Revista de Ciencias Sociales (RCS)
Vol. XXX, Número Especial 9,
enero/junio 2024. pp. 240-257
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como
citar: Villa-Santillán, M. S., Requejo-Pacheco, G., Ruiz-Barrera, L., y Chiok-Pérez,
P. M. (2024). Gestión del riesgo de desastres y conciencia ambiental en
estudiantes universitarios en Perú. Revista De Ciencias Sociales, XXX(Número
Especial 9), 240-257.
Gestión
del riesgo de desastres y conciencia ambiental en estudiantes universitarios en
Perú
La
gestión del riesgo de desastres permite prevenir o limitar la ocurrencia de
daños como pérdida de vidas, lesiones, impacto en la salud y la propiedad, en
la sociedad, la economía y el ambiente. El conocimiento genera capacidad de
prevención. El propósito del estudio fue determinar la relación entre la
gestión del riesgo de desastres y la conciencia ambiental en estudiantes
universitarios de Perú. La investigación fue de tipo básica con enfoque
cuantitativo, correlacional, de diseño no experimental y transversal. Son 92
estudiantes universitarios quienes respondieron a dos cuestionarios validados
mediante juicio de expertos y coeficiente de fiabilidad Alfa de Cronbach de
0.981 y 0.985, respectivamente. Los resultados revelan que predomina el nivel
regular en la gestión del riesgo de desastres con 42,4%; y el 53,3% afirma
tener un nivel medio de conciencia ambiental. Asimismo, se evidencia una
significancia (r=0,818, P-valor= 0.000) entre las variables. Se concluye que,
si la universidad logra un nivel eficiente de gestión del riesgo de desastres,
repercutirá favorablemente en la conciencia ambiental de los estudiantes, es
decir, la universidad se convierte en un medio para desarrollar la conciencia
ambiental y la capacidad de consenso y responsabilidad social para gestionar la
reducción del riesgo de desastres.   
Palabras clave: Gestión del riesgo de
desastres; conciencia ambiental; educación ambiental; prevención de desastres;
estudiantes universitarios.
Disaster
risk management and environmental awareness in university students in Peru
Abstract
Disaster risk management
makes it possible to prevent or limit the occurrence of damages such as loss of
life, injuries, impact on health and property, on society, the economy and the
environment. Knowledge generates prevention capacity. The purpose of the study
was to determine the relationship between disaster risk management and
environmental awareness in university students in Peru. The research was basic
with a quantitative, correlational approach, non-experimental and transversal
design. There are 92 university students who responded to two questionnaires
validated by expert judgment and Cronbach's Alpha reliability coefficient of
0.981 and 0.985, respectively. The results reveal that the regular level
predominates in disaster risk management with 42.4%; and 53.3% claim to have a
medium level of environmental awareness. Likewise, a significance (r=0.818,
P-value= 0.000) is evident between the variables. It is concluded that, if the
university achieves an efficient level of disaster risk management, it will
have a favorable impact on the environmental awareness of students, that is,
the university becomes a means to develop environmental awareness and the
capacity for consensus and responsibility. social to manage disaster risk
reduction.
Keywords: Disaster risk management; environmental awareness;
environmental education; disaster prevention; University students.
Introducción
En los últimos años, los indicadores
ambientales ponen en alerta al mundo a tomar acciones urgentes a favor del
medio ambiente. La Huella Ecológica (HE), es un indicador que evalúa el impacto
ambiental que genera la demanda de recursos naturales por parte del ser humano
para satisfacer sus necesidades, es decir, “es un indicador para conocer el grado de impacto de la
sociedad sobre el ambiente” (Gobierno de México, 2017).
En cifras la huella ecológica debería tener un promedio de 1.8
hectáreas por cada persona; sin embargo, actualmente este indicador con
tendencia a subir, alcanza 2,2 hectáreas. A nivel de países, Australia con
(9,3), Estados Unidos (8,2), Japón (5) y Colombia (1.9), de acuerdo con
Gutiérrez (2015). Son datos que comprueban que el
cambio climático es consecuencia de la inacción e indiferencia de los países
para reducir la contaminación ambiental, en otras palabras, destrucción del
hombre por el hombre. 
Los fenómenos naturales son
recurrentes en el planeta, considerando que “los desastres no son hechos
fortuitos y que la mano del hombre tiene mucho que ver con su ocurrencia”
(Mora, 2016, p. 1); en realidad, lo que “determina
que ocurra un desastre es el entramado social y económico del territorio. (…)
Por consiguiente, el desastre es una materialización de una condición latente
de riesgo” (Brenes, 2017, p. 5). En ese sentido, es un gran reto que enfrentan
la humanidad, con la finalidad de reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero, para lo cual se compromete a tomar las medidas necesarias para
lograr revertir los efectos del cambio climático (Organización de Naciones
Unidas [ONU], 2022). 
