Revista de Ciencias Humanas y Sociales. FEC-LUZ
Parece claro que si el patrimonio es una construcción social y su
investigación y conservación son, sobre todo, prácticas en las cuales los
profesionales no deben desconocer los contextos sociales y culturales
(AVRAMI et al., 2000), su dimensión pública es un eje de análisis
ineludible (SALERNO, 2013). Además, el involucramiento de las
comunidades locales es un aspecto que podría resolver potenciales
conflictos de interés en torno del Patrimonio, a la vez que contribuir en
su conservación y desarrollo (ALONSO, 2014; CASTILLO, 2015, 2016;
CONFORTI et al., 2015; WATERTON, 2015; ATALAY, 2012, entre
otros).
2.2. La dimensión antropológica del patrimonio
La noción de patrimonio ha sufrido un notable proceso de
expansión que le ha dado un carácter omnicomprensivo, pero a la vez
diverso y multivocal, a tal punto que, como señala ROTMAN (2015: 21),
se ha ido produciendo “un desdibujamiento en su concepción y una
flexibilidad que torna imprecisa su definición, contenidos y usos
sociales”. Por ello, en términos de la autora se vuelve necesario construir
nuevas preguntas que habiliten una discusión actualizada y un esfuerzo
intelectual que apunte a “sustentar y viabilizar la capacidad analítica de la
categoría” (p.21). Pero no sólo eso, sino que, al mismo tiempo, “tienda a
mantener, a asegurar su capacidad como estrategia, como recurso de
confrontación, de demanda, de sectores sociales que bregan y disputan
por su reconocimiento y legitimación” (p.21). En suma, se propone
entender al Patrimonio como un campo permeado por las desigualdades,
los conflictos y el poder.
Mucho se ha discutido desde las diferentes perspectivas teóricas
sobre la viscosidad del concepto de patrimonio y sus usos
contemporáneos (HEWISON, 1987; LOWENTHAL, 1996, ver también
RIVOLTA et al., 2014; etc.). Como lo expresa ENDERE (2016: 48) el
patrimonio cultural ha comenzado a ser, en este siglo, “objeto de
múltiples miradas, críticas y reclamos. Lejos de la tradicional visión
monolítica que suele ser sustentada en la normativa, la noción de
patrimonio se expande conceptualmente, al tiempo que es cuestionado
por diferentes actores sociales” (p.48).
En esta línea, se recuperan los aportes de SÁNCHEZ
CARRETERO (2012), quien sugiere utilizar el concepto de
patrimonialización como marco analítico en vez del de patrimonio. Esta
decisión se inscribe en el marco de las “fracturas conceptuales” sobre