World Bank (2020), al medir el Producto Bruto Interno (PBI) en dólares corrientes. Sin embargo, otras mediciones como la de Castro (2017) señalan que, desde 2014, China ya sería la primera economía del mundo, comparando los PIB en paridad de poder de compra (purchasing power parity, PPP) y en dólares constantes del 2011.

Si se considera a China como una potencia de nivel mundial, se debe volver la mirada a su historia y entender los cambios que esta república ha tenido, para hacerse acreedora de la insignia que la califica como segunda potencia. Luego de las reformas económicas iniciadas en 1978 (Chow, 2004; Zhang, 2018), la tasa de crecimiento anual de China fue sustancialmente mayor al promedio mundial en el período 1978-2018 (9,4% frente a 2,9%, respectivamente) y la volatilidad del crecimiento se redujo.

Por otra parte, la economía china ha pasado de representar 1,1% del PBI mundial, en 1960, a 13,1%, en 2018 (en dólares constantes del 2010), como se observa en el Gráfico 1. Esta época de crecimiento sostenido trajo naturalmente mejoras sustantivas en el PBI per cápita y la esperanza de vida. También se verifica una ratio elevada de inversión como porcentaje del PBI basado en un alto nivel de ahorro (Ang, 2009; Curtis et al., 2011; Yao et al., 2011; Zhang, 2019).

Una estrategia basada en altas inversiones implica necesariamente ahorros elevados que pueden ser externos o internos. En el caso de China, se trató de ahorros internos producto del plan de desarrollo económico implementado a nivel de inversión privada (Zhang, 2019), principalmente procedentes de las empresas y las personas, más que del gobierno. Las empresas, en particular, se vieron beneficiadas por bajas tasas de interés y reducción de impuestos para promover la inversión, lo cual contribuyó al crecimiento de la productividad. Sin embargo, estas altas tasas de ahorro no son sostenibles en el muy largo plazo (Barro, 2016) y, como puede observarse en el Gráfico 1, la tasa de inversión en China como porcentaje del PBI en referencia al gasto fue decreciendo, al tiempo que se fue generando un cambio en el modelo de crecimiento hacia uno basado más en el consumo, generando un mayor rendimiento en la inversión.

Gráfico 1

Distribución porcentual del PBI de China desde la perspectiva del gasto

Fuente: National Bureau of Statistics of China (2019).

4. Crecimiento productivo y cambio en la estructura

Desde 1960, el PBI per cápita en China ha crecido sostenidamente a una tasa anual del 3,2% antes de 1978 y del 8,4% después de tal fecha (National Bureau of Statistics of China, 2019; World Bank, 2020). Este crecimiento es superior al de Estados Unidos y al promedio mundial, con lo cual China ha estado constantemente acercándose a Estados Unidos en términos per cápita y ganando posiciones en el ranking mundial (Zhang, 2019).

El PIB de China creció un 1,6% en el 4T 2024 respecto al 3T, frente a un crecimiento intertrimestral del 1,3% en el 3T (revisado 0,4 p. p. al alza). Por su parte, la tasa interanual llegó al 5,4% (vs. 4,6% anterior), las mayores tasas de crecimiento desde la primera mitad de 2023, cuando la economía china se recuperaba de un largo período de políticas COVID cero. A pesar de que la economía china ha ganado impulso en la segunda mitad del año, todavía muestra focos de debilidad, con el consumo interno y el sector inmobiliario como principales focos de preocupación. El crecimiento registrado este trimestre se ha situado por encima de la previsión del consenso de analistas (5,0% según Bloomberg) y de la previsión de CaixaBank Research (4,1%). En el conjunto de 2024, el PIB de China creció un 5,0%, en línea con el objetivo delineado por las autoridades chinas para el año.

Los indicadores de actividad reflejan un 4T mejor de lo esperado e in crescendo. La producción industrial se expandió un 6,2% en diciembre (5,4% en noviembre, vs. 5,0% en el 3T), en un entorno de buen comportamiento de la demanda externa y de mejoras del lado de la demanda interna. Del lado de las exportaciones, el buen trimestre se podría explicar en parte por acopio de bienes chinos en anticipación de una escalada proteccionista inminente (las exportaciones han crecido cerca del 10% en el 4T, frente a un crecimiento promedio inferior al 5% en los nueve meses anteriores) y la demanda interna se está beneficiando del apoyo de las medidas anunciadas desde el verano por las autoridades chinas.