El problema inicia cuando las
personas se ubican en una determinada área geográfica inestable y hacen uso
inadecuado de los recursos, algunos autores dicen que es producto de los
modelos de desarrollo, vale decir, que son producto del subdesarrollo, porque
dichos espacios carecen de planificación, pues muchas de estas comunidades
vulnerables, son pobres o pobres extremos. La vulnerabilidad es la tendencia de
los seres humanos a sufrir daños al entrar en contacto con dinámicas naturales
(Cardona, 2008).
Según el Banco Mundial (BM, 2016),
los desastres naturales a consecuencia del cambio climático, generaron pérdidas
de USD 520,000 en consumo a nivel mundial, estas consecuencias económicas y
humanas se traducen en millones de personas que pasan o regresan a una
situación de pobreza cada año, al quedarse sin vivienda, sin empleo, privados
de las necesidades básicas para la supervivencia; donde las familias más pobres
son las que reciben el mayor impacto negativo. 
Si bien es cierto que los desastres
representan un retroceso en los avances económicos y sociales de los pueblos,
progresos que lograron con mucho esfuerzo en varios años, de pronto lo pierden
todo. Los países en desarrollo son lentos en tomar
acciones para disminuir la vulnerabilidad y gestionar financiamiento y si lo
obtienen, solo destinan el 10% a actividades de prevención (Organización de
Estados Americanos [OEA], 1991). 
En marzo de 2023, se publicó el
informe de síntesis que pone fin al Sexto Ciclo de Evaluación del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), en el cual se
manifiesta la necesidad de que el sistema financiero responda a la urgencia
climática con mayores inversiones, así como la unificación de los análisis de
riesgos, por lo cual, requiere centrarse en las medidas de mitigación o en
acciones de adaptación (AmbiciónCOP, 2023).
Al respecto, el Fondo
de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, 2023) informa que en seis años
(2016 a 2021), en 44 países, 43.1 millones de niños han sido desplazados de sus
viviendas por desastres naturales; es más, aproximadamente 3.7 millones de
menores no reciben educación en el país donde se
refugian (Organización de Naciones Unidas [ONU], 2019). Cada año millones de personas son desplazadas por los
desastres, según la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM, 2023), incluyendo las inundaciones,
terremotos, tifones, entre otros, han obligado incluso a desplazamientos internos, con lo cual es muy probable que
continúen aumentando puesto que la frecuencia, duración, e intensidad de los
desastres naturales se agrava en el contexto del cambio climático.
El Perú presenta un alto nivel de
vulnerabilidad al cambio climático, tiene siete de las nueve características
reconocidas por la Convención Marco de las Naciones Unidas. Siendo un país que
posee (27 de los 32 climas del mundo) con abundantes recursos naturales,
cualquier daño medioambiental en su biodiversidad afecta el equilibrio ecológico
del planeta (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2015). El fenómeno
de “El Niño” representa una de las más frecuentes amenazas, pero en el año 2023
se registró la presencia del “ciclón Yaku” en la costa norte y centro del país,
dejando 67.200 damnificados, 391.000 afectados, 99 fallecidos y 13
desaparecidos (ONU, 2023). 
En los primeros meses del año 2023 el Centro
Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres
(CENEPRED) estimó que 8.399.714 personas se
encontraban en riesgo alto y muy alto de verse afectados por inundaciones y
desplazamiento de masas, concentrándose en los departamentos de Lima, La
Libertad y Piura (ComexPerú, 2023). 
Al respecto, Tavera (2020) manifiesta que Perú es un país altamente sísmico, y los sismos son
recurrentes en el tiempo, debido a la evolución del planeta, puesto que un
sismo es el movimiento brusco de la Tierra causado por la liberación de energía
acumulada durante un largo o corto tiempo, teniendo en Perú, como fuente de
origen el proceso de subducción de las placas tectónicas de Nazca y
sudamericana; es por ello que el Instituto Geofísico del Perú (IGP, 2022); y,
el Instituto para la Seguridad (ISSEGUR, 2023), manifiestan la importancia de fortalecer la GRD, así
como ampliar el conocimiento de estos fenómenos naturales que hoy en día,
constituyen una amenaza para la población del Perú, pues su posición geográfica
lo ubica en una zona altamente sísmica. 
A fin de disminuir los riesgos de desastres, en
el 2022 el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) incrementó el presupuesto a
756 millones de soles, 6,3% más que el año anterior, transfiriendo a los
gobiernos locales el 45%, paradójicamente, las municipalidades de los departamentos más
vulnerables a los fenómenos naturales, solo ejecutaron el 66,1% del presupuesto
transferido, demostrando un bajo nivel de desempeño en gestión (ComexPerú,
2023). 
