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Opción. Año. 40 Núm. 104 (mayo-agosto 2024): 15-37 ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Rubén Darío Boscán Sánchez Luis Guillermo Ferrer Alaña
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Desde sus inicios, la bioética se ha propuesto como un “puente” entre dos culturas
que, no obstante, al mostrarse como autónomas e independientes, fundan sus ob-
jetivos en el conocimiento y en la preservación de la vida; se trata, de un lado, de las
ciencias de la salud, que han puesto su mirada en los avances que puedan mejorar la
calidad y durabilidad de la vida; y de otro lado, las ciencias humanas, que muestran
su disposición para analizar los valores que permiten al ser humano generar mejo-
res condiciones para vivir en sociedad. El entorno en el que se vive y las relaciones
que se establecen con ese entorno, no sólo hacen de los seres humanos seres socia-
les, sino también y fundamentalmente, seres biológicos.
Como punto de partida, la bioética unica la salud y la vida, razón por la cual
no deben verse como entidades separadas, ni construir discursos distantes entre
sí. Las sociedades contemporáneas enfrentan a cada momento retos que ponen
en situación de discusión el tratamiento que se da a la existencia humana desde
distintas perspectivas éticas, políticas, sociales y culturales, dado que la bioética
está relacionada principalmente con los problemas morales de la sociedad y el
comportamiento humano vinculado en el ámbito de las ciencias humanas, del
derecho y la salud, constituyéndose en un concepto que da sentido de vida y
sirve como guía en el camino de la existencia que orienta la acción.
La bioética ha conseguido establecer un importante cuerpo dogmático, con-
virtiéndose en una de las ramas de estudio más desarrolladas de la ética. La Bioé-
tica tiene reexiones críticas con enfoque social, en torno a temas relacionados
con la salud humana, el bienestar de la persona, su relación con la naturaleza,
entre otras. Estas consideraciones dan ocasión al planteamiento de interrogantes
sobre los alcances, implicaciones y limitaciones de los desarrollos biotecnológi-
cos modernos y los retos que se enfrentan en relación con aquellas problemáticas
que repercuten en la condición viva de las sociedades y de los individuos.
Investigaciones recientes realizadas por Hans-Martin Sass, revelan que tan-
to el término como el concepto de bioética se remontan a 1927, cuando Fritz
Jahr, un pastor protestante, lósofo y educador en Halle an der Saale (Alema-
nia), publicó un artículo titulado “Bio-Ethik: Eine Umschau über die ethischen
Beziehungen des Menschen zu Tier und Panze” (Bio-ética: una perspectiva de
la relación ética de los seres humanos con los animales y las plantas). En dicho
artículo, Jahr proponía ya un “imperativo bioético”, que ampliaba el imperativo
moral kantiano a todas las formas de vida (Hans-Martin, 2008).
Este hallazgo tiene gran relevancia, ya que determina una liación del con-
cepto de bioética, uniéndole a la tradición de la ética losóca, particularmente
la kantiana. En el artículo de Jahr se destacan tres ejes: