Opción: Revista de Ciencias Humanas y Sociales.
Año 39 N° 102 (septiembre - diciembre 2023), pp. 75-91
Universidad del Zulia. Facultad Experimental de Ciencias
ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-9385
Recibido: 10/05/2023 Aceptado: 10/06/2023
*	 Lcda. en Educación, mención Historia, Magister Scientiarum en Historia de Venezuela Universidad 
del Zulia-LUZ). Candidata a Doctora en Educación de la Universidad Nacional Experimental “Ra-
fael María Baralt” (UNERMB), donde actualmente se desempeña como Profesora Ordinaria Agre-
gada en el área de Ciencias Sociales desde 2008. Ha recibido múltiples reconocimientos, inclu-
yendo la Orden Lago de Maracaibo en su Primera Clase (2023). Miembro de número de Academia 
de Historia del estado Zulia Correo electrónico: angelicaa.aseinc@gmail.com. https://orcid.
org/0000-0003-3848-6651
El proceso independentista 
venezolano: ¿Proyecto de la elite 
criolla caraqueña o revolución 
social contra el viejo orden 
colonial?
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo*
RESUMEN
El artículo examina las visiones tradicionales de la guerra de independencia venezolana, 
proponiendo que este proceso no fue un proyecto uniforme, sino que estuvo impulsado 
por una élite criolla caraqueña que buscaba el poder político. Se analiza la independen-
cia como proceso de clases más que un deseo colectivo, mediante la revisión de fuentes 
historiográficas y el contraste de diferentes interpretaciones sobre el conflicto. Se con-
cluye que las diversas clases sociales, incluidos pardos, negros y aborígenes, se unieron al 
conflicto de manera gradual, lo que transformó la lucha en una guerra civil en lugar de 
una simple guerra entre colonos y España. Las particularidades regionales y los intereses 
locales llevaron a que algunas provincias, como Maracaibo y Guayana, apoyaran a los 
realistas, reflejando las complejidades del proceso independentista.
Palabras clave: Independencia venezolana, Guerra civil, Elite criolla, Clases sociales, 
Historiografía.
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91        ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo76
The Venezuelan independence process: A 
project of the Caracas Creole elite or a social 
revolution against the old colonial order?
ABSTRACT
The article examines traditional views of the Venezuelan War of Independence, pro-
posing that this process was not a uniform project but was driven by a Caracas Creole 
elite seeking political power. It analyzes independence as a class process rather than a 
collective desire, through the review of historiographical sources and contrasting dif-
ferent interpretations of the conflict. It concludes that various social classes, including 
pardos, blacks, and indigenous people, gradually joined the conflict, transforming the 
struggle into a civil war instead of a simple war between colonists and Spain. Regional 
particularities and local interests led some provinces, such as Maracaibo and Guayana, 
to support the royalists, reflecting the complexities of the independence process.
Keywords: Venezuelan independence, civil war, Creole elite, social classes, historiography.
INTRODUCCIÓN
La crisis de la ruptura con el viejo orden iniciada en Europa y las revoluciones 
que en ese continente se llevaron a cabo para dar paso a lo que se ha denomi-
nado como la modernidad sembraron la semilla que luego se esparciría por los 
territorios de las colonias americanas generando una reacción ordenada como 
en efecto dominó hacia el cambio del viejo orden colonial. El germen de esa 
semilla en América hispana fue sin duda alguna la elite criolla caraqueña, la cual 
enterada de la inestabilidad política en la Metrópoli, producto de la invasión 
napoleónica y de la abdicación del Rey Fernando VII, se erigió en defensora de 
sus derechos copiando las Juntas Supremas creadas en la península, aunque en 
sí ese movimiento de cierto carácter autonómico en lo político, no se planteó 
el romper con la corona sino desconocer un gobierno francés que para ellos era 
considerado ilegítimo, pero en cambio sí representó la coyuntura ideal que la eli-
te quiso aprovechar para reflejar su descontento hacia la política centralizadora 
del poder que mantenía España desde el último cuarto del siglo XVIII con la 
aplicación de las reformas borbónicas en estos territorios.
En la medida que se profundizaba y vigorizaba la política colonial borbó-
nica en Venezuela, se asistía a un inevitable replanteamiento del papel que 
debía jugar la élite caraqueña en el conjunto de la sociedad, pues, a través 
de las actuaciones de los distintos  funcionarios coloniales tales como: 
acrecentamiento de los impuestos, intervención en las esferas del comer-
cio colonial, reducción de las autonomías de los Cabildos, quebranto de 
la altivez de los criollos, etc., se atacaron los elementos sobre los cuales la 
élite criolla fundamentaba y sustentaba su poder, razón por la cual protes-
77
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91       ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
El proceso independentista venezolano
taban y se producían inevitablemente los conflictos que conllevaron a la 
pérdida parcial de antiguos privilegios y autoridad local, comprendiendo 
esta élite criolla finalmente que la única manera de mantenerlos era pro-
moviendo la independencia (Meza, 1991: 131).
El problema del estudio del proceso independentista en Venezuela, es que se 
ha dado una versión muy nacionalista por parte de la historiografía tradicional 
oficial, la cual ha insistido en explicar la independencia como un proceso unifor-
me y un proyecto compartido por toda la masa societaria de la colonia, cuando 
es bien sabido que fue un proyecto concreto de los criollos del centro y no una 
revolución de la población toda en la que participaron los blancos, los pardos, 
los negros y los nativos sin distinciones de ningún tipo y sin ningún conflicto 
entre ellos.
