Revista de Ciencias
Sociales (RCS)
Vol. XXVIII, No. 2,
Abril - Junio 2022. pp. 
FCES - LUZ ● ISSN: 1315-9518 ● ISSN-E:
2477-9431
Formas
de capital de los migrantes de las caravanas*
Izcara Palacios, Simón Pedro**
Andrade Rubio, Karla Lorena***
Resumen
A partir de octubre de
2018 los migrantes centroamericanos comenzaron a desplazarse en caravanas para
defenderse de las autoridades y del crimen organizado, y liberarse de la
industria de la migración clandestina. El objetivo de este artículo es analizar
las formas de capital utilizadas por los migrantes de las caravanas para pagar
las tarifas cobradas por los polleros que les conducen a Estados Unidos. Esta
investigación está sustentada en la realización de entrevistas cualitativas a
dieciocho traficantes de migrantes durante los años 2019 y 2020. Se llegaron a
los siguientes resultados: 1. Los migrantes de las caravanas carecen de capital
económico para pagar las tarifas de los traficantes; 2. Los traficantes hacen
uso del capital social de los migrantes como forma de pago; y 3. Las mujeres
jóvenes y esbeltas son instadas a utilizar su capital erótico como medio de
pago. Se concluye que la mayor parte de los migrantes carecen de recursos
económicos, pero poseen otras formas de capital que pueden transformar en
capital económico, principalmente el capital social y el capital erótico.
 
Palabras clave: Migrantes
centroamericanos; caravanas; tráfico de migrantes; capital social; capital
erótico.
Forms of capital of migrants of the caravans
Abstract
From October 2018 Central
American migrants began to move in caravans to defend themselves from the
authorities and organized crime, and to free themselves from the clandestine
migration industry. The objective of this article is to
analyze the forms of capital used by migrants of the caravans to pay migrant
smugglers’ fees who take them to the United States. This research is based in
qualitative interviews with eighteen migrant smugglers
conducted between 2019 y 2020. The following results were obtained: 1. Migrants
of the caravans lack the economic resources to pay smugglers' fees; 2.
Smugglers use migrants' social capital as a form of payment, and 3. Young and slender
women are urged to use their erotic capital as a form of payment. It is concluded that most migrants lack economic resources; but they have other
forms of capital that can transform into economic capital, mainly social capital,
and erotic capital. 
Keywords: Central American
migrants; caravans; migrant smuggling; social capital; erotic capital. 
Introducción
En 1980
México presidió el grupo de trabajo en las Naciones Unidas para mejorar la situación
sociolaboral y garantizar el respeto de los derechos humanos y la dignidad de
los migrantes. El 18 de diciembre de 1990, fue adoptada por la Asamblea General,
en la resolución 45/158, la Convención Internacional sobre la
protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus
familiares. Desafortunadamente, ningún Estado occidental receptor de migrantes,
incluidos Europa y Norteamérica, han ratificado esta Convención (Cano, 2010). 
En menos de tres
décadas México pasó de estar a la vanguardia de la lucha por la defensa de los
derechos humanos de los migrantes, a pesar de la falta de voluntad política de
los países más ricos, a convertirse en un tercer país seguro, eufemismo
utilizado para designar su condición de guardián de la frontera suroeste
estadounidense, que tapona la entrada de migrantes forzados, asilados políticos
o migrantes económicos (Varela, 2016; Ortega, 2020;
Morales-Cardiel y Vargas, 2021). 
La migración
en caravana, constituye una expresión de rechazo al paradigma de securitización
y externalización de fronteras (Ortega, 2020).
En la estrategia migratoria definida como básica por Torre y Mariscal (2021), los
migrantes irregulares buscan la seguridad en la invisibilidad y el silencio. Viajan
escondidos, se alejan de las principales vías de comunicación y buscan la guía
de un traficante(1) conocedor de la geografía fronteriza. 
Por el
contrario, a través de las caravanas los migrantes salen de las sombras para
hacerse visibles y reducir la vulnerabilidad y el riesgo de caminar solos (Díaz,
2021). Alzan la voz para denunciar las violaciones a sus derechos humanos, viajan
en grupo, publicitan su paso y siguen las vías de comunicación más transitadas.
