Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ 
1. INTRODUCCIÓN 
La  globalización  se  muestra  como  un    fenómeno  social, 
económico,  tecnológico, científico.  Si bien es cierto que se le señala de 
propiciar  el  intercambio  comercial  y  cultural,  de  promover  el  avance 
científico y el   desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la 
comunicación; también es verdad que  se le acusa de, entre otras cosas, 
poner en riesgo la identidad de los países al implantar una cultura global e 
instaurar  una  competencia  desigual  al  llevar  a  participar  en  el  mismo 
juego    a  las  pequeñas  empresas  locales  y  a  los  grandes  bloques 
económicos. 
La globalización  se mira como un proceso  paradójico puesto que,  
por  un  lado,  promueve  la  inclusión  al  invitarnos  a  participar  como 
clientes  en  el  mercado  y,  por  otro  lado,  nos  excluye  cuando  nuestro 
poder adquisitivo no nos permite comprar los productos que se ofrecen 
en las vitrinas. Igualmente, la globalización fomenta la universalización al 
consentir el intercambio cultural o al propagar sueños, gustos y valores 
comunes  en  naciones  disímiles;  pero,  contradictoriamente,  despierta 
sentimientos  nacionalistas  en  pro  de  la  defensa  de  la  cultura  de  los 
pueblos  (UGALDE,  1998).      A  la  par,  la  globalización  favorece  el 
encuentro de dos o más personas a través de sus diferentes dispositivos, 
llegando a conformar comunidades donde, muchas veces, se comparten: 
…valores  minúsculos  que,  en  una  danza  sin  fin, 
entrechocan, se atraen, se rechazan en una constelación de 
vagos contornos, perfectamente fluidos… La unicidad de la 
constelación  en  cuestión  se  hace  a  partir  del 
entrecruzamiento y de la correspondencia de microvalores 
que  por  sedimentación  constituyen  el  suelo  de  la 
comunicación (MAFFESOLI, 2007, p. 27). 
Pero,  también,  la  globalización  siembra  el  desencuentro  al 
conducirnos a buscar relaciones y/o referentes distantes descuidando los 
más  inmediatos.  PÉREZ ESCLARÍN (2000) asevera que, en esta aldea 
global,    lo  lejano  se  aproxima mientras que  lo cercano  se  aleja.  Niños, 
jóvenes y adultos se han convertido en adictos al uso del celular y a las 
redes  sociales,  sumergiéndose  en  realidades  virtuales  generalmente 
triviales.  Establecen  relaciones  con  personas  desconocidas  y  distantes 
mientras,  irónicamente,  descuidan  las  relaciones  familiares,  vecinales.  
Estas dinámicas llevan a idolatrar lo foráneo, menospreciando o viendo 
con sospecha lo propio, lo autóctono.