El proyecto independentista nació con un fin muy específico: la intención de 
hacerse del control político y económico por parte de la elite criolla mantuana y 
no como un proyecto para instaurar la igualdad social; es desde esta perspectiva 
que lo debemos estudiar para poder explicarnos por qué adquirió distintos rit-
mos y desencadenó distintas reacciones tanto a favor como en contra en el seno 
de los diversos sectores coloniales a nivel regional y local
Las revoluciones independentistas hispanoamericanas en sí adquirieron ca-
racteres propios en función de la realidad que envolvía a cada una de las colonias, 
pero todas fueron impulsadas por la crisis que la corona española atravesaba en 
cuanto al ejercicio de su propia soberanía en los territorios peninsulares, aunado 
al hecho de variables bien puntuales relacionadas a la política borbónica aplica-
da en los territorios coloniales que crearon descontento en el sector terratenien-
te representado por los criollos y acentuaron los conflictos de clases entre los 
blancos peninsulares, los blancos criollos y los pardos, principalmente.     
Conflicto de clases que se avivó con la política metropolitana que asignaba 
los altos cargos gubernamentales a los blancos peninsulares en detrimento de los 
criollos  a quienes sólo se les otorgó una pequeña cuota de poder con sus parti-
cipaciones en los cabildos o ayuntamientos, lo que creó una gran rivalidad entre 
estos sectores y resquemores que se afianzaron en el criollo que ya establecía las 
diferencias entre los americanos y los peninsulares y se creía en derecho de ejer-
cer el poder político en sus tierras.    
Durante la primera mitad del siglo XVIII a los criollos se les permitió com-
prar cargos, y en la década de 1760 la mayoría de los jueces de las audien-
cias de Lima, Santiago y México eran criollos, vinculados a la élite local por 
el parentesco o los intereses. Se produjo entonces una reacción española: la 
metrópoli empezó a reafirmar su autoridad, a reducir la participación crio-
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91        ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo78
lla en el gobierno y a romper los vínculos entre los burócratas y las familias 
locales. Los nombramientos para cargos superiores en la Iglesia, la admi-
nistración y el ejército volvieron a ser para los europeos en un esfuerzo por 
desamericanizar el gobierno de América (Lynch, 2001: 23 – 24). 
En este sentido. este artículo busca reexaminar las narrativas tradicionales sobre 
la independencia venezolana, cuestionando la visión historiográfica oficial que la 
presenta como un proceso uniforme y consensuado. ¿Fue el proceso independen-
tista venezolano una revolución social o un proyecto elitista? En un intento por 
responder a esta interrogante, el objetivo principal es argumentar que la indepen-
dencia fue, en realidad, un proyecto específico impulsado por la élite criolla cara-
queña en respuesta a las políticas borbónicas restrictivas, más que un movimiento 
revolucionario inclusivo. A través del análisis de las dinámicas de clase y las tensio-
nes regionales, el estudio pretende reflexionar sobre cómo el proceso independen-
tista se transformó gradualmente en una guerra civil compleja, donde diferentes 
grupos sociales y regiones asumieron posturas diversas, algunas incluso favorables 
al realismo, como en los casos de Maracaibo y Guayana.
1. EN TORNO A AL REVISIONISMO HISTORIOGRÁFICO
El estudio del proceso independentista venezolano ha sido abordado desde 
perspectivas historiográficas divergentes, lo que ha generado un debate signifi-
cativo entre narrativas nacionalistas y enfoques críticos. La visión tradicional, in-
fluenciada por el discurso nacionalista, presenta la independencia como una gesta 
heroica y homogénea liderada por un pueblo unido contra la opresión colonial. 
Este discurso nacionalista, en el caso venezolano, se conjuga y combina con el 
denominado “bolivarianismo”, que es la exaltación de la figura de Simón Bolívar 
como el Libertador y “Padre de la patria”, en donde el resto de los republicanos, de-
nominados “patriotas”, forman una suerte de panteón de héroes que propiciaron la 
sociogénesis de la nación venezolana. Obras como Venezuela Heroica1, de Eduardo 
Blanco (1983), marcarían el estilo epopéyico de la narrativa independentista que 
sería una norma, particularmente en la enseñanza de la historia de Venezuela. 
Los trabajos historiográficos posteriores, ya con un carácter más marcada-
mente científico, como el de Vallenilla Lanz2 (1919) marcan un alejamiento de 
1	 Venezuela Heroica, publicada por Eduardo Blanco en 1881, retrata las batallas cruciales de la inde-
pendencia venezolana. La primera edición incluye cinco relatos sobre las batallas de La Victoria, 
San Mateo, Las Queseras del Medio, Boyacá y Carabobo. En la segunda edición se añaden seis 
más. Este texto destaca por su estilo romántico, donde el autor exalta las hazañas de los héroes y 
su lucha por la libertad, utilizando recursos líricos que intensifican la épica de los eventos narra-
dos. Para efectos de este artículo, se utilizó la edición de la Biblioteca Cecilio Acosta, de 1944.
2	 Cesarismo Democrático, escrito por Laureano Vallenilla Lanz en 1919, analiza la guerra de indepen-
dencia de Venezuela como una guerra civil impulsada por diferencias de clase y raza. Lanz propone la 
79
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91       ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
El proceso independentista venezolano
esa visión epopéyica de la lucha entre patriotas y realistas. El autor señala que la 
guerra de independencia fue de carácter civil, en tanto que la gran mayoría de 
beligerantes eran nacidos en territorio venezolano, en una lucha de clases por 
el dominio de la sociedad, particularmente entre los blancos criollos y pardos, 
estos últimos en resistencia hacia el dominio mantuano, por lo que prefirieron 
—por un buen período de tiempo— mantenerse leales a la corona española.
Guerra (1999) cuestiona esta narrativa nacionalista al destacar que la inde-
pendencia fue, en gran medida, un resultado de la crisis de la Monarquía Hispá-
nica, caracterizada por tensiones internas y conflictos regionales que desdibujan 
la idea de una nación unificada luchando por su libertad. Según el autor, las re-
voluciones hispanoamericanas deben entenderse como procesos multifacéticos 
impulsados por dinámicas locales y regionales, más que como movimientos na-
cionales cohesivos.
