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necesario instruir más a las personas, redoblando
esfuerzos para disminuir y eliminar la violencia de
género, principalmente hacia la mujer.
La violencia no se centra exclusivamente en la
violencia física, en la cual, abarca cualquier acto
voluntario y agresivo, que pueda ocasionar daño
en el cuerpo de la mujer, tenga resultados visibles
o no, tales como: golpes, asxias, empujones, que-
maduras, puñaladas, inducción del aborto, entre
otros, sino, en diferentes tipos de violencia que
pueden ser:
• Sexual: al obligarla a relaciones sexuales
empleando la fuerza, como lo resaltó Roca
(2015), al referirse a una actitud que va des-
de el uso de chistes y bromas sexuales, co-
mentarios desagradables, exhibicionismo,
propuestas sexuales indeseadas, tocamien-
tos indeseados hasta la violación, incesto,
embarazo forzado, tráco y explotación en la
industria del sexo.
• Psicológica: cuando se ataca de forma ver-
bal o conductual a la mujer, en público o en
privado, ocasionando inseguridad, pérdida
de la autoestima, alteración en la estabilidad
emocional y psicológica (Roca, 2015).
• Económica: al existir disparidad en los suel-
dos y salarios, cuando la mujer desempeña
varias funciones laborales al mismo tiem-
po, pero con diferentes remuneraciones de
orden económicas. Además, de no aceptar
dentro de la pareja, que la mujer participe
en la administración de los bienes comunes.
(Rodríguez, 2016)
• Espiritual: esta violencia se presenta cuando
se atacan las creencias religiosas o cultura-
les de la persona, obligando generalmente a
la mujer mediante castigos, que asuma una
religión abandonando sus creencias. (Roca,
2015)
La violencia física no se presenta de forma intem-
pestiva, sino mediante un ciclo, tal como lo plantea
Roca (2015), en la primera fase se experimenta una
acumulación de tensión producto de actitudes hos-
tiles, cambios de ánimo por parte de la pareja, que
la otra persona no comprende el motivo causante,
llevándola a actuar de forma cautelosa, tratando de
calmar a la pareja para evitar conictos que siente,
son causados por ella, aumentando cada momento
la tensión entre ambos, hasta que se produce una
agresión física, verbal, emocional o sexual, la cual,
no es denunciada por temor. Transcurrido cierto
tiempo, se pasa a la fase de reconciliación o luna
de miel, donde el agresor pide perdón, prometiendo
que no volverá a suceder, comenzando de nuevo el
ciclo de agresión (Roca, 2015).
La violencia de género tiene diferentes causa-
les entre la pareja, como la incompatibilidad de ca-
racteres, interferencia de terceros en la relación, la
llegada de los hijos, falta de compresión, de comu-
nicación y de amor, entre otros, pero también, exis-
ten agentes externos que son causales de violencia
dentro y fuera del hogar que afectan tanto a hom-
bres como a mujeres, como lo han señalado (Lloret,
2017 ) y (Calvo & Camacho, 2015).
• Al estar bajo los efectos del alcohol, la per-
sona se vuelve agresiva y arremete contra
otras personas para descargar su ira, inclu-
yendo la pareja y entorno familiar.
• Las sustancias estupefacientes que alteran
la conciencia de las personas, alejándolos
de la realidad y desarrollando conductas
agresivas y violentas, ante la falta de la dro-
ga por la dependencia física que les crean.
Los factores de riesgo de la violencia de géne-
ro se encuentran relacionados con los valores de
las personas, al inculcarle a los hijos conductas
machistas, siendo predominantes en la cultura de
diferentes pueblos y sociedades. Estos compor-
tamientos propenden que los niños experimenten
episodios de violencia en su entorno, ocasionando
a largo plazo, un constructo imaginario donde el
maltrato hacia la mujer resulta algo normal y nece-
sario para ejercer el control sobre ella.
Otro factor de riesgo, se encuentra asociado a
los entornos rurales, donde el aislamiento interviene
como obstáculo para las mujeres que desean pedir
ayuda y protección, aunado a ello, se encuentran
factores relacionados tales como: el bajo nivel edu-
cativo y económico del país, falta de información
por los diferentes medios de comunicación, junto
con la poca o nula protección jurídica de la mujer.
Es a partir del año 1994, que el Estado Ecua-
toriano, empieza a generar instancias instituciona-
les para el desarrollo y atención del problema de
violencia, siendo las Comisarías de la Mujer y la
Familia, las idóneas para administrar justicia bajo
estructuras integrales y el año siguiente, se formula
la Ley 103, para tratar la violencia contra la mujer
y la familia, surgiendo posteriormente las Unidades
Judiciales de Violencia contra la Mujer y la Familia,
mediante la resolución 007-2013 emitida por el con-
sejo de la judicatura (Alboleda, 2017).