Por otro lado, las ventas minoristas crecieron un 3,7% interanual en diciembre (3,8% en el 4T, vs. 2,7% en el 3T), una mejora también visible en indicadores disponibles para el sector de servicios y en indicadores de confianza de consumidores. Por su parte, la inversión en áreas urbanas creció un 3,2% en el conjunto del año (frente a una aceleración del 3,9% en la primera mitad del año), un nivel cercano a lo observado en 2023 (del 3%, el más bajo en la serie histórica, con excepción de 2020), que aun así hay que matizar por las caídas significativas de precios de bienes de capital. Asimismo, el sector inmobiliario muestra algunas señales de estabilización, con una moderación del ritmo de caídas de precios en las mayores ciudades y una ligera recuperación de las compraventas.

Las presiones deflacionistas parecen haberse moderado a lo largo de los últimos meses, a pesar de que la inflación general ha caído en diciembre al 0,1% (vs. 0,2% en diciembre), un mínimo desde marzo; esto se ha debido principalmente al componente de precios de alimentos (que ha caído del 1,0% al –0,5%). Analizando la dinámica de la inflación núcleo, se ha recuperado hasta el 0,4% en diciembre (desde el 0,1% observado en octubre, un mínimo desde el inicio de 2021), y las presiones deflacionistas del lado de los precios de producción han disminuido en la segunda mitad del año (Bustamante, 2005).

En resumen, China parece haber cumplido con los objetivos para el año 2024. Aunque las medidas de política monetaria y fiscal y los apoyos directos anunciados a algunos de los sectores de la economía más castigados en los últimos años (inmobiliario, gobiernos locales, instituciones financieras más expuestas) seguirán apoyando la actividad a lo largo de los próximos trimestres.

Desde una visión particular, en referencia a la producción inmobiliaria, hay algunas señales alentadoras de mejora, tanto del lado de indicadores de actividad como de confianza para el año 2025, mientras que el apoyo de gobiernos locales al sector podría desplegarse de manera más contundente en los próximos meses, a medida que se vayan lanzando las emisiones de deuda para adquisición de activos inmobiliarios, lo que podría ayudar a absorber parte del stock de vivienda vacía en el balance de las promotoras y estabilizar la confianza en un sector clave.

Sin embargo, los retos de medio plazo persisten. La contracción del sector de la construcción seguirá probablemente durante años, mientras que el sector exterior se enfrenta a un periodo de elevada turbulencia. Con la introducción de nuevos aranceles y otras medidas restrictivas de comercio, la competencia tecnológica entre bloques seguirá obstaculizando los flujos de comercio e inversión, aunque se puedan desarrollar nuevos destinos y rutas de comercio que, en conjunto con la depreciación del yuan, podrían reducir el impacto de nuevas barreras comerciales. Con todo esto, quizás los mayores retos para la economía china en adelante sigan siendo el desequilibrio estructural entre ahorro y consumo y el declive demográfico, lo que significa un cambio en la estructura político-económica de la nación.  

Estas valoraciones sobre el crecimiento acelerado productivo pueden ser observadas en el cuadro China PIB. 2024, donde se presenta la variación interanual e intertrimestral de forma porcentual del PIB per cápita de China. Además, de su comportamiento y tendencias durante los cuatro trimestres evaluados correspondientes al año 2024, siendo esta la última valoración realizada para conocer el crecimiento productivo de China (tabla 1).

Tabla 1

China, PIB 2024

Fuente: CaixaBank Research, a partir de datos de la Oficina Nacional de Estadística de China (2024).

4. Liberalización comercial y de inversiones de China

En las últimas cuatro décadas, el proceso de transformación de China ha pasado de ser una economía prácticamente autárquica y rezagada para alcanzar nuevos niveles importantes de apertura y liberación comercial que se reflejan en el aumento de su comercio exterior y de las inversiones directas, tanto hacia China como de China hacia el mundo, lo que sería una forma radical para la ponderación de dicha nación frente a un mundo evolutivo y cambiante a nivel global.