Lynch (2001) complementa este análisis al señalar que el conflicto venezola-
no no fue únicamente una guerra contra España, sino una guerra civil comple-
ja en la que la fragmentación social y las diferencias de clase jugaron un papel 
crucial. Lynch subraya cómo las políticas borbónicas exacerbaron las tensiones 
entre criollos, peninsulares y sectores populares, como pardos y negros. Estas 
tensiones llevaron a que algunos grupos apoyaran la causa realista, no por lealtad 
a la corona, sino como una forma de resistencia al dominio criollo. Este enfoque 
destaca cómo las élites regionales y locales moldearon el proceso de indepen-
dencia en función de sus intereses específicos, desafiando la narrativa oficial que 
idealiza la lucha como un esfuerzo colectivo.
El contraste entre las perspectivas nacionalistas y críticas es evidente al ana-
lizar el papel de la élite criolla en el liderazgo del movimiento independentista. 
Mientras que la narrativa oficial idealiza a los líderes patriotas como defensores 
de la igualdad y la libertad, Guerra (1999) sostiene que la independencia no fue 
una revolución social inclusiva, sino un proceso político liderado por las élites 
caraqueñas para recuperar privilegios perdidos debido a las reformas borbóni-
cas. Este análisis explica cómo las provincias leales a la corona, como Maracaibo 
y Guayana, actuaron en función de sus intereses económicos y políticos, refle-
jando la diversidad de posturas en el conflicto.
El análisis historiográfico también revela cómo la construcción de una narrati-
va nacionalista fue utilizada como herramienta política. Guerra (1999) argumenta 
que las historias patrias escritas en el siglo XIX buscaron homogeneizar el relato 
teoría del “gendarme necesario”, sugiriendo que una autoridad caudillista es esencial para controlar 
una sociedad anárquica y mestiza. Su obra justifica dictaduras, influyendo en regímenes como el de 
Gómez y Pérez Jiménez, y refleja el contexto de crisis y búsqueda de orden en la Venezuela del siglo XX.
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91        ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo80
de la independencia para legitimar los proyectos políticos de las élites dominantes. 
Este uso político de la historia contrasta con la evidencia documental, que muestra 
que la lucha por la independencia estuvo marcada por una fragmentación territo-
rial y social. Retomar estas perspectivas críticas permite desmitificar la narrativa 
oficial y comprender la independencia venezolana como un proceso complejo, di-
námico y profundamente influenciado por las estructuras coloniales.
2. REFORMAS BORBÓNICAS: DE REFORMA TERRITORIAL A 
GERMEN A PARTIR DE NUEVAS DINÁMICA SOCIALES
Ese esfuerzo hecho por la metrópoli para retomar las riendas de sus territorios 
americanos, representó para los criollos una amenaza a sus intereses y un despla-
zamiento de las esferas de poder a las cuales ya se le había permitido acceder y 
que nuevamente se le negaban, en un intento de volver a conquistar a América 
La segunda conquista de América se vio reforzada por las continuas olea-
das de inmigración procedentes de la península, cuando burócratas y 
comerciantes llegaron en tropel en busca de un nuevo mundo, digno de 
los españoles, donde continuaban siendo preferidos en la alta administra-
ción, y donde el comercio libre favorecía a los monopolistas peninsula-
res. El decreto de 1778 fue la señal de una inmigración renovada y de un 
nuevo proceso de control…Durante el período de 1780 – 1790 el nivel 
de inmigración desde España a América fue cinco veces más alto que en 
1710 – 1730” (Lynch, 2001: 22 – 23).
Las nuevas oleadas de españoles promovidas con la política borbónica crea-
ron un conflicto de clases por la competencia que el peninsular y el criollo esta-
blecieron para acceder a los cargos administrativos equivalentes al ejercicio del 
poder político en las colonias, tan ambicionado por los criollos que veían en los 
peninsulares a los usurpadores de sus derechos como americanos.  Además, la 
disminución de la participación criolla en los cabildos y ayuntamientos, su prin-
cipal palestra política, desde la cual ejercía control de la ciudad y la instauración 
de las gracias al sacar por medio de las cuales los pardos podían gozar de los pri-
vilegios que tradicionalmente habían sido de exclusividad para los peninsulares 
y los criollos terminaron por detonar la estabilidad del orden colonial. 
La emanación de la Real Cédula de Gracias al Sacar3 significó para los crio-
llos la pérdida de su estatus social al permitir el ascenso a los pardos conside-
3	 Según Lynch (2001: 26), “Se permitió a los pardos ingresar en la milicia, lo que les dio acceso a fueros, 
prestigio y riqueza en una medida de la que muchos blancos no gozaban. También podían comprar 
la blancura legal mediante la adquisición de cédulas de gracias al sacar. Por una ley del 10 de febrero 
de 1795 se ofreció dispensa de la condición social de pardo previo pago de la suma de 1500 reales de 
vellón, que en 1801 fue rebajada a 700 reales. A los solicitantes afortunados se les autorizaba a recibir 
educación, casarse con personas de raza blanca, ocupar cargos públicos y ordenarse sacerdote”
81
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91       ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
El proceso independentista venezolano
rados por ellos gente de color descendiente de esclavos con un origen no muy 
claro ni prestigioso, y por otro lado se constituyó en una amenaza para seguir 
manteniendo el statu quo en las colonias4, lo que generó en el caso de Venezue-
la reacciones fervorosas en su contra y que se dejaron sentir desde los cabildos 
El cabildo de Caracas se opuso fuertemente a dar el pase a la real cédula, 
alegando los grandes daños que originaría su sola publicación, y en varias 
representaciones expuso ante el Rey las razones que tenía para impetrar 
su modificación.
Igual cosa hizo el Cabildo de Maracaibo, negándose a publicar por ban-
do el Real Arancel, por considerar que produciría hondos trastornos 
en el orden social y un peligro inminente para la paz pública (vallenilla 
Lanz,1983:184).