El INEI advirtió en 2019, que el 51,7% de las municipalidades requerían capacitación en evaluación del riesgo de desastres y la diferencia, necesitaban capacitación en elaboración de planes de prevención y reducción de riesgo de desastres (ComexPerú, 2023). Guamán y Espinoza (2022), proponen enfocarse en la educación de las personas, así como, los ciudadanos que asumen la gestión de una entidad del Estado, deben demostrar capacidad de gestión, no hacerlo, se traduce en pérdidas de vidas humanas y materiales.
La falta de liderazgo del Sistema de Gestión
del Riesgo de Desastres en el Perú es perceptible en todos los niveles de
gobierno e instituciones públicas (Isla, 2017). La implementación adecuada de
este sistema va a depender de la capacidad de gestión de cada institución, de
la coordinación adecuada con la sociedad civil y el sector
privado; y algo muy importante, de la conciencia ambiental en la
población. En este contexto, las universidades están comprometidas junto al
Estado, de promover la investigación científica y el desarrollo tecnológico
orientados a la conservación del medio ambiente, pues tal como lo señalan Sánchez, Pedraza y Viloria (2024), la aptitud de los
estudiantes hacia lo ambiental motiva su colaboración en iniciativas encauzadas
a mejorar las condiciones del planeta. 
La importancia de la investigación es vital
porque los fenómenos naturales potencialmente más destructivos son por el
cambio climático, aunque la noción de desastres naturales permanece enraizada
en la cultura e historia de los pueblos (Brenes, 2017), lo
que no les permite entender que los desastres obedecen a procesos
sociales (Maskrey, 1993). Las variables gestión del riesgo de desastres y
conciencia ambiental, se respaldan en las teorías del comportamiento, para
entender las necesidades sentidas de la población; y en las teorías de la
administración, porque buscan anticiparse a los hechos para evitar o disminuir
los efectos adversos en las comunidades. 
Los conocimientos
obtenidos de esta investigación contribuirán a la toma de decisiones
comprometida a promover una cultura ambiental en los estudiantes con un efecto
multiplicador en la población. En este contexto, el objetivo de investigación
fue determinar la relación que existe entre la gestión del riesgo de desastres
y la conciencia ambiental en los estudiantes de la Universidad Nacional de
Cañete en Perú.
1.
Fundamentación teórica
1.1. Gestión del riesgo de desastres (GRD): Una visión
teórica
Diferentes enfoques acerca de la gestión del riesgo de desastres, Bello, Bustamente y Pizarro (2020) desde las Naciones Unidas,
CEPAL, asevera que “es una estrategia integral cuyo objetivo final es minimizar
el impacto y los efectos económicos y sociales de los desastres por medio de la
reducción de la vulnerabilidad de las comunidades, al tiempo que se desarrollan
capacidades de respuesta” (p. 30). Desde el Poder
Ejecutivo, pretende optimizar la capacidad de respuesta del Estado y de la
población en circunstancias de riesgo para evitar desastres, proteger la vida,
el patrimonio de la comunidad y del Estado, fundamentándose en la investigación
científica y registro de la información para la toma de decisiones (Ley No.
29664 de 2011). 
Para la Mesa de Concertación de Lucha Contra la Pobreza (MCLCP, 2009), es
el “conjunto de decisiones administrativas, de organización y de conocimientos
operacionales desarrollados por sociedades y comunidades para implementar
políticas y estrategias, para fortalecer sus capacidades, con el fin de reducir
el impacto de amenazas naturales y de desastres ambientales y tecnológicos” (p.
17), en otras palabras, dichos criterios deben orientarse a que estas
poblaciones logren ser resilientes para generar su desarrollo. Asimismo,
en la actualidad, “el concepto de gestión del riesgo ha tenido que evolucionar
desde enfoques orientados en el control del riesgo, hasta llegar a una visión
sistémica, que lo considere parte de un todo integral y armónico” (Lara, 2016,
p. 50).
La Agenda 2030 para
el Desarrollo Sostenible y el Marco de Sendai afirman que el logro de los ODS
depende de la implementación de estrategias para la reducción del riesgo de
desastres de los países, de las políticas públicas, y sobre todo de la
planificación para construir un desarrollo sostenible, adoptando enfoques basados en sistemas, en correspondencia
con lo que establecen los marcos mundiales de desarrollo, mejorando el
conocimiento de la naturaleza de los riesgos a través de la promoción de nuevas
líneas de investigación, metodologías, así como oportunidades para la
planificación antes, durante y después de un desastre (Comisión Económica para América Latina y el Caribe
[CEPAL], 2020). 
En ese orden de
ideas, la gestión del riesgo de desastres descansa en cinco pilares: 1)
Identificación de riesgos, 2) reducción de riesgos, 3) preparación, 4)
protección financiera, y 5) recuperación resiliente, de acuerdo con los
planteamientos de Useche (2020). Estos pilares son coherentes entre sí y
requieren estar amparados por un entorno institucional, político, normativo,
así como financiero, favorable, que permita la asignación de recursos, al igual
que la determinación tanto de roles como responsabilidades (CEPAL, 2019), en
los diferentes niveles de gobierno y de la sociedad. 