Su apoyo no son las redes de tráfico de migrantes, sino los defensores de los
derechos humanos y los medios de comunicación (Torre y Mariscal, 2021); puesto
que las razones para generar este tipo de procesos migratorios
generalmente se relacionan con la búsqueda de oportunidades laborales y
educativas, así como con la idea de construir un futuro mejor en el lugar de
llegada, por lo cual debe
prevalecer la defensa de los derechos humanos (Guillén, Menéndez y Moreira,
2019; Peláez et al., 2021).
En las dos
últimas semanas de octubre de 2018 ingresaron en el territorio mexicano tres
caravanas integradas por más de 10 mil migrantes procedentes de Honduras,
Guatemala, Nicaragua y El Salvador, en ruta hacia Estados Unidos. Desde el
primer gran éxodo, iniciado el 12 de octubre de 2018, hasta abril de 2019, se
autoorganizaron a través de las redes sociales una decena más de caravanas (Ruíz-Lagier
y Varela-Huerta, 2020). El
despliegue de la Guardia Nacional, en junio de 2019, neutralizó el surgimiento
de nuevas caravanas (Varela y McLean, 2019; Gerardo-Pérez, 2020). 
Sin embargo, este fenómeno migratorio
no es coyuntural o pasajero. Como señala Pradilla (2019): “la migración no va a ser más gota a
gota. Va a ser masiva. Así se está obviando el pago a los coyotes, al narcotráfico,
al crimen organizado” (p.63). En el año 2020 se formaron dos nuevas caravanas: La primera, llegó a la
frontera sur de México entre los días 18 y 23 de enero; y la segunda, partió de
San Pedro Sula el 30 de octubre. Asimismo, el 15 de enero de 2021 se formó una
nueva caravana.
A las caravanas se unieron quienes tenían más
limitaciones para emigrar: Parejas con niños recién nacidos, mujeres
embarazadas, niños solos que buscaban la protección de otras familias, personas
con discapacidades, incluso hombres con sillas de ruedas (Pradilla, 2019; Ruíz-Lagier y
Varela-Huerta, 2020). Aunque, el aspecto más significativo de las caravanas es el cambio de
sus protagonistas, que no son varones en edad productiva, sino mujeres (Varela,
2020). 
Los migrantes caravaneros se caracterizan por la
carencia de capital económico, un recurso imprescindible para emigrar de modo
irregular a Estados Unidos. En ese sentido, el objetivo de este artículo es analizar
las formas de capital utilizadas por los migrantes de las caravanas para llegar
a Estados Unidos. En primer lugar, se examina la metodología. Más adelante, se
describen las formas del capital. A continuación, se estudia la ausencia de
capital económico en los migrantes caravaneros. Finalmente, se analizan las
formas de capital de los migrantes centroamericanos que se unieron a las
caravanas.
1. Metodología.
Debido al carácter oculto de la población objeto de estudio se utilizó
una metodología cualitativa.
La técnica utilizada para recabar la información fue la entrevista cualitativa,
y los entrevistados fueron seleccionados a través del muestreo en cadena y contactados
a través de sus redes sociales. Los
consultados fueron contactados a través de informantes, unidos por relaciones
de consanguinidad con algunos de los participantes en el estudio. Asimismo,
algunos de los entrevistados ayudaron a contactar a otras personas que se
dedicaban a esta misma actividad. 
Entre julio de 2019 y diciembre de 2020 fueron
entrevistados en Tamaulipas, Veracruz y Nuevo León, 18 polleros (utilizando
para ellos pseudónimos) que
reclutaban migrantes centroamericanos que llegaron a México en alguna de las
caravanas. 11 eran originarios de Tamaulipas (Dionisio,
Ismael, Juan, Luis, Mónica, Nicolás, Octavio, Timoteo, Ubaldo, Valentín y
Valerio), 2 nacieron en Nuevo
León (Aurelio y Tomás), 2 más en San Luis Potosí (Braulio
y Teresa), otros 2 en Veracruz
(Santiago y Zacarías), y 1 en Texas (Manuel); de los cuales 16 eran varones y 2 mujeres. 