Sin duda alguna los conflictos derivados de las diferencias marcadas que en 
cuanto a origen racial se establecieron en la sociedad colonial, junto a la crisis 
política española de 1808, a la implantación por los reyes Borbones de un severo 
control en las colonias y a las influencias de ideas y movimientos revoluciona-
rios externos, resquebrajaron las bases del ordenamiento colonial dando curso a 
la emancipación de Hispanoamérica pero a un alto costo derivado de cruentas 
guerras civiles, como es el caso de la guerra de independencia venezolana. 
El carácter de guerra civil que adquirió el proceso de independencia se expli-
ca en que fue principalmente un enfrentamiento entre bandos que compartían 
una misma territorialidad y una misma identidad, aunque existieran diferencias 
sociales entre ellos.
Las revoluciones hispanoamericanas no perseguían en sus principios la bús-
queda de una emancipación nacional ni mucho menos fueron un acto de na-
cionalismo, como han querido connotar las historias patrias, escritas bajo los 
lineamientos del poder y utilizadas como un instrumento de homogenización y 
afianzamiento de los distintos proyectos políticos, surgidos a la par del proceso 
independentista. No puede plantearse la existencia de unas hipotéticas nacio-
nalidades cuando no eran una realidad dentro del imaginario colectivo, que se 
sentía parte de España. Para el americano, por ejemplo, tan sólo lo diferenciaba 
del peninsular el haber nacido en América, por lo que es evidente que lo que sí 
existía era una nacionalidad hispánica
4	 Lynch (2001: 28) refiere que “…los criollos perdieron confianza en el gobierno borbónico y empe-
zaron a dudar de que España quisiera defenderlos. Su dilema era real. Estaban atrapados entre el 
gobierno imperial y las masas populares. El gobierno les consentía privilegios pero no el poder de 
defenderse; las masas que se resentían ante los privilegios podían intentar destruirlos…Entonces 
tuvieron que aprovechar la oportunidad de obtener la independencia, no sólo para arrebatarle el 
poder a España, sino, sobre todo, para impedir que los pardos se hicieran con él”
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91        ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo82
Es en la óptica de la implosión de un conjunto político multicomunitario 
– del que el XX nos ofrece otros ejemplos – que hay que considerar la 
Independencia de la América Hispánica. Hay pues que tener en cuenta 
primero la estructura política de la antigua Monarquía hispánica y las mo-
dificaciones que experimentó bajo los Borbones, analizar los diferentes 
tipos de identidades políticas que existían en ella a finales del siglo XVIII; 
estudiar después, sin prejuicios teleológicos, esa crisis política inédita que 
comienza en 1808, y que va a desquiciar las relaciones entre los dos lados 
del Atlántico” (Guerra, 1999:47).
La historiografía oficial venezolana ha querido hacer del proceso de inde-
pendencia la gesta en la que homogéneamente un pueblo se levantó contra su 
opresora, España, siguiendo los ideales de la libertad, la igualdad y fraternidad, 
cuando la documentación escrita en la época deja bien claro que en el proceso 
de independencia participaron diversos sectores a ritmos muy disímiles deter-
minados por sus propios intereses, con posiciones a favor o en contra según las 
circunstancias dadas.
Partiendo del 19 de abril de 1810 como la fecha en la que se reveló Caracas 
a favor de la independencia se ha creado todo un discurso nacionalista que con-
tradice la realidad de la época, ya que en la sociedad colonial no existía una con-
ciencia de nación o patria que no estuviera vinculada a sus espacios más propios, 
las regiones y localidades, o en su defecto a la metrópoli española. Situación que 
se explica si se toma en cuenta que los territorios que conformaron la Capitanía 
General de Venezuela en 1777 mantenían pocas relaciones entre sí debido a las 
dificultades geográficas y fueron formándose con rasgos autonómicos muy dis-
tintivos debido a la poca autoridad que las leyes otorgaron al capitán general y 
a los gobernadores provinciales; lo que de alguna manera determinó la posición 
que cada espacio asumió frente al proyecto propuesto por la elite caraqueña. 
Un proyecto que en principio no fue más que un movimiento en defensa de 
la propia hispanidad que se vio amenazada en la metrópoli por la invasión fran-
cesa y las abdicaciones de Bayona en contra de la soberanía española pero que 
al compás de las circunstancias dadas se transformó en la coyuntura que la elite 
criolla esperaba para hacerse del ejercicio de poder aprovechando la desestabili-
dad política que reinaba en la provincia, derivando en una guerra civil motivada 
por los esfuerzos metropolitanos de recuperar el control en los territorios vene-
zolanos sumados al proyecto caraqueño. Guayana, Maracaibo y Coro sirvieron 
como bases de operación para la arremetida en contra de los alzados, recordemos 
que estas se negaron a reconocer la autoridad caraqueña 
Guayana, escasamente poblada y sin más que unas comunicaciones muy 
tenues con Caracas, optó por reconocer la regencia de Cádiz. Maracaibo, 
83
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91       ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
El proceso independentista venezolano
cuyos mercaderes llevaban mucho tiempo compitiendo con Caracas por 
el comercio del chocolate con México y por otras ventajas comerciales, 
y cuyos líderes veían pocos motivos para secundar a sus adversarios ca-
raqueños, se opusieron firmemente a la junta y persistieron en su lealtad 
incondicional a España. Coro, sede del primer gobierno español en Ve-
nezuela en el siglo XVI, se opuso de modo especial a las pretensiones de 
Caracas, alegando que si era necesaria una junta coordinadora para Ve-
nezuela, la lógica exigía que estuviese en la más antigua de sus ciudades 
administrativas, es decir, en Coro (Lombardi, 1985: 139).
