Julio-Diciembre 2015
Vol. 5 No. 2
Julio-septiembre 2024
Vol. 14 No. 2
Castillo Viveros, Rodríguez Hernández et al / El hostigamiento en la práctica profesional en Trabajo Social
501
Interacción y Perspectiva Dep. Legal pp 201002Z43506
Revista de Trabajo Social ISSN 2244-808X
Vol. 14 N
o
2 501-518 pp. Copyright © 2024
Julio-septiembre
ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
El hostigamiento en la práctica profesional en Trabajo Social
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.10910137
Nemesio Castillo Viveros*, Rogelio Rodríguez Hernández**, Leticia Ortiz Aguilar*** y
María Adriana Osio Martínez**
Resumen
El Trabajo Social, una disciplina compleja y extensa, se ve afectada por el acoso y
hostigamiento en el ámbito, un tema poco discutido en la literatura sobre la profesión.
Este fenómeno afecta la integridad y calidad del servicio de los trabajadores sociales,
manifestándose en interacciones con usuarios, colegas y dentro de las instituciones. El
propósito de este trabajo es conocer la prevalencia de distintos tipos de hostigamiento
en una muestra de practicantes de trabajo social. Los resultados de esta investigación
revelan una tendencia creciente de comportamientos hostiles en la transición de
estudiante a profesional, especialmente en formas de maltrato y desacreditación. El
estudio adoptó un diseño no experimental de corte transversal-descriptivo. Participaron
estudiantes de Trabajo Social en prácticas escolares. Se utilila Escala Cisneros para
medir hostigamiento psicológico en el lugar de práctica. Los datos se recopilaron
mediante cuestionarios en nea y se analizaron estadísticamente con el software IBM
SPSS 25. En el estudio participaron 77 practicantes de Trabajo Social, la mayoría eran
mujeres, reflejando la predominancia femenina en el campo. Los y las practicantes
experimentaron hostigamiento en diversas formas. Aproximadamente el 41.6% de los
practicantes enfrentaron aislamiento emocional, intimidación y violencia verbal. Se
discuten las implicaciones de los resultados para una práctica profesional en ambientes
donde se respete la integridad de los y las trabajadoras sociales.
Palabras clave: Acoso, hostigamiento y práctica escolar.
Abstract
The harassment in the professional practice in Social Work
Social Work, a complex and extensive discipline, is affected by harassment and bullying
in the field, a topic seldom discussed in the literature on the profession. This
phenomenon impacts the integrity and quality of service provided by social workers,
manifesting in interactions with clients, colleagues, and within institutions. The purpose
of this study is to determine the prevalence of various types of harassment among a
sample of social work practitioners. The results of this research reveal a growing trend
of hostile behaviors during the transition from student to professional, especially in forms
of mistreatment and discrediting. The study adopted a non-experimental cross-sectional
descriptive design, involving social work students in school placements. The Cisneros
Scale was used to measure psychological harassment in the workplace. Data were
collected through online questionnaires and analyzed statistically using IBM SPSS 25
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software. The study included 77 social work practitioners, the majority of whom were
women, reflecting the predominance of females in the field. Practitioners experienced
harassment in various forms. Approximately 41.6% of the practitioners faced emotional
isolation, bullying, and verbal abuse. The implications of the results for professional
practice in environments where the integrity of social workers is respected are discussed.
Keywords: Harassment, bullying y school practice.
Recibido: 28/01/2024 Aceptado: 08/03/2024
* Investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Ciudad Juárez, Chihuahua, México. E-mail:
nemesio.catillo@uacj.mx
** Investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Ciudad Juárez, Chihuahua, México. E-mail:
rogelio.rodriguez@uacj.mx
*** Investigadora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Ciudad Juárez, Chihuahua, México. E-mail:
lortiz@uacj.mx
**** Investigadora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Ciudad Juárez, Chihuahua, México. E- mail:
mosio@uacj.mx
1. Introducción
El Trabajo Social se enfoca en promover el bienestar social y la justicia, y está
estrechamente relacionado con los derechos humanos. Los trabajadores sociales
defienden los derechos humanos, ayudan a las personas a acceder a servicios sociales,
luchan contra la discriminación, empoderan a las comunidades y trabajan en situaciones
de crisis para garantizar el respeto a los derechos humanos, sin embargo, es necesario
reconocer que existen retos para asegurar una educación integral basada en los
derechos humanos. Esto no solo implica la transmisión de conocimientos técnicos, sino
también la promoción de valores éticos y la conciencia de la importancia de respetar y
proteger los derechos de todas las personas. La mejora continua de los métodos
pedagógicos y la integración de los principios de los derechos humanos en el currículo
son fundamentales para este propósito, asegurando que la formación profesional
prepare a los estudiantes para el campo y en la construcción de ciudadanos responsables
y conscientes en la sociedad.
El campo del Trabajo Social es amplio y complejo, dando lugar a ciertos descuidos
profesionales, estudiantes y profesionistas se enfrentan diariamente a desafíos que
ponen a prueba sus habilidades teóricas, teóricas, metodológicas, técnicas y personales.
Estos desafíos son, en su mayoría, reconocidos y abordados en la formación y práctica
del trabajo social. Sin embargo, hay aspectos de la práctica escolar que a menudo
quedan en el descuido o son difíciles de resolver, o que raramente se discuten o
investigan. Uno de estos es hostigamiento, un fenómeno que aparece dentro de la
práctica profesional y que representa una barrera significativa para el ejercicio del
Trabajo Social. Este puede manifestarse a través de interacciones con usuarios, colegas,
o dentro de las estructuras institucionales.