La edad promedio de los entrevistados era de 37,8
años y comenzaron a trabajar como polleros a la edad de 29,7 años. Tenían en
promedio 8,2 años de experiencia conduciendo migrantes a Estados Unidos. 13
conducían migrantes hasta Texas, 2 hasta Florida, 1 hasta Alabama, 1 hasta el estado
de Washington, y 1 de los entrevistados en 2020 (Octavio), conducía migrantes a
Florida y Texas.
Todos los entrevistados conducían a varones y
mujeres, excepto Teresa, que solo transportaba mujeres para el comercio sexual,
así como Santiago y Timoteo, que únicamente llevaban varones para la construcción
y agricultura, respectivamente. En general, 10 polleros llevaban mujeres para
la prostitución, otros 10 conducían trabajadores para la construcción, 8 transportaban
migrantes para la agricultura, y 1 conducía migrantes para diferentes
actividades. Asimismo, 6 polleros también trabajaban, aunque en menor medida,
para las redes sociales de los migrantes. Cabe aclarar que, el sumatorio puede
resultar superior a 18 porque todos, excepto tres, conducían migrantes
destinados a más de un mercado diferente. 
Las tarifas cobradas por los polleros ascendían a
una media de 7.611 dólares, dentro de una horquilla que oscilaba entre 6 mil y
15 mil dólares (ver Tabla 1). Estas tarifas incluían únicamente el paso a Estados
Unidos. El tránsito por México supone costos aún más elevados (París-Pombo, 2016). Sin embrago, los migrantes caravaneros atravesaron el territorio
mexicano de modo gratuito. Por lo tanto, llegar a Estados Unidos les costaría
la mitad que a quienes contrataron a un pollero desde su comunidad de origen (Torre
y Mariscal, 2020).
Tabla 1
Características de los traficantes de migrantes
entrevistados
| Características | Media | Mínimo | Máximo | 
| Edad | 37.8 | 32 | 45 | 
| Años
  de escolaridad | 7.4 | 4 | 10 | 
| Edad
  cuando comenzaron a trabajar | 11.7 | 6 | 20 | 
| Edad
  cuando se hicieron polleros | 29.7 | 18 | 41 | 
| Año
  cuando comenzaron a trabajar como polleros | 2011 | 2005 | 2017 | 
| Años
  de experiencia en el tráfico de migrantes | 8.2 | 3 | 14 | 
| Tarifas | 7611 | 6000 | 15000 | 
Fuente: Elaboración propia, 2021.
El diseño metodológico
fue aprobado por el Comité de ética de la investigación del Cuerpo Académico “Migración, desarrollo y derechos humanos”
de la Universidad Autónoma de Tamaulipas en México (Universidad Autónoma de
Tamaulipas, 2017). A los participantes se les explicó el propósito de esta
investigación, el carácter confidencial y anónimo de los datos recabados, así
como se obtuvo el consentimiento de participación voluntaria en el estudio, de
forma oral. 
El
capital es definido de Bourdieu (2001) como: “Trabajo acumulado, bien en forma
de materia, bien en forma interiorizada o ‘incorporada’” (p.131). Esta
definición hunde sus raíces en los teóricos clásicos. Hume (1752), fue el
primero en definir el capital como trabajo acumulado cosificado. El trabajo es descrito
como una sustancia imperecedera que puede acumularse en la forma de capital,
que es trabajo reificado que no se marchita, y que puede intercambiarse, en el
presente o en el futuro, por cualquier objeto. Según este autor el trabajo de
los agricultores genera una superfluidad (superfluity),
o cosas que no son necesarias para quienes cultivan la tierra, que no se
pierden, sino que en tiempos de paz capitalizan las manufacturas y las artes
mecánicas, y en tiempos de guerra capitalizan a los ejércitos. 
Smith
(1802), parte de esta idea para definir el trabajo como “la medida real del
valor de cambio de toda clase de bienes (…) (y subrayar que el trabajo fue) (…)
la moneda originaria que sirvió para pagar y comprar todas las cosas” (p.44). Para
este autor la acumulación de capital es trabajo cosificado realizado por otros,
de modo que la riqueza o pobreza de una persona viene determinada por “la
cantidad de trabajo ajeno que pueda disponer” (p.43-44). El capital es definido
como trabajo portable e imperecedero. La riqueza vendría dada por la
apropiación de trabajo ajeno, y la pobreza sería el resultado de la incautación
del trabajo propio.