Comprender que “los desastres son eventos socioambientales cuya
materialización es el resultado de la construcción social del riesgo” (Instituto de
Estudios Ambientales [IDEA], 2005, p. 1), permite identificar el riesgo, es un
primer paso para su entendimiento de parte de los actores involucrados; sin
embargo, la evaluación y el seguimiento necesitan del empleo de herramientas
adecuadas y eficientes que posibiliten la comprensión del problema y ayuden en
la toma de decisiones; tal es el caso del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID, 2014), quienes cuantificaron
el riesgo de desastres en Perú, utilizando un método que permita considerar las
amenazas naturales en forma integral; por lo que se hace
imprescindible el uso de un sistema de indicadores que será de vital
importancia para la gestión del riesgo.
Para el estudio de
investigación, la gestión de riesgos de desastres se ha operacionalizado en
tres dimensiones: La gestión prospectiva, donde se planifica para  evitar, prevenir o reducir nuevas condiciones
de riesgo; la gestión correctiva, que se enfoca en planificar para reducir o
mitigar las condiciones de vulnerabilidad existentes; y, la gestión reactiva,
referida a las acciones o medidas que responden ante situaciones de peligro o
materialización del desastre (preparatorio para la emergencia y
reconstrucción),  de acuerdo con la Ley No. 29664 de 2011.
Un estudio realizado en República Eslovaca, reveló que la población tiene
escasa conciencia sobre el riesgo de desastres y un
nivel de preparación deficiente, por lo que se encuentran inactivos frente a la
problemática ambiental, los encuestados más jóvenes están más inclinados a
adoptar medidas de protección (Titko, Ristvej y Zamiar, 2021). De manera similar, una comunidad vulnerable de
Manabí en Ecuador manifestó un moderado comportamiento de consciencia frente a
los riesgos que corren en el espacio donde viven (Tarazona
et al., 2024). En Colombia, la problemática ambiental se traduce en un nivel de
fragilidad frente al desarrollo económico por falta de responsabilidad social de
las empresas (Guillén et al., 2020).
Otro estudio encontró un adecuado comportamiento ambiental en los estudiantes
universitarios de la Universidad de Yakarta en Indonesia, y lo demuestran
apagando las computadoras cuando no las utilizaban, para ahorrar energía;
disminuyendo el uso de plástico de un solo uso; y como alternativa al plástico,
empleaban bolsas de tela o papel, así como, evidenciando su participación
activa en programas ambientales (Beby y Herdiansyah, 2018). 
De igual manera, en dos estudios se mostró un nivel apropiado de conciencia ambiental en estudiantes universitarios, el de Chero et al. (2019) realizado en Perú; y el de Saldaña-Almazán et al. (2020), llevado a cabo en México. Asimismo, Saza-Quinteros, Sierra-Barón y Gómez-Acosta (2021) afirman que los estudiantes poseen creencias, actitudes y acciones positivas hacia el medioambiente; sin embargo, su nivel de conciencia ambiental es bajo. Al respecto, Bayona (2011) sostiene que son pocas las universidades que promueven la formación de una cultura ambiental en los estudiantes, y si lo hacen, están carentes de compromiso integrado y sostenido.
Las bases teóricas de la gestión del riesgo de
desastres, la teoría general de sistemas de Ludwig Von Bertalanffy, integra las
ciencias naturales y sociales al mismo tiempo, sostiene que la función de un
sistema depende de su estructura y lo expresa en entradas, procesos y salida
(Chiavenato, 2019), es así como el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de
Desastres (SINAGERD) creada con la Ley No. 29664 en 2011, como sistema
interinstitucional, sinérgico, descentralizado, transversal y participativo
opera en subprocesos simultáneamente: En la estimación, prevención y reducción
de riesgo con la finalidad de reducir la vulnerabilidad de las personas; seguidamente,
la preparación, respuesta y rehabilitación de los servicios; y por último, la
reconstrucción en base a la evaluación y así replantar un proceso de
desarrollo. 
En este orden de ideas, la teoría de la
administración científica de Frederick Winslow Taylor (1856-1915), sostiene que
las organizaciones deben ser tratadas de manera científica, se enfocó en la
eficiencia operacional; mientras que la teoría clásica desarrollada
por Henri Fayol, en 1910, buscó la eficiencia a través de la integración de los
órganos que componen la organización y sus relaciones estructurales, de las
cuales se deriva la teoría neoclásica (teoría ecléctica) impulsada por Peter F.