3. JOSÉ DOMINGO DÍAZ O EL TEMOR AL CAOS ANTE INTERESES 
DESENFRENADOS
En el seno de la propia elite criolla caraqueña existían posiciones encontradas en 
cuanto al desconocimiento o no de la autoridad peninsular, lo que contribuyó a que 
los enfrentamientos armados adquirieran la connotación de guerra civil5: Entre los 
criollos que se mantuvieron firmes a la causa metropolitana figuró José Domingo 
Díaz, médico, cronista e historiador nacido en Caracas el 3 de agosto de 1772
Entre 1810 y 1811 redactó junto con Miguel José Sanz, el Semanario de 
Caracas, el periódico político-literario más importante de aquella época. 
Tras el triunfo de Domingo de Monteverde ante las fuerzas patriotas en 
1812, fue nombrado por éste como inspector de los hospitales de Caracas y 
director de la Gaceta de Caracas. Con la llegada de Simón Bolívar (1813), 
tuvo que abandonar el país y refugiarse en Curazao, donde escribió varios 
artículos contra la causa republicana. En 1814 regresó a Venezuela, y al 
año siguiente se encargó de nuevo de la redacción de la Gaceta de Caracas. 
Durante el período que estuvo al frente de la dirección de dicho periódi-
co (1815-1821), manifestó sus ideas contrarias a la causa independentista. 
En 1814 fue nombrado secretario de Gobierno y en 1816 recibió la orden 
Caballero de Isabel la Católica por sus servicios a la causa relista. También 
fue secretario particular del general Pablo Morillo en Venezuela; durante 
el ejercicio de esta función, le fueron encomendados papeles y documen-
tos provenientes del Libertador, decomisados por los realistas en algunas 
acciones; estos documentos fueron quemados al huir Díaz a Puerto Rico, 
ante la aproximación de José Francisco Bermúdez en 1821. Encontrándose 
en dicha isla, desempeñó algunos cargos políticos del Gobierno español: 
intendente de la Real Hacienda y protector de la Sociedad Amigos del País. 
Luego se trasladó a España, coincidiendo su llegada con el reconocimiento 
5	 “Se designa con este nombre el rompimiento de paz entre dos grupos de ciudadanos de un mismo 
país, conflicto que sólo puede resolverse por medio de las armas. En las guerras civiles no se apli-
can las normas de carácter internacional que protegen a los beligerantes, y cada uno de los grupos 
combatientes trata al otro como rebelde. Al haber dos poderes, cada uno de los cuales titúlase legal, 
éstos chocan no sólo en el campo de batalla, sino en las retaguardias” (Cabanellas, 1974, 275) 
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91        ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo84
de la independencia de Venezuela por parte de la nación ibérica. En Cádiz 
fue acusado por la prensa de “enemigo público de la constitución (Rodrí-
guez, 2002 en www.venezuelatuya.com, 21/09/05; 10: 24 am).
Este personaje de la elite criolla caraqueña analizó de forma muy crítica el 
panorama político de Venezuela y las posiciones asumidas por los bandos en 
conflicto, que no fueron dos únicamente (peninsulares y criollos) sino la so-
ciedad en su totalidad; los sectores que siempre habían sido oprimidos por las 
elites blancas se sumaron al conflicto dependiendo de los beneficios ofrecidos a 
su favor por los blancos. Refiere al respecto en una comunicación enviada a Su 
Majestad el rey Borbón Fernando VII, en Madrid el 28 de enero de 1821, luego 
que ya la cusa independentista está prácticamente ganada en Venezuela
El populacho de Venezuela compuesto de algunos blancos viciosos y des-
preciables y de la mayor parte de los pardos, indios, sambos y negros, ni 
tiene opinión alguna, ni sigue decididamente un partido por inclinación, 
convencimiento ó virtud. Toma aquel que le proporciona mas licencia y 
medios del pillage y de la satisfacción de sus mas vergonzosas pasiones, y 
le abandona tan pronto como desaparecen sus esperanzas. Los mismos 
que en 1813, y 14,, fueron valientes españoles en la Puerta, Urica y Ma-
turín bajo las banderas de Boves, fueron tambien después los que forma-
ron la célebre caballeria del disidente Paez (Archivo General de Indias, en 
adelante A.G.I.; Año: 1820; Folio: 8)
El conflicto civil en Venezuela estuvo determinado por las grandes diferen-
cias sociales establecidas durante la colonia que de alguna manera implosiona-
ron a raíz de la ruptura con la autoridad española, lo que generó un alto nivel de 
violencia entre las masas y conllevó a desencadenar los distintos escenarios del 
proceso independentista. 
La vida de la primera república criolla derivada de la formación de la Junta 
Conservadora de los derechos de Fernando VII y confirmada con la declaración 
de la independencia el 5 de julio de 1811 fue corta como también lo fue la de su 
constitución de corte federal, la cual agudizó el descontento de los pardos y el 
resto de las masas desposeídas hacia los criollos, ya que a pesar de establecer los 
principios de la igualdad y la libertad en la práctica siguió manteniendo el or-
den ya establecido al excluir de los derechos como votantes a los que no poseían 
ninguna propiedad y al mantener la institución de la esclavitud, aunque con la 
novedad de prohibir la trata de esclavos. 
Dicho descontento fue aprovechado por los realistas los cuales al mando del 
capitán Domingo Monteverde penetraron desde Coro con refuerzos llegados 
de Puerto Rico reconquistando el occidente del país, ni Miranda nombrado co-
85
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91       ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
El proceso independentista venezolano
mandante en jefe con poderes dictatoriales por los republicanos pudo frenar la 
arremetida española a la cual se unió Boves en los llanos. En mayo Monteverde 
llegó a Valencia con sus tropas y a principios del mes de julio Bolívar fue vencido 
en Puerto Cabello, finalmente Miranda capituló ante Monteverde el 25 de julio 
de 1812 y entró triunfante en Caracas con su ejército conquistador. Miranda fue 
arrestado en La Guaira por los mismos patriotas y dejado a merced de las autori-
dades españolas hasta su muerte.