Bourdieu
(2001), distingue tres formas de capital: Económico, cultural y social. El primero,
es inmediatamente convertible en dinero. El segundo y el tercero, son
convertibles en capital económico bajo ciertas condiciones. Según el citado
autor el capital social, son los recursos actuales o
potenciales que una persona posee por pertenecer a un grupo o por tener una red
de relaciones. Esta forma de capital está constituida por las conexiones entre individuos,
basadas en el parentesco, el paisanaje o la amistad (Massey y Aysa-Lastra, 2011;
Sue, Riosesma y LePree, 2019). El capital social tiene
un carácter básicamente potencial, puesto que designa la posibilidad que tienen
los individuos de acceder a recursos por el hecho de pertenecer a
redes sociales (Portes, 1995; 2010). 
Una
forma de capital social son las redes migratorias, que son vínculos sociales
entre las comunidades de origen y destino. Estos vínculos, que unen a los nuevos
migrantes con los residentes en la comunidad de acogida, se mantienen a través
de mutuas expectativas (Massey et al., 1990). Esto hace que el capital social
no sea gratuito, sino reflexivo, porque refleja lo que ofrece y demanda una
reciprocidad (Hagan, Leal y Rodriguez, 2015). 
Hakim
(2010; 2014) añade a la tríada de Bourdieu, el capital erótico: La belleza, el
atractivo sexual, el encanto, entre otros. Sin embargo, esta forma de capital
ha sido denostada debido a que tiene un lado oscuro (Moreno, 2016; Abubakar,
Anasori y Lasisi, 2019). En concreto, el feminismo radical siempre ha rechazado
que la mujer use el capital erótico para ascender en la escala social. Para Millet (2017), la conversión de capital erótico
en económico imposibilita “luchar por la realización o la liberación personal”
(p.146). Asimismo, de acuerdo con Pateman (2018) el capital erótico aparece
subsumido en un contrato sexual primigenio, garante de la dominación masculina
y sujeción de la mujer, que otorga a los hombres el acceso a los cuerpos de las
mujeres. 
En
clara oposición con el feminismo radical, Hakim (2014) reivindica el valor del
capital erótico, y acusa al cristianismo, así como al patriarcado de haber
desdeñado el intercambio justo de dinero por capital erótico, al separar entre
cuerpo y mente y otorgar al cuerpo los atributos de inferioridad, contaminación
e insensatez. Para esta autora el capital erótico tiene tanto valor como la
educación y los buenos contactos, porque es convertible en dinero. Además, no
está determinado por el sistema de clases, y está desconectado de la
imbricación jerárquica que une a las otras tres formas de capital. Asimismo, Requena
(2017) concluye que el capital erótico genera más bienestar subjetivo que el
capital social o cultural. 
El
capital económico, determina la cantidad de capital social y cultural que
poseen las personas. Sin embargo, la relación del capital económico con el
capital erótico es contingente (Moreno y Bruquetas, 2016). La belleza, el
atractivo sexual, el encanto, la vitalidad o la presentación social no dependen
del capital económico. Esto hace que Hakim (2010), defina el capital erótico
como una forma subversiva de capital, puesto que no depende de la clase social
o del estatus, y es ostentado principalmente por las mujeres.
3. La ausencia de capital económico en los
migrantes caravaneros
Los entrevistados describían
a los migrantes que se desplazaron con las caravanas, como los más pobres de
los pobres. Las personas que se unieron a las caravanas lo hicieron de modo
impulsivo, no tuvieron tiempo para planear el viaje, reunir ahorros o pedir
préstamos antes de partir. A través de las redes sociales, o de los medios de
comunicación, se enteraron de la formación de caravanas que se dirigían hasta
Estados Unidos. Estas caravanas les ofrecían una oportunidad de desplazarse sin
recursos económicos, puesto que estarían amparados por las organizaciones de
derechos humanos, que los acompañarían a lo largo del trayecto (Torre y
Mariscal, 2020). Como consecuencia, los entrevistados subrayaban que los
migrantes de las caravanas carecían de capital económico. 