Drucker a inicios de 1950, como resultado este nuevo enfoque teórico propone el
proceso administrativo: La planeación,
organización, dirección y control (Chiavenato, 2019); este proceso sustenta el
Plan Nacional de Gestión de Riesgos de Desastres (PLANAGERD) para diseñar
estrategias de intervención (PreventionWeb,
2014).
1.2.
Conciencia ambiental
La conciencia
ambiental es entendida como el conjunto de factores psicológicos que generan en
la persona, la intención de custodiar y resguardar el ambiente. Estos aspectos
son de orden afectivo, cognitivo, disposicional y conductual, permitiendo
desplegar en los individuos una identidad social con valores ambientalistas
(Gomera, Villamandos y Vaquero, 2012). 
Se fundamenta en
la teoría de Kurt Lewin que explica la conducta social y sostiene que la
motivación del comportamiento del hombre es consecuencia de un campo dinámico
de hecho coexistente que genera el ambiente conductual, donde la persona
percibe e interpreta dicho ambiente en función a sus necesidades actuales, de
donde se derivan dos valencias: Positiva, cuando satisface sus necesidades; y
negativa, si representa un perjuicio para él, lo que determina el campo
dinámico de fuerzas psicológicas (Chiavenato, 2019). 
Al respecto,
Gervacio y Castillo (2020) sostienen que la educación ambiental no solo abarca los conocimientos sobre problemas
medioambientales, sino, además, la sensibilización, toma de conciencia,
aptitudes, así como comportamientos, que están considerablemente relacionados
con los valores y actitudes del ser humano, por lo cual, resulta relevante que
las universidades como formadoras y modeladoras de conductas y actitudes,
tengan la responsabilidad de garantizar aprendizajes significativos en los
estudiantes.
Por otra parte,
la teoría conductual sostiene que para comprender el comportamiento humano es
necesario conocer las necesidades del hombre, es así que Abraham Maslow en 1954
lo expone por medio de la jerarquía de las necesidades humanas, donde anticipa
las necesidades básicas (Chiavenato, 2019). También, Febles (2004), lo asume
como el conjunto de experiencia y prácticas con el cual un individuo se
relaciona con su medio ambiente. Sociólogos ambientalistas, como Dunlap y Jones
(2002) alegan que la conciencia del cambio climático es el nivel de
preocupación por las complicaciones ambientales y la manera en que apoyamos
iniciativas para su solución.
Para el
propósito de la investigación, la teoría de “los cuatro pilares de la
educación” de Jacques Delors, preparada para la UNESCO, enfoca la educación
como un proceso a lo largo de la vida del ser humano, donde se conecta con sus
sentimientos, pensamientos y acciones, desarrolla su personalidad, se consolida
su espíritu de equipo y su creatividad en concordancia con el medio ambiente
(Rodríguez, 2021).
2. Metodología  
La investigación se
ejecutó con enfoque cuantitativo de tipo básico para generar nuevos
conocimientos a partir del análisis e interpretación de los hechos observables
(Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018; Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
Tecnológica [CONCYTEC], 2020). Por ser una
investigación de diseño no experimental y transversal, se obtuvo los datos en
un único momento dado y sin manipular las variables. 
Se aplicó la encuesta a
92 estudiantes universitarios de la Escuela Profesional de
Administración de Turismo y Hotelería, seleccionados
mediante muestreo no probabilístico intencional, para responder a dos
cuestionarios respecto a: La gestión del riesgos de desastres según la
Ley No. 29664 de 2011, con 30 ítems
distribuidos en tres dimensiones; y conciencia
ambiental según Gomera et al. (2012), con 30 ítems agrupados en cuatro dimensiones; ambos adaptados por Taquia
(2020) y adecuado al presente estudio de investigación, con escala de Likert de
cinco niveles.
Los
instrumentos fueron validados mediante juicio de expertos; el análisis de
consistencia interna indica un coeficiente de fiabilidad de “Alfa de Cronbach”
de 0.983 y 0.965 para las variables gestión del riesgo de desastres y conciencia ambiental, respectivamente,
determinándose que los instrumentos aplicados, fueron objetivamente confiables.
Se gestionó el consentimiento informado para desarrollar la
investigación en el ámbito institucional, previa coordinación se procedió a
administrar los cuestionarios de manera virtual, garantizando el anonimato y la
confidencialidad. 
3. La gestión del riesgo de desastres y su relación
con la conciencia ambiental en estudiantes universitarios del Perú
3.1. El
análisis descriptivo 
El resultado del
análisis de los datos en el Gráfico I, evidencia que el 42,4% de los encuestados consideran que la gestión
del riesgo de desastres es regular; el 41,3% estima que es eficiente; mientras
el 16,3%, lo califican como deficiente.
De la misma manera, con respecto a la variable conciencia ambiental el 53,3% de los estudiantes asevera que presenta un
nivel regular; el 40,2% afirman que es eficiente; y solo el 6,5% de los
estudiantes consideran que es deficiente. 