Haciendo una revisión más profunda, se evidenció que el proceso de transformación de China también involucró la creciente participación de este país en los sistemas de producción de bienes a nivel global. En particular, China adquirió el rol central de “fábrica del mundo” y es considerado como uno de los pocos países en desarrollo que se encuentran involucrados profundamente en las cadenas globales de valor (Arvis et al., 2018).

Más allá de las actividades de ensamblaje de bienes finales, intensivas en mano de obra, que fueron consideradas como la principal ventaja comparativa de China en las décadas pasadas, el país ha incrementado su capacidad industrial para exportar bienes de alta tecnología, ascendiendo en las cadenas globales de valor, deslocalizando producción hacia otros países, incrementando la conectividad y la innovación e introduciendo mejoras en los procesos de producción para reducir costos en comparación con los países competidores (Arvis et al., 2018, pp. 65, 133).

Dicho proceso evolutivo y de transformación implementado por China tiene sus pilares de funcionamiento en los acuerdos comerciales que se han logrado con diferentes naciones para los procesos de importación y exportación desde y para China, siendo estos acuerdos las principales políticas asociadas al actual camino de la apertura comercial y el impulso a las negociaciones comerciales con distintos países. Actualmente, China cuenta con 16 acuerdos comerciales en vigencia y más de 10 acuerdos en negociación (MOFCOM, 2020).

 Cabe resaltar que China, a través de sus acuerdos comerciales, tan solo cubre el 23,3% de sus exportaciones (International Trade Centre, 2020), lo que implica que aún está pendiente la agenda de negociación con socios comerciales de mayor peso e importancia para China, como es el caso de Estados Unidos, Japón, India, entre otros. En el plano regional, China culminó las negociaciones de la Asociación Económica Integral Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership, RCEP); esto se considera uno de los dos “building blocs” hacia la construcción de la Zona de Libre Comercio de Asia-Pacífico (Free Trade Area of the Asia Pacific, FTAAP), junto con el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership, CPTPP), también conocido como el TPP-11.

En la actualidad, China se encuentra en un proceso de actualización y optimización de acuerdos comerciales con otras naciones, con el propósito de generar tratados de comercialización más comprehensivos, alineados a una mayor liberalización y cooperación más profunda con sus socios comerciales. Las optimizaciones en vigencia son los acuerdos comerciales con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Association of Southeast Asian nations, ASEAN).

5. Economía China: Visión, objetivos y metas 2025

La capacidad del gobierno chino para la sistematización de políticas, la elaboración de planes nacionales y el establecimiento de metas a largo plazo es un componente institucional permanente de China que se ha puesto de manifiesto recientemente en tres hitos significativos que conviene resaltar: el plan Made in China 2025, adoptado en 2015; el XIII Plan Quinquenal (2016-2020); y la visión de largo plazo planteada en los últimos congresos del Partido Comunista Chino (PCC). Todo ello tiene como objetivo común el contribuir al ascenso de China como la primera economía del mundo.

El Plan Made in China 2025, lanzado por el primer ministro Li Keqiang en 2015, es considerado instrumento actual para los propósitos de China. Está orientado a desarrollar y fortalecer diez sectores seleccionados que permitirán a China dar el salto tecnológico hacia producciones con alto valor agregado. Estos planes incluyen: “new information technology, numerical control tools, aerospace equipment, high-tech ships, railway equipment, energy saving, new materials, medical devices, agricultural machinery y power equipment” (State Council – Guo Fa, 2015).

Dicho plan es el primer paso dentro de un programa global de aproximadamente treinta años de duración, que tiene como objetivo convertir a China en una potencia manufacturera, que se desarrollará en tres fases: (i) hacia el 2025, con este primer plan, se deberán reducir las diferencias con otros países a través de mayor innovación, productividad e integración de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en el proceso de industrialización; (ii) hacia el 2035, se buscará fortalecer la competitividad y convertirse en líder de varias industrias de innovación, y finalmente, (iii) hacia el 2049, China deberá liderar la innovación a nivel mundial y superar a las principales potencias económicas (State Council – Guo Fa, 2015).