Están
pasando más porque han llegado muchos, unos vienen en grupo, pero ellos no
quieren pagar para pasar a Estados Unidos, más bien no es que no quieran pagar,
es que no tienen para pagar, son los más pobres de los pobres. (Braulio,
entrevistado en 2019).
Asimismo, Tomás,
entrevistado en 2020, señalaba: “La gente
que ha venido en la caravana es porque no tenía dinero”. Los polleros
definían a los migrantes de las caravanas como clientes poco confiables. Ellos
pensaban que si les ayudaban a cruzar la frontera era poco probable que
pudiesen pagarles. Los polleros los describían como personas hambrientas, que
pedían comida; por lo tanto, no valía la pena reclutarles. Si mendigaban comida
cómo pagarían las tarifas que ellos cobraban. Como decía Braulio, entrevistado
en 2019: “Están pidiendo para comer (…) y así no se les
puede ayudar”. 
Las
caravanas han afectado negativamente tanto a aquellos polleros que ayudaban a
los migrantes a cruzar la frontera entre Guatemala y México, como a los que les
guiaban en su tránsito por México, porque los migrantes caravaneros pudieron
atravesar el territorio mexicano sin incurrir en gastos monetarios. Como decía Mónica,
entrevistada en 2019: “Ellos pagan porque los pasen por México y esta vez no
pagaron porque vinieron en la caravana”; o como señalaba Nicolás, entrevistado
en 2020: “Ha afectado más a los compañeros polleros que traían a las personas
del sur (…) porque han dejado de trabajar un poco, porque la gente ha venido en
la caravana y no ha pagado”. En este sentido, un pollero que conduce a los
migrantes centroamericanos desde Chiapas a Tamaulipas decía: 
A mí sí me pegó un poco duro eso de las caravanas, a mí sí me afectó
porque yo estaba llegando a ir al sur por centroamericanos (…) muchos se
animaron en la caravana porque no pagaban y sí me afecto, hubo bajas de personas
que pagaban por ir (…) con la caravana y ya no me pagaron a mí. (Valentín,
entrevistado en 2020).
Como
contraste, las caravanas han beneficiado económicamente a los polleros que
operan en la frontera México-estadounidense, porque condujeron hasta allí a un
número inusualmente elevado de migrantes centroamericanos; encontrándose con una
cantidad considerable de potenciales clientes. Como señalaba Zacarías,
entrevistado en 2020: “Con las caravanas son más clientes los que me llegan, y
llegan de a montón”.
             
4. Las formas de capital de los migrantes
caravaneros
Los migrantes caravaneros
que llegan a la frontera generalmente carecen de capital económico; pero hay
otras formas de capital que pueden transformarse bajo ciertas condiciones en éste;
una de estas formas es el capital social (Bourdieu, 2001). Muchos migrantes tienen
parientes que emigraron con anterioridad a Estados Unidos, otros tienen
familiares o conocidos en sus países de origen, a quienes pueden pedirles
dinero. Las redes sociales de conexiones basadas en el parentesco, el paisanaje
o la amistad, constituyen una de las formas de capital más exploradas por los
polleros. 
Cuando los polleros
llegan a un acuerdo con los parientes, paisanos o amigos del migrante sobre el
método de pago, éste es conducido al norte. Esto aparecía reflejado en
expresiones como: “Les ayudo cuando tienen familia en Estados Unidos
y responden, es cuando les ayudo” (Aurelio, entrevistado en 2019); “unos tienen familia en Estados Unidos, y pagan por
ellos” (Ismael, entrevistado en 2019); “les he ayudado porque han tenido familia en
Estados Unidos, y ellos han respondido pagando” (Juan, entrevistado en 2019); “se habla
con la familia y se llega a un acuerdo, y se ayuda al centroamericano que ha
venido en caravana hasta aquí, y se pasa” (Luis, entrevistado
en 2019).
Otros
manifestaron: “Si tienen familia allá en el
norte, en Estados Unidos, se les habla, se ponen de acuerdo con ellos, y se
llevan a la familia, y allá pagan” (Nicolás, 2020); “los paso siempre y cuando
paguen o tengan familia en Estados Unidos que paguen por ellos” (Tomás, entrevistado
en 2020); o “muchos de los que se van es porque
tienen familia allá y es la que los ayuda a los gastos” (Zacarías, entrevistado
en 2020). En
algunos casos los familiares pagarán por adelantado el costo total de la tarifa
del pollero, en otros casos solo una parte, de modo que abonarán el monto
restante cuando el migrante llegue al punto de destino. 