Fuente: Elaboración propia, 2024.
Gráfico I: Nivel
de la gestión del riesgo de desastres y de la conciencia ambiental

Fuente: Elaboración propia, 2024.
Gráfico
II: Nivel
de las dimensiones: Gestión prospectiva, gestión correctiva y gestión reactiva
Al respecto,
Rivera et al. (2020) en su investigación concluyeron que la gestión comunitaria de riesgo de desastres, conjuntamente
con la educación, así como la relación academia-universidad, comunidad,
organizaciones sociales e instituciones gubernamentales, puede servir como
metodología clave a fin de materializar la justicia espacial y ambiental de la
ciudad de Medellín, en Colombia.
En el Gráfico III,
de las dimensiones de la conciencia ambiental, la dimensión afectiva puntúa
como eficiente con 46,7%; la dimensión conativa igualmente con el 48,9%; así
como la dimensión activa el 57,6% la considera eficiente; mientras que la
dimensión cognitiva el 52,2% de los encuestados la califican como regular, esta
dimensión es la responsable de que la variable conciencia ambiental tenga un
nivel regular.

Fuente: Elaboración propia, 2024.
Gráfico
III: Nivel
de las dimensiones: Cognitiva, afectiva, conativa y activa
En la conciencia
ambiental, los estudiantes expresan su sentir y lo ubica en un nivel regular.
En la dimensión afectiva, los alumnos perciben la problemática medioambiental
como prioridad y se inclinan a adoptar medidas pro ambientales inmediata. La
dimensión cognitiva indica, que solo la tercera parte tiene conocimiento de los
problemas ambientales que enfrentan. Por su parte, la dimensión conativa muestra
conductas individuales y colectivas, orientadas hacia acciones pro ambiental; y
finalmente, la dimensión activa se refiere a un comportamiento relacionado al
consumo ecológico en su vivienda y centro de trabajo.
3.2. Análisis
para la correlación 
Del análisis
inferencial acerca del objetivo de esta investigación, en la Tabla 1, donde
p-valor = 0.000 < 0.05, se evidencia estadística suficiente para aceptar que
prevalece una relación significativa entre la gestión del riesgo de desastres y
la conciencia ambiental (r=0,818, P-valor= 0.000) en la Universidad Nacional de
Cañete-Perú al 95% de confianza.
Tabla 1
Relación entre la gestión del
riesgo de desastres y la conciencia ambiental
|  | Gestión
  del riesgo    de desastres | Conciencia
   Ambiental | ||
| Rho de Spearman | Gestión del riesgo de desastres | Coeficiente
  de correlación | 1,000 | 0,818* | 
| Sig.
  (bilateral) | . | 0,000 | ||
| N | 92 | R92 | ||
| Conciencia ambiental | Coeficiente
  de correlación | 0,818* | 1,000 | |
| Sig.
  (bilateral) | 0,000 | . | ||
| N | 92 | 92 | ||
Nota: Dado que p-valor = 0.000 < 0.05,
entonces existe evidencia estadística suficiente para rechazar la hipótesis nula.
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Se confirma que las variables de estudio se relacionan
de manera significativa (r=0,818, P-valor= 0.000), lo que expresa que, al mejorar la gestión del riesgo de
desastres a un nivel mayor de eficacia por parte de la Universidad, mejoraría
simultáneamente el nivel de conciencia ambiental en los estudiantes
universitarios. 
Teniendo en cuenta que la “Gestión del riesgo de desastres”, es una
Política de Estado, aún más, con los compromisos internacionales asumidos por
el Perú, el tema ambiental es una prioridad, y aporta con la generación de
conocimientos para la reducción de riesgos mediante la investigación
científica, el desarrollo tecnológico y la responsabilidad social. 
Este análisis se relaciona con la Política Universitaria Centroamericana,
donde se manifiesta, que “es urgente un cambio que permita pasar de la cultura del
desastre a la cultura de la prevención” (Programa Universitario para la Reducción del Riesgo de Desastres y
Adaptación al Cambio Climático en Centroamérica [PRIDCA], 2018, p. 16); por
lo tanto, en el contexto educativo, es importante basarse en los cuatro pilares
de la educación, puesto que los estudiantes del mundo actual, lideraran las
actividades en un futuro cercano, en el marco de un desarrollo sostenible.
En cuanto a la
relación entre la gestión del riesgo de desastres y la dimensión cognitiva de
la conciencia ambiental, en la Tabla 2, se
confirmó que existe una
relación estadísticamente significativa entre la gestión del riesgo de
desastres y la dimensión cognitiva (r=0,843, P-valor= 0.000) en estudiantes de la Universidad; constituyendo los
conocimientos en relación al alcance y definición de los problemas ecológicos
(Chuliá, 1995). Este
resultado asevera que los estudiantes al estar mejor informados acerca de los
peligros o amenazas, vulnerabilidades y riesgos a los que se enfrenta la
comunidad, asumirán acciones de prevención y corrección con propuestas de
solución a la problemática observada.
Tabla
2
Relación entre la gestión del
riesgo de desastres y la dimensión cognitiva
|  | Gestión del riesgo de
  desastres | Dimensión
         cognitiva | ||
| Rho de Spearman | Gestión del
  riesgo de desastres | Coeficiente
  de correlación | 1,000 | 0,843* | 
| Sig.
  (bilateral) | . | 0,000 | ||
| N | 92 | 92 | ||
| Dimensión  cognitiva | Coeficiente
  de correlación | 0,843* | 1,000 | |
| Sig. (bilateral) | 0,000 | . | ||
| N | 92 | 92 | ||
Nota: Dado que
p-valor = 0.000 < 0.05, entonces existe evidencia estadística suficiente
para rechazar la hipótesis nula.
 
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Saavedra et al. (2021), reportó incidencia significativa
de la variable gestión del riesgo de desastres en las dimensiones cognitiva,
afectiva, activa y conativa, de la variable conciencia ambiental; al respecto,
Frederick Winslow Taylor, en su enfoque teórico, sostiene que las
organizaciones deben ser tratadas de manera científica. La GRD se fundamenta en
la investigación científica y es uno de los fines de las universidades generar
conocimiento por medio de la investigación. Oseda, Oseda y Toledo
(2020), en su investigación en estudiantes de la Facultad de Educación de la
Universidad Nacional Mayor de San Marco en Perú, evidenciaron que el componente
más desarrollado de la conciencia ambiental, fue el cognitivo en un 40,04%,
determinando que los estudiantes tienen conocimiento del cuidado del medio
ambiente, sin embargo, habitualmente no lo ponen en práctica.
Al respecto de la relación entre la gestión del riesgo de desastres y
la dimensión afectiva de la conciencia ambiental, en la Tabla 3 se evidenció que existe una relación estadísticamente significativa
entre la gestión del riesgo de desastres y la dimensión afectiva (r=0,785,
P-valor= 0.000) en estudiantes de la Universidad
Nacional de Cañete-Perú,
al 95% de confianza.
Tabla
3
Relación entre la gestión del
riesgo de desastres y la dimensión afectiva
|  | Gestión del
  riesgo de desastres | Dimensión            afectiva | ||
| Rho de Spearman | Gestión del riesgo de
  desastres | Coeficiente de correlación | 1,000 | 0,785* | 
| Sig. (bilateral) | . | 0,000 | ||
| N | 92 | 92 | ||
| Dimensión
   afectiva | Coeficiente de correlación | 0,785* | 1,000 | |
| Sig. (bilateral) | 0,000 | . | ||
| N | 92 | 92 | ||
Nota: Dado que
p-valor = 0.000 < 0.05, entonces existe evidencia estadística suficiente
para rechazar la hipótesis nula.
 
Fuente: Elaboración propia, 2024.
En ese sentido, la relación entre la variable gestión del riesgo de
desastre con la dimensión afectiva de los estudiantes es significativa; al
respecto, Saldaña-Almazán et al. (2020), manifiesta que el enfoque de esta
conducta es individual, mas no social-comunitario; por su parte, Titko et al.
(2021) explica que el comportamiento proactivo de los jóvenes es influenciado
por la personalidad, las características socioeconómicas y la experiencia
pasada en relación a los desastres. La teoría de Kurt Lewin, afirma que la
persona actúa de acuerdo a lo que percibe e interpreta en su ambiente conductual
en relación a sus necesidades actuales. 
En cuanto a la relación
entre la gestión del riesgo de desastres y la dimensión conativa de la
conciencia ambiental, en la Tabla 4, se corroboró que existe una relación
estadísticamente significativa entre la gestión del riesgo de desastres y la
dimensión conativa (r=0,504, P-valor= 0.000) en estudiantes de la Universidad. 
Tabla
4
Relación entre la gestión del riesgo
de desastres y la dimensión conativa
|  | Gestión
  del riesgo de desastres |    Dimensión conativa | ||
| Rho de Spearman |  Gestión del riesgo de desastres | Coeficiente
  de correlación | 1,000 | 0,504* | 
| Sig. (bilateral) | . | 0,000 | ||
| N | 92 | 92 | ||
| Dimensión  conativa | Coeficiente
  de correlación | 0,504* | 1,000 | |
| Sig. (bilateral) | 0,000 | . | ||
| N | 92 | 92 | ||
Nota: Dado que
p-valor = .000 < .05, entonces existe evidencia estadística suficiente para
rechazar la hipótesis nula. 