A su llegada a Caracas Monteverde se dedicó a la persecución de todo aquel 
que de algún modo estuviera vinculado a la causa republicana o fuera sospechoso 
de ello, con lo que agravó mucho más la situación de la guerra. José Domingo Díaz 
a pesar de su posición realista en la comunicación ya citada planteó al Rey que  
Por desgracia Don Domingo de Monteverde, valiente soldado y buen 
español, no era el hombre que podía dar la calma a un pueblo turbado. 
Estaba muy distante de llevar al cabo la obra más delicada para grandes 
cabezas, por sus ningunos conocimientos del hombre y de los gobiernos: 
por su ignorancia en el verdadero cuido y causas de aquella revolución, 
y en el carácter y circunstancias de las personas y familias; y en fin por la 
misma sinceridad, austeridad y extrañeza de mi conducta y costumbres. 
El vió exaltarse el partido de los isleños de Canarias, de donde es natural 
y no pudo o no creyó conveniente reprimirlo. Esta exaltación fue propor-
cional a su carácter y maneras, y una grosera prisión universal de cuantos 
compatriotas nos habían tomado directa ó indirecta, voluntaria o invo-
luntariamente partido en la época anterior, fue sumida en las bóbedas de 
La Guaria y Puertocabello, en donde muchos espiraron después de sufri-
mientos inauditos (A.G.I.; Año: 1820; Folio: 15).
Es menester señalar que no todos los realistas o republicanos llevaron a nive-
les tan radicales el conflicto hubo quienes mantuvieron firmes sus ideas a favor 
o en contra de la independencia pero al margen de las medidas que a nivel de 
los ejércitos armados, de las guerrilas y revueltas de pardos y negros se tomaron 
y que acarrearon un sin fin de muertes civiles atroces que muchas de las veces 
fueron el producto de la rapiña y de la necesidad de aprovisionamiento de los 
bandos o del exacerbado revanchismo contra los partidiarios del enemigo 
En 1813 los republicanos iniciaron sus intentos de recuperar el poder, desde 
Oriente los generales Mariño, Bermúdez y Piar actuaron a favor de la causa y 
desde Cúcuta en la Nueva Granada, Bolívar avanzó con sus tropas hacia Cara-
cas atravesando los Andes venezolanos en lo que la historiografía tradicional ha 
denominado la Campaña Admirable. Durante esta nueva arremetida patriota 
se decretó en Trujillo la guerra a muerte a los españoles y canarios, con lo que 
Bolívar dio pie a un recrudecimiento de la contienda civil que se tornó mucho 
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91        ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo86
más violenta y cobró un mayor número de muertes. Como bien lo señaló José 
Domingo Díaz a Su Majestad 
Este año de sobresaltos, estravios y disgustos fue terminado por la ocupa-
ción de la capital hecha por Simón Bolívar el 5 de agosto de 1813. Queda-
ron con ellas libres muchos centenares de los presos que respirando vengan-
za y siguiendo los impulsos mas activos de su pasiones, hicieron una mas 
cruel y violenta aquella reacción, es executando en la campaña la mas horri-
ble y escandalosa guerra a muerte y sacrificando en los pueblos por los mo-
dos más horribles, crueles é inauditos á millares de españoles europeos, aun 
aquellos que por muchos años habían sido el honor y la gloria de nuestra 
patria. ¡Reacción horrible cuya memoria solo servirá para conocer hasta que 
punto pueden llegar la perversidad del corazón humano, la exaltación de las 
pasiones injustas, el frenesí revolucionario” (A.G.I.; Año: 1820; Folio: 15)
Los dos bandos aplicaron los mecanismos más violentos en contra de sus 
detractores, lo que contraría la posición idealista asumida por la historiografía 
tradicional venezolana que nos presenta a los realistas como los crueles, los san-
guinarios explotadores de las masas, cuando los criollos alistados en el ejército 
patriota ejecutaron acciones igual o más crueles muchas veces sin hacer distin-
ción entre sus víctimas.
4. EL CONFLICTO DE INTERESES Y EL CAOS
La guerra de independencia no debe seguir siendo estudiada como una guerra 
entre dos bandos bien definidos en la cual hubo un opresor (España) y un oprimido 
(Venezuela) que se reveló ante él, fue más bien una guerra de guerrillas con diversos 
actores que en sí defendían sus propios intereses. España, luchaba con sus ejércitos 
por mantener el control en sus colonias, los criollos estaban movidos por su deseo 
de perpetuarse en el poder como elite dominante y los pardos, negros, mestizos y 
aborígenes perseguían como fin primordial la tan deseada libertad e igualdad social.
Hacia 1814 la república vuelve a caer en manos de los realistas esta vez con-
ducidos por Boves6, quien con su ejército de llaneros descontentos por las “Or-
denanzas de llanos” decretadas en 1811 en las cuales se prohibía violar la pro-
piedad privada y se obligaba a los llaneros libres registrarse y establecerse en las 
6	 “En la historiografía de la independencia venezolana José Tomás Boves aparece como arquetipo 
del <<malo>> monárquico, un caudillo que se distinguía del resto de los combatientes por su escasa 
moralidad y por un carácter despiadado que le hacía dar muerte a inocentes y enemigos por igual. 