Otros migrantes que viajaron en
las caravanas carecen tanto de capital económico como de capital social. Esto
tampoco es óbice para que los polleros les conduzcan hasta el norte. Tan
importante como el capital económico o el capital social es la fuerza laboral del
migrante, puesto que su trabajo futuro puede transformarse en dinero, que los
polleros cobrarán después de un plazo. De este modo el trabajo se convierte en
la moneda (Smith, 1802), con la cual los migrantes pagarán las tarifas de los
polleros. Los migrantes endeudados adquieren el compromiso de permanecer en un
mismo lugar de trabajo durante un periodo prolongado. Como decía
Mónica, entrevistada en 2019: “Cuando tienen deudas, no lo
pueden dejar, primero tienen que pagar, y cuando están trabajando, tienen que
trabajar un tiempo, ya después si quieren se van, y ya no pasa nada”. 
El incremento de los costes del
transporte subrepticio de migrantes, debido al pago de cuotas, tanto a la
delincuencia organizada como a las autoridades, ha hecho que los polleros hayan
construido alianzas con los empleadores estadounidenses (Izcara, 2019a; 2019b).
Además de las tarifas pagadas por los migrantes, los
polleros obtienen un pago de los empleadores. Esto aparecía reflejado en
expresiones como: “Me paga bien y es de acuerdo a los que lleve, si
son mujeres o hombres varía el pago” (Aurelio, entrevistado
en 2019); “me paga lo suficiente bien como para seguir
trabajando con él desde hace ocho años” (Juan,
entrevistado en 2019); “me paga bien, más lo que gano
con lo que me queda de lo que cobro por llevar” (Octavio, entrevistado
en 2020); “vale la pena arriesgar la vida porque sí paga bien” (Valerio, entrevistado
en 2020); o “me paga mucho dinero” (Zacarías, entrevistado
en 2020).
A cambio de la aportación
económica realizada por los empleadores estadounidenses, los migrantes deben
trabajar para los primeros. Cuando los migrantes se desprenden de la caravana para
dirigirse al norte, deberán comprometerse a trabajar en determinadas
actividades para ser conducidos por los polleros. Como
aparece reflejado en los siguientes fragmentos, algunos migrantes son
entregados a sus familiares; pero, la mayor parte son transferidos a un
empleador estadounidense.
No se pueden ir, tienen que trabajar el tiempo que
el patrón les dice. Aunque terminen de pagar tienen que seguir trabajando,
porque por eso se les ha llegado a ayudarles para que sirvan al patrón, y el
patrón gane por su trabajo. (Ismael, entrevistado en 2019)
“Cuando se han llevado se les ha dicho que deben de trabajar en los
ranchos y no se pueden ir, porque ahí tienen que trabajar, porque por eso se
les ha llevado y conseguido donde trabajar” (Juan,
entrevistado en 2019).
Tienen que trabajar un buen tiempo según les diga el patrón que lo hagan,
así es, porque por eso se les ayuda, para que rindan y den resultados en el
trabajo que se les ha dado para trabajar. No pueden trabajar solo un mes y
después ya no hacerlo. Eso se les dice desde que se llevan desde aquí de
México. (Luis,
entrevistado en 2019)
Por lo regular nunca se quejan de los trabajos que se les consiguen,
porque es lo que ellos necesitan para trabajar, vivir mejor, y mandar dinero a
sus familias; además de salir de los préstamos que han adquirido al ir a
Estados Unidos. (Manuel, entrevistado en 2019)
El sector económico que
genera mayores beneficios es la industria del sexo (Izcara, 2017; 2019a; 2019b).