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Esta dimensión define
los parámetros o alineamientos de la conducta en el marco de los valores, que
orientan el accionar del individuo en favor o en contra del medioambiente.
Implica que las personas actúan orientadas por intereses en común y asumen liderazgos
pro ambientales; además, significa que los estudiantes tienen motivación por
participar y asumir actividades que orienten a este fin. Se relaciona con lo
que afirma Beby y Herdiansyah (2018), que, en la universidad de Yakarta, los
estudiantes tienen una buena conciencia y comportamiento ambiental y lo
demuestran con sus actitudes, apagando las computadoras
cuando no las utilizan ahorrando energía, reduciendo el uso de plásticos,
usando bolsas de tela o papel y participando de forma activa en programas ambientales. 
Finalmente, de
acuerdo a la relación entre la
gestión del riesgo de desastres y la dimensión activa de la conciencia
ambiental, en la Tabla 5, se
encontró que existe una relación estadísticamente significativa entre la gestión
del riesgo de desastres y la dimensión activa (r=0,385, P-valor= 0.000) en los estudiantes entrevistados. 
Tabla
5
Relación entre la gestión del
riesgo de desastres y la dimensión activa
|  | Gestión del
  riesgo de desastres |    Dimensión        activa | ||
| Rho de Spearman | Gestión del
  riesgo de desastres | Coeficiente
  de correlación | 1,000 | 0,385* | 
| Sig. (bilateral) | . | 0,000 | ||
| N | 92 | 92 | ||
| Dimensión  activa | Coeficiente
  de correlación | 0,385* | 1,000 | |
| Sig. (bilateral) | 0,000 | . | ||
| N | 92 | 92 | ||
Nota: Dado que
p-valor = .000 < .05, entonces existe evidencia estadística suficiente para
rechazar la hipótesis nula. 
Fuente: Elaboración propia, 2024.
Esta relación
indica que los estudiantes tienen una alta predisposición a participar en
eventos de naturaleza pro ambiental en favor de su comunidad, destaca las
características proactivas de los estudiantes y su cultura; la Universidad es
un excelente espacio para desarrollar educación ambiental como parte de su
formación profesional; al respecto, los autores Saza-Quinteros et al. (2021)
afirman que no es suficiente que los estudiantes
posean creencias, actitudes y acciones positivas hacia el medioambiente, lo más
importante es que tengan un nivel óptimo de conciencia ambiental. 
Conclusiones 
Existe una relación significativa entre la variable gestión del riesgo de
desastres y la conciencia ambiental en estudiantes de la Universidad Nacional
de Cañete, en Perú; por tanto, si la universidad logra un nivel eficiente de
gestión del riesgo de desastres, repercutirá favorablemente en la conciencia
ambiental de los estudiantes, conexa con la misión de la UNDC, donde la
formación profesional de los estudiantes está comprometida con el desarrollo
sostenible; vale decir, que no se logrará el desarrollo sostenible sino se
gestiona el riesgo de desastres.
En el aspecto
cognitivo, los estudiantes
incorporan a su experiencia, los conocimientos de manera progresiva, lo
relacionan con su entorno, e interactúan y participan en actividades pro
ambiental. Por su parte, el lado afectivo del estudiante genera un
autoconocimiento de sus sentimientos, manejo de sus emociones y conjuntamente
con sus valores y principios se relacionan con el medio ambiente que lo rodea.
En la parte
conativa, los estudiantes asumen un juicio de valor respecto a la problemática
de su medio ambiente, toman decisiones y acciones en ese contexto. Finalmente,
la participación activa de los jóvenes a favor del medio ambiente se inicia y
es a través de las actividades académicas, en el campo de la investigación
científica, responsabilidad social y la educación ambiental, con la finalidad
de generar una cultura ambiental positiva.
Dado los hallazgos
encontrados en la presente investigación, la
Universidad se convierte en un medio para desarrollar la conciencia ambiental
en la sociedad y su capacidad de consenso, así como responsabilidad social a
fin de gestionar la reducción del riesgo de desastres.
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* Doctora en
Administración. Maestra en Ciencias de la Educación. Docente en la
Universidad Nacional de Cañete, Lima, Perú. E-mail: mvilla@undc.edu.pe   ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1971-2545
** Doctora en Administración. Maestra en Psicología
Organizacional. Docente en la Universidad Católica Sedes Sapientiae, Lima,
Perú. E-mail: grequejo@ucss.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4262-1986
*** Maestro en Ciencias Económicas. Docente en la Universidad Cesar Vallejo, Lima, Perú. E-mail: rbarreral@ucvvirtual.edu.pe ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3174-7321
**** Maestra en Contabilidad. Docente en la Universidad Nacional de Cañete,
Lima, Perú. E-mail: pchiok@undc.edu.pe
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7108-1432
Recibido: 2023-12-11                · Aceptado:
2024-03-01