Específicamente, se trata de lograr que la producción de tecnologías clave y equipamiento avanzado no dependa de la provisión de insumos por parte de otros países, que mejore la calidad de los productos chinos de exportación y se incremente la eficiencia de los procesos de producción y uso de recursos. Se pueden identificar cuatro palabras clave que revelan el significado de esta iniciativa, las cuales constituyen las prioridades de trabajo del gobierno chino en relación al desarrollo manufacturero: innovación, calidad, eficiencia y financiamiento.

Según el Índice de Innovación de la World Intellectual Property Organization (WIPO), son importantes siete pilares: (i) Instituciones, (ii) capital humano e investigación, (iii) infraestructura, (iv) sofisticación de mercado, (v) sofisticación de negocios, (vi) conocimiento y tecnología y (vii) resultados de la creación, destacando que China se ubica actualmente en el puesto N.° 14 de un total de 129 países, siendo superado en su mayoría por países desarrollados, entre los que destacan Suiza, Suecia, Estados Unidos, Alemania y Singapur. China tiene el desafío de alcanzar la vanguardia de los países innovadores. Según el índice, el país tiene deficiencias en el ámbito regulatorio y en el desarrollo y comercio de servicios relacionados con las TIC (WIPO, Cornell University, & INSEAD, 2019).

Justamente, el plan Made in China 2025 focaliza sus esfuerzos en estos dos puntos débiles, ya que contempla una reforma fiscal para la promoción de la industria manufacturera moderna. También incluye esfuerzos para lograr una mayor integración entre la informática, el uso del internet, la industrialización y el desarrollo de la nueva generación de TIC relacionadas con 5G, entre otros (State Council – Guo Fa, 2015).

En cuanto al objetivo de incrementar la calidad de los productos manufactureros chinos y alcanzar su reconocimiento a nivel mundial, las empresas deberán garantizar el uso de mejores insumos y componentes en la producción de bienes finales a fin de cambiar la percepción del consumidor sobre la calidad de sus productos. El plan considera la construcción de “marcas de calidad”, en especial en industrias como la automovilística, maquinarias de alto valor agregado, sistemas ferroviarios y equipamiento técnico (State Council – Guo Fa, 2015).

La eficiencia productiva en sectores de alta tecnología es clave para incrementar el nivel de competitividad de las empresas. El plan incorpora medidas para el ajuste de la estructura y la capacidad productiva en algunos sectores de alta tecnología, reduciendo la sobrecapacidad de las empresas y buscando aumentar el trabajo conjunto entre las firmas grandes, medianas y pequeñas dentro de la cadena de producción (State Council – Guo Fa, 2015).

En cuanto al financiamiento, se contemplan préstamos con tasas de interés sumamente bajas por parte del Export-Import Bank of China (Eximbank) y el Banco Nacional de Desarrollo de China. Por otro lado, se consideran también subsidios hacia las empresas medianas y pequeñas, todo bajo la estrategia de expansión económica de China en la búsqueda del liderato global (Institute for Security & Development Policy, 2018). 

6. Políticas económicas de China para las relaciones internacionales

En un mundo interconectado tecnológicamente, las decisiones políticas y económicas a nivel internacional tienen un impacto significativo en los procesos económicos a nivel global, la seguridad, el medio ambiente y los derechos humanos, entre otros. La política económica puede entenderse como un conjunto de principios que orientan las acciones internacionales de un gobierno. Son principios que dan las bases a un país para interactuar con el entorno más allá de sus fronteras y que reflejan la totalidad de sus políticas; viene a ser la suma de las relaciones externas realizadas por el Estado en sus relaciones internacionales, las cuales atraviesan por una compleja interacción entre el ambiente interno y externo.

Vista desde el punto de vista científico, está vinculada a fenómenos políticos, económicos, sociales y culturales dentro de los Estados y también en el ámbito del sistema internacional. Es un asunto netamente vinculado a las ciencias políticas-económicas y a las relaciones internacionales, pero no exclusivamente. Esto demuestra las dificultades que existen para conceptualizar tan complejo término. Tal como señala Merle (1984), el concepto de política exterior a menudo recibe el prejuicio de que es fácil definirlo, pero a la final está en la cumbre de las actividades políticas notoriamente difíciles de entender y determinar. Es entonces para el siglo XVIII cuando se pudo comprender mejor la semántica de la política exterior, tal como se describe comúnmente en términos conceptuales en la actualidad.