Ciertamente, Boves demostró ser un enemigo implacable, dispuesto a confiscar y saquear cualquier 
cosa de valor que encontrara a mano. Pero su reputación de hombre sediento de sangre parece muy 
exagerada. Los patriotas utilizaban sus métodos con el mismo entusiasmo con que, a su vez, trataban 
de reconquistar Caracas. Todos los participantes de esta destructiva guerra civil creían necesario matar 
saquear, robar e incendiar con el fin de sobrevivir y poder luchar un día más. “ (Lombardi, 1985: 155)
87
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91       ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
El proceso independentista venezolano
haciendas a merced del patrón (Lynch, 2001:203) hizo huir por miedo a sus 
medidas atroces de matanzas y pillaje a los patriotas de Caracas hacia Barcelona 
al conocerse de su cercanía a la capital
A finales de ese mismo año la situación política en la península se equilibró 
con la vuelta al trono de Fernando VII, el cual tomó las medidas para recon-
quistar a América y reconstruir el imperio español enviando para ello a Pablo 
Morillo a la cabeza del ejército expedicionario 
En 1816 el panorama parecía estar controlado por los españoles pero el ejér-
cito republicano fue acumulando pequeñas victorias a su favor que le dieron 
fuerza moral y Bolívar en el exilio organizó desde Haití una expedición a la costa 
central de Venezuela para atacar Caracas y sus periferias, desembarcó en Ocu-
mare pero en su intento fracasó por la poca receptividad de sus pobladores a la 
causa y la rápida actuación de los realistas. Pero a pesar de esta derrota, los llanos 
y el oriente poco a poco eran controlados por los jefes patriotas. Páez se había 
convertido en un foco de desequilibrio en el orden monárquico.
Con la toma de Guayana por parte de Bolívar se terminó de consolidar el 
triunfo republicano, se promovió el Congreso de Angostura, se creó el Correo 
del Orinoco para promocionar la causa independentista y quedó instaurada la 
Tercera República, con esta base de operaciones a los patriotas les fue mucho 
más fácil vencer al enemigo en Boyacá y Bogotá y concretar la unión de Venezue-
la, Nueva Granada y Ecuador en la República de Colombia. 
Para los realistas como José Domingo Díaz las causas de las derrotas sufridas 
por el ejército español radicaban no en su poca fortaleza bélica sino en su falta 
de recursos y en su poca aclimatación al medio
Tantas y tan penosas campañas, la insalubridad de los climas, las continuas 
privaciones y miserias, las enfermedades y otras causas de igual naturaleza 
disminuian asombrosamente un exército, y era preciso reemplazarlo con 
americanos, ó por mejor decir con las castas. Esta operacion indispensable 
atacaba á la agricultura y á las artes de necesidad, cuyo brazo las quitaba y lo 
que es peor no habiendo los medios suficientes para pagar debidamente a 
unos hombres que se arrancaban de las respectivas comodidades de sus ca-
sas hacerse desertores y bandoleros en lugar de soldados. Pero no habia otro 
medio que elegir entre hacer soldados de las castas o abandonar a Venezue-
la. Asi: ella no podia adquirir incremento alguno á pesar de aquella tranqui-
lidad que nacia de la presencia de la guerra (A.G.I.; Año: 1820; Folio: 18).
Lo cierto es que a pesar de la firma del tratado de regularización de la guerra 
en Trujillo por parte de Bolívar y Morillo en 1820, el conflicto civil en Venezuela 
no se vió opacado hasta 1821, año en el que la Batalla de Carabobo y la posterior 
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91        ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo88
caída de Cartagena en manos del ejército patriota sellaron la independencia de 
gran parte del territorio de la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de 
Nueva Granada. Al respecto comenta José Domingo Díaz, inmortalizando la 
visión del vencido   
… la fortuna iba á abandonar en otra parte al partido español de Venezuela. 
Ella habia ya escrito en su libro inmortal que la llanura de Carabobo tan 
funesta para nosotros en 1813,, y 1814,, habia de serlo tambien en 1821. 
nuestro exército esperó allí al enemigo, y el 24,, de junio contra las espe-
ranzas y debidos cálculos de toda la Costafirme española, y aun de los mis-
mos disidentes fué enteramente disuelto á pesar de los esfuerzos del Genela 
engefe, que en tan críticos momentos hizo siempre las veces de General, 
comandante, capitan y soldado, cargando á la cabeza de los batallones que 
entraron en combate, y viendo con desesperación que ochenta caballos ene-
migos hicieron huir en los instantes mas precisos á 1300,, caballos nuestros 
á toda aquella célebre caballeria de la vanguardia, tan predilecta, y distingui-
da por todos. Esta fuga incomprensible, inesperada y misteriosa, escusada 
por cuerpos tan acreditados y de la cual solo se exceptuaron los pequeños 
escuadrones de guías y dragones leales, traxo la pérdida de mi patria que ya 
vió abierto por todas partes su acceso al afortunado vencedor. 
Los cuerpos de infantería del exército se dispersaron entónces, y el primer 
batallon de Valencia emprendió su retirada hácia la ciudad de Valencia y 
Puertocabello, burlándose de todo el exército enemigo que le cargó sin 
cesar, y causándole una pérdida considerable. El entró en Puertocabello el 
25,, y sucesivamente un asombroso número de dispersos, cuya vista exci-
taba un contraste singular comparando aquellos soldados destrozados y 
exánimes con los que miramos arribar á nuestras costas en mayo de 1815 
(A.G.I.; Año: 1820; Folio: 12).
Bolívar supo aprovechar la posición estratégica de Guayana para consolidar 
su éxito en el norte y entrar a Caracas triunfante. Hacia 1823, Maracaibo, último 
bastión leal a la corona española en el territorio venezolano queda independi-
zada y con ello se concretó el triunfo de la causa republicana, pero a un enorme 
costo de vidas civiles y de pérdidas económicas funestas que dejaron desolados 
los campos e inhabilitados grandes sectores del territorio venezolano que antes 
habían sido fructuosos productores económicos 
La vida republicana a pesar del triunfo independentista tuvo que enfrentar 
nuevas contradicciones derivadas de la tradición autonómica de las provincias 
sumadas al territorio colombiano, de los conflictos sociales arrastrados del viejo 
orden colonial y de las pretensiones de poder de los caudillos independentistas, 
lo que poco a poco fue minando la vida de la República y derivó en su fragmen-
tación. Ya para 1826 Venezuela queda en la práctica separada de Colombia y 
89
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91       ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
El proceso independentista venezolano
en 1830 se instaura como república independiente al mando de José Antonio 
Páez, el mismo que había sido el dolor de cabeza para los realistas en los llanos se 
convirtió posteriormente en el talón de Aquiles del proyecto Bolivariano y en el 
conductor de la vida política venezolana en los lustros posteriores. 