Las trabajadoras sexuales son quienes producen mayores ganancias debido a la
favorable conversión del capital erótico en capital económico (Izcara,
2020a; 2020b). Aunque no todos los entrevistados consideraban
ético obtener beneficios del capital erótico de las mujeres migrantes. Ubaldo,
entrevistado en 2020, en ocasiones había llevado mujeres para trabajar en la
construcción; pero, no para el comercio sexual, puesto que como él decía: 
A mí no me gusta la prostitución para la mujer, sí existe, sí pasa, es un
trabajo más para ellas; pero, a mi como hombre, esposo y padre de familia, no
me gusta que se use así a la mujer, porque la mujer merece respeto.
 
Otro de
los entrevistados argumentaba que él no conducía mujeres para el comercio
sexual por respeto hacia ellas. Él señalaba que llevar
mujeres para el comercio sexual era más rentable que conducir migrantes a los
campos agrarios, que era lo que él hacía, puesto que algunos empresarios
estadounidenses de la industria del sexo pagaban cantidades elevadas por las
mujeres foráneas. Las mujeres que él conducía hasta Estados Unidos trabajaban
en la agricultura. Él decía que las mujeres no eran una mercancía, y no veía
con buenos ojos que otros polleros reclutasen para el comercio sexual a mujeres
que se habían despegado de la caravana y deseaban llegar a Estados Unidos, pero
carecían de capital social y económico.    
Para la prostitución no las he llevado, nada más
para el trabajo de campo (…) No me gusta eso de las mujeres, porque son mujeres
y hay que respetarlas (…) Por respeto hacia ellas no las llevo, porque para mí no son como que se
vendan, no son mercancías, como muchos polleros las miran, como mercancías para
venta. Eso sí, de que las compran, las compran, y pagan bien; pero, no es
correcto hacia la mujer. (Juan, entrevistado en 2019).
Sin
embargo, más de la mitad (diez de dieciocho) de los entrevistados no tenían
inconveniente en beneficiarse del comercio sexual. Para ellos el trabajo sexual
no era diferente de otros empleos, por lo que se esforzaban en convencer a las
mujeres de que el intercambio de capital erótico por capital económico constituía
la forma más expedita de ser conducidas al norte. Si ellas aceptaban trabajar
en el comercio sexual, su tarifa sería pagada por los patrones estadounidenses,
que más adelante descontarían de sus salarios el pago realizado (Andrade, 2021).
Como decía Teresa, entrevistada en 2020: “Es como pagan ellas,
con trabajo, con dinero que han ganado trabajando”. Aunque, únicamente las mujeres más jóvenes y esbeltas son demandadas por
la industria del sexo. Esto aparecía reflejado en expresiones como: “En las
mujeres entre más jóvenes mejor, por el trabajo las quieren jóvenes, que sean
delgadas” (Dionisio, entrevistado en 2019); “cuando ya son mayores no las quieren para ese
trabajo, y así no las llevo porque no sirven, los clientes no las quieren” (Ismael, entrevistado en 2019); o “en las mujeres entre menos edad tengan son mejores” (Manuel, entrevistado
en 2019). 
Los
entrevistados subrayaban que no engañaban ni coaccionaban a las mujeres, sino
que siempre les explicaban la naturaleza del trabajo que realizarían en el
norte. Esta idea aparecía reflejada en expresiones como: “Eso es lo primero que se les dice, para que después no se sientan
engañadas” (Manuel, entrevistado en 2019); “les explico cómo se hace el trabajo y cómo se trabaja” (Luis, entrevistado
en 2019); “las mujeres van para ese trabajo en la prostitución; pero, es algo
que ellas saben antes de ser llevadas, ellas lo saben y lo aceptan” (Mónica, entrevistada
en 2019); “es algo que les digo
desde cuando las estoy invitando a ir a Estados Unidos a trabajar, ellas lo
saben” (Teresa, entrevistada en 2020);
o “ya saben cuando van” (Valentín, entrevistado en 2020). 
Los polleros que trafican mujeres
para la prostitución no valoran el capital económico de las últimas, sino su
capital erótico. Conducen a Estados Unidos
únicamente a las mujeres jóvenes y esbeltas que aceptan trabajar en la
prostitución, no a quienes tienen dinero. Octavio, entrevistado en 2020, afirmaba: “No las busco a que vayan, cuando ellas me dicen: ‘quiero ir’; pero les digo:
‘hay trabajo, pero es éste (el comercio sexual) el trabajo’”. Las mujeres que
no accedían a trabajar en la prostitución no eran
conducidas al norte, aunque tuviesen dinero. 