Es importante destacar que la política económica implantada por Quina como instrumento estratégico para abrirse camino a la comercialización con otros países, gira en un nivel de aceptación de otras naciones que tienen intereses similares de coexistir como fenómenos que forman parte de la dinámica de la sociedad. Por lo tanto, los países con interés de comercialización e interacción económica con otras naciones deben considerar los principios legales establecidos a través de los convenios que son generados para la participación de las políticas económicas con incidencia a nivel global. Este análisis permite conocer los límites que tienen las naciones al momento de buscar una expansión económica que vaya más allá de los intereses particulares que cada una de estas presenta.

7. Reflexiones finales

A lo largo de este análisis, se ha explorado en profundidad la compleja y dinámica influencia de China en la región de Asia-Pacífico, considerando tanto sus dimensiones económicas como políticas. La presencia de China en esta área geográfica ha evolucionado de manera significativa en las últimas décadas, consolidándose como un actor central que redefine las relaciones internacionales, las alianzas regionales y las estrategias de desarrollo de los países vecinos. La comprensión de esta influencia futura requiere, por tanto, un enfoque integral que considere no solo los aspectos económicos, sino también las implicaciones políticas, sociales y de seguridad que emergen de esta interacción.

Desde una perspectiva económica, China ha consolidado su posición como la segunda economía mundial, impulsada por una estrategia de crecimiento basada en la inversión, el comercio y la innovación tecnológica. La iniciativa de la Franja y la Ruta, junto con otros proyectos de infraestructura y cooperación económica, ha fortalecido su presencia en países de Asia-Pacífico, generando un impacto profundo en las cadenas de valor regionales y en las políticas de desarrollo de los Estados vecinos. Sin embargo, esta expansión económica también trae consigo desafíos, como la dependencia excesiva de ciertos países en las inversiones chinas, la competencia por recursos naturales y la necesidad de equilibrar las relaciones comerciales con otras potencias globales, especialmente Estados Unidos y la Unión Europea.

En el ámbito político, China ha adoptado una postura cada vez más asertiva, promoviendo una visión de liderazgo regional que desafía las estructuras tradicionales de poder. La consolidación de su influencia en organizaciones regionales y su capacidad para ejercer presión diplomática en temas de seguridad, derechos humanos y soberanía reflejan una estrategia que busca ampliar su espacio de influencia sin recurrir necesariamente a la confrontación militar, aunque no exenta de riesgos en este aspecto. La creciente presencia militar en el Mar del Sur de China y las disputas territoriales en la región evidencian la complejidad de mantener un equilibrio entre la cooperación y la competencia.

El futuro de la influencia china en Asia-Pacífico presenta múltiples escenarios, condicionados por factores internos y externos. Por un lado, la estabilidad política y económica de China, junto con su capacidad para gestionar las tensiones internas y externas, será determinante para definir su papel en la región. Por otro lado, la respuesta de otros actores regionales y globales, como Estados Unidos, Japón, India y la Unión Europea, influirá en la configuración de alianzas y en la formulación de políticas que puedan contrarrestar o complementar la presencia china.

Asimismo, es fundamental considerar las implicaciones sociales y ambientales de la expansión china en la región. La inversión en infraestructura y recursos naturales puede generar beneficios económicos, pero también plantea riesgos en términos de sostenibilidad, derechos humanos y protección del medio ambiente. La percepción pública y la aceptación social de la influencia china serán elementos clave para determinar la estabilidad y la cooperación en la región.

La influencia futura de China en Asia-Pacífico será el resultado de una interacción compleja y multifacética, que requerirá de una gestión cuidadosa por parte de todos los actores involucrados. La región se encuentra en un momento de transición, donde las decisiones tomadas en los próximos años definirán no solo el equilibrio de poder, sino también el bienestar y la seguridad de millones de personas. La cooperación, el diálogo y el respeto mutuo deben prevalecer como principios rectores para construir un escenario regional en el que prevalezcan la estabilidad, el desarrollo sostenible y la paz duradera.

Referencias

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