Como bien lo predijo José Domingo Díaz en su comunicación enviada al 
Rey Fernando VII:
Estoy persuadido de que Bolivar lo esta su ruina, si habiendo llegado ya 
el tiempo señalado, no cumple las inconsideradas promesas que le dicta-
ron las circunstancias y su imprevisión. No importa que haya procurado 
sacrificar, en lo mas peligroso de los combates á 8000 soldados extranjeros 
á quienes llamó a sus banderas con ofrecimientos enormes, en las épocas 
de su abatimiento, o que hayan […] den por la desnudes, la miseria, ó la 
insalubridad de los climas. Estos harían, existiesen reclamaciones capaces 
de hacerse callar por la fuerza del partido americano a quien habían sido 
cumplidas las promesas; pero la falta de cumplimiento para con este, o 
mas bien para con hombres en quienes no hay mas opinión que su interés 
y esperanza, debería traher por si misma la desgracia del gefe que las hizo, 
ó la ruina absoluta del país que debe darlo (A.G.I.; Año: 1820; Folio: 25).
CONSIDERACIONES FINALES
La independencia venezolana, tradicionalmente presentada como un proce-
so uniforme, fue en realidad un fenómeno heterogéneo marcado por profundas 
divisiones sociales, económicas y regionales. La élite criolla caraqueña, principal 
impulsora del movimiento, actuó motivada por el descontento hacia las políti-
cas borbónicas restrictivas que limitaban su poder político y económico. Esta 
iniciativa, lejos de ser un proyecto colectivo nacional, respondió inicialmente a 
los intereses específicos de un grupo privilegiado que buscaba mantener y expan-
dir su influencia.
La participación de otros sectores sociales, incluyendo pardos, negros y abo-
rígenes, no fue inmediata ni uniforme, sino que se desarrolló gradualmente y res-
pondió a motivaciones diversas. Este aspecto fundamental del proceso ha sido 
frecuentemente minimizado por la historiografía tradicional, que ha preferido 
construir una narrativa de unidad nacional que no refleja la compleja realidad 
del período. La transformación del conflicto en una guerra civil evidencia las 
tensiones preexistentes en la sociedad colonial.
El análisis de las dinámicas regionales revela otro aspecto crucial del proceso: 
la resistencia de provincias como Maracaibo y Guayana al proyecto indepen-
dentista. Estas divergencias territoriales, junto con la postura de figuras realistas 
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91        ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Angélica Marielena Arámbulo Arámbulo90
como José Domingo Díaz, demuestran que la ruptura con España no fue un de-
seo universal ni homogéneo. Las particularidades locales y los intereses especí-
ficos de cada región jugaron un papel decisivo en la configuración del conflicto.
La revisión crítica del proceso independentista requiere el reconocimiento 
de las contribuciones y resistencias de sectores tradicionalmente marginados en 
la narrativa oficial. La exaltación de figuras heroicas y el discurso bolivariano han 
tendido a simplificar una gesta que estuvo marcada por contradicciones y luchas 
internas. Solo al incorporar estas perspectivas diversas se puede construir una 
comprensión más completa y matizada del período.
Las reformas borbónicas implementadas en el último cuarto del siglo XVIII 
actuaron como catalizador del descontento criollo. El incremento de impues-
tos, la intervención en el comercio colonial y la reducción de las autonomías 
de los Cabildos socavaron las bases del poder de la élite local. Esta pérdida de 
privilegios y autoridad llevó a la conclusión de que la independencia era el único 
camino para mantener su posición dominante.
Es fundamental impulsar investigaciones que profundicen en las dinámicas 
de poder y las tensiones de clase que caracterizaron el período independentista. El 
estudio de fuentes primarias y secundarias desde una perspectiva crítica permitirá 
reconstruir un mapa más preciso de los diversos procesos que convergieron en la in-
dependencia. Solo mediante este análisis inclusivo y multifacético se podrá superar 
la visión simplificada que ha predominado en la historiografía tradicional, recono-
ciendo la complejidad inherente a este período crucial de la historia venezolana.
REFERENCIAS 
BIBLIOGRÁFICAS
Blanco, Eduardo (1944). Venezuela Heroica. Biblioteca Cecilio Acosta
Cabanellas, Guillermo. (1974). Diccionario de Derecho Usual. Tomo II. 8ª edición. 
Editorial Heliasta. Buenos Aires. 
Guerra, Francois Xavier (1999). De lo uno a lo múltiple: dimensiones y lógicas de la inde-
pendencia. En: Independence and Revolutions in Spanih America: Perpectives and 
Problems. Editores: Anthony McFarlane y Eduardo Posada Carbó. Londres.  
Izard, Miguel. (1979). El miedo a la revolución. La lucha por la libertad en Venezu-
ela. Editorial Tecnos. 
Lombardi, Jhon V. (1985). Venezuela, la búsqueda del orden. El sueño del progreso. 
Editorial Crítica. 
Lynch, Jhon. (2001). Las revoluciones hispanoamericanas 1808 – 1826. Editorial 
Ariel Historia. Barcelona – España
91
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 75-91       ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
El proceso independentista venezolano
Vallenilla Lanz, Laureano. (1983). Obras Completas. Disgregación e Integración. 
Biblioteca Ayacucho. 
DOCUMENTALES
Archivo de Indias – España. Comunicación dirigida por José Domingo Díaz al Rey 
Fernando VII. Año 1820. Folios: 1 – 26. (Anexo)