Como
contraste, no tener recursos económicos no era óbice para ser transportadas a
Estados Unidos. Como decía Teresa, entrevistada en 2020: “Cuando no pueden (pagar), se les ayuda, a veces les
presto yo o pagan los patrones por ellas, y luego ellas pagan con trabajo
cuando ya están trabajando”; o como señalaba Mónica, entrevistada en 2019: “Sí hay algunas que les pagan los patrones que las quieren para
trabajar”. 
Los entrevistados subrayaban que el tráfico de mujeres para la
prostitución era voluntario. Aparentemente las mujeres que llegaron con las
caravanas podían decidir entre ir al norte o quedarse del lado mexicano de la
frontera. Sin embargo, la vulnerabilidad de las mujeres migrantes implica que
carecen de libertad para decidir entre estas dos alternativas. La primera
opción, conlleva un riesgo elevado debido a la amenaza de la delincuencia
organizada; la segunda, les permite escapar de la violencia de los cárteles,
pero supone que se involucren en el comercio sexual. Este escenario es
aprovechado por los dueños de centros nocturnos de Estados Unidos que remuneran
económicamente a los polleros para que les lleven mujeres centroamericanas
acuciadas por la necesidad económica. 
Conclusiones
La caravanización de la
migración centroamericana condujo a un incremento del número migrantes que
llegaron hasta la frontera México-estadounidense. Esta situación ha hecho que las
redes de tráfico humano dispongan de un mayor número de potenciales clientes.
Sin embargo, para ser conducidos al norte los últimos deben pagar las elevadas
tarifas que cobran los primeros. Muchos de los migrantes que se desplazan en
caravana no tienen atractivo para los polleros, porque carecen de capital
económico o social; pero, otros disponen de formas diferentes de capital, que
puede ser transformado en dinero. Una de estas formas es el trabajo, que según
los teóricos clásicos es capital en su forma más cruda, no transformada. La
otra forma es el capital erótico.
El fenómeno de la
caravanización ha conducido a una feminización de la migración. Muchas mujeres migrantes
perdieron la esperanza de poder entrar en Estados Unidos a través de mecanismos
legales, por lo que son fácilmente influenciables por polleros que les ofrecen atractivas
oportunidades económicas en el comercio sexual. Ante la disyuntiva de
permanecer en una de las regiones más peligrosas de México u obtener elevados
ingresos en la industria estadounidense del sexo, algunas se decantan por la
segunda opción. Las mujeres jóvenes y esbeltas son las más buscadas por los
polleros, puesto que su capital erótico es altamente valorado.
El principal aporte de
este estudio es el examen de la vulnerabilidad de los migrantes
centroamericanos caravaneros que carecen de capital económico y social, sobre
todo las mujeres, a ser explotados por los empleadores estadounidenses que
pagan las tarifas de los primeros a los polleros. Sin embargo, los resultados
de este estudio no pueden generalizarse porque proceden de una reducida muestra
de polleros que operan únicamente en la parte oriental de la frontera entre México
y Estados Unidos. Esta forma de vulnerabilidad de los migrantes caravaneros
debe ser corroborada por estudios empíricos sustentados en muestras extensas de
carácter probabilístico.
Notas
1
En este texto los términos, traficante, pollero y coyote, son usados como
sinónimos
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* Este artículo presenta resultados del Proyecto
de investigación: “El impacto social del desplazamiento de migrantes en
masa de forma clandestina y los derechos humanos”. Clave: INVUAT19-21.
** Doctor en
Sociología. Profesor de Sociología en la Unidad Académica Multidisciplinaria de
Ciencias, Educación y Humanidades (UATSCDH) en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, México.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI 3). E-mail: sizcara@uat.edu.mx ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0523-305X
*** Doctora en
Sociología. Profesora de Sociología en la Unidad Académica de Trabajo Social y
Ciencias para el Desarrollo Humano (UATSCDH) en la Universidad Autónoma de
Tamaulipas, México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI 2).
E-mail: kandrade@uat.edu.mx ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2140-8457 
Recibido: 2021-11-18                · Aceptado: 2022-02-04