Haciendo una revisión de literatura sobre el tema se observa que hay pocos
estudios o, en caso, no es considerado un tema de discusión dentro de la profesión, lo
relacionado con acoso y hostigamiento, por lo anterior puede ponerse en riesgo la
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integridad y el bienestar del trabajador social, además, compromete la calidad del
servicio brindado los individuos, grupos y comunidades.
En este trabajo, vamos a utilizar el concepto de "mobbing" (acoso laboral) porque
es el término s adecuado y cercano para comprender el hostigamiento en el ámbito
de la práctica social. El término "mobbing" se refiere a una situación en la que un
individuo o grupo de individuos ejerce presión, hostiga o maltrata a un compero de
trabajo de manera continua y deliberada. Este comportamiento puede tener graves
consecuencias tanto para la ctima como para el entorno laboral en general (Nava et.al,
2021), en lo particular la práctica escolar. Para comprender completamente el fenómeno
del "mobbing", también examinaremos estudios e investigaciones previas desde otras
disciplinas, lo que nos permitirá establecer un marco sólido para nuestro análisis.
Además, abordaremos la importancia de la concienciación y la promoción de un entorno
laboral saludable y libre de acoso, destacando la necesidad de políticas y medidas
preventivas en el ámbito de la práctica escolar,
2. Acosos laborales en el campo profesional
El fenómeno del mobbing, aunque no es reciente, puede considerarse tan antiguo
como la misma existencia de las organizaciones (De Miguel y Prieto, 2016). Sin embargo,
su estudio, definición y sistematización son relativamente recientes. El término hizo su
primera aparición en el campo de la etología en la década de 1960, cuando Konrad
Lorenz observó cómo especies más pequeñas se agrupaban para hostigar a un individuo
más grande que percibían como una amenaza (Lorenz, 1998).
Según Boge, alrededor de 1970, se produjo un cambio significativo en la forma
en que se percibía y se abordaba la violencia entre estudiantes en el debate escolar en
los países nórdicos. Este cambio se dio cuando se introdujo el concepto de "mobbing"
(Boge, 2018). En un artículo publicado en 1969, el médico sueco Peter-Paul Heinemann
usó este concepto en el ámbito escolar, observando cómo un grupo de niños acosaba
física y psicológicamente a un compañero solitario. Heinemann manifestó su rechazo
hacia tales conductas y las consideró inaceptables para la sociedad (Larsson, 2018). Sin
embargo, no fue hasta la década de 1980 cuando Heinz Leymann identificó
comportamientos similares en el contexto laboral, donde un empleado o un grupo de
empleados buscaban sistemáticamente dañar a un colega al que percibían como una
amenaza, dando origen al término "acoso laboral" (Leymann, 1996). Leymann definió el
"mobbing" como una “serie continua de intentos o acciones hostiles consumadas,
expresadas o manifestadas por una o varias personas hacia una tercera persona,
denominada "objetivo". Este acoso se caracteriza por una comunicación hostil y sin ética,
dirigida sistemáticamente por uno o varios individuos contra otro, lo que coloca a la
víctima en una posición de indefensión y desamparo y se mantiene activamente en esta
situación. Este patrón suele ser recurrente (al menos una vez a la semana) y persiste
durante un período considerable (al menos seis meses de duración)” (Leymann, 1996).
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Desde entonces, el término "mobbing" ha sido ampliamente adoptado para
describir situaciones de acoso psicológico en el entorno laboral en todo el mundo. El
"mobbing" implica una serie de comportamientos hostiles, como burlas, exclusión social,
difamación, y sabotaje laboral, que se dirigen de manera persistente hacia un individuo
específico en el lugar de trabajo. Estos actos pueden causar un daño significativo a la
salud mental y emocional de la víctima, lo que a menudo se traduce en una disminución
del rendimiento laboral y una disminución en la calidad de vida en general (Nava et. al,
2021).
En la actualidad no hay información precisa sobre la extensión del fenómeno,
aunque hay estudios que indagan su prevalencia en contextos profesionales específicos.
En una investigación realizada por Medina-Gómez para conocer la prevalencia de
mobbing y sus características asociadas en trabajadores usuarios de una unidad de
medicina familiar (UMF) en Ciudad de México, encontque un 45.5% de la población
ha experimentado violencia con una intensidad baja, mientras que un 11.6% ha
enfrentado violencia de intensidad media y un 10.2% ha sido ctima de violencia de
alta intensidad. En lo que respecta al acoso laboral psicológico, el 20.2% de los
trabajadores reportaron un nivel alto de acoso, el 10.5% sufrió acoso de intensidad baja
y el 5.4% experimentó acoso de intensidad media. La prevalencia general de acoso
laboral fue del 36.1%, siendo el grupo de edad de 26 a 35 años el más afectado. Se
observó que la prevalencia de mobbing fue mayor entre las mujeres (35.3%), aunque
esta diferencia no resul estadísticamente significativa (p = 0.13). Sin embargo, se
encontró que el mobbing fue significativamente más alto en las mujeres cuando se
presentaba en su nivel más alto (RMP: 1.60; p = 0.04). Además, el 41.9% del mobbing
fue perpetrado por superiores hacia empleados, el 13.8% ocurrió entre compañeros y el
9.6% experimentó acoso tanto de compañeros como de superiores.
Molero Pérez-Fuentes y Gázquez publicaron en el 2016 un estudio amplio titulado
“El acoso laboral entre el personal de enfermería” en el cual se llevó a cabo una revisión
sistemática de la literatura científica sobre el acoso entre profesionales de enfermería,
con un enfoque en la prevalencia, factores de riesgo y consecuencias, lo autores
realizaron búsquedas en diversas bases de datos nacionales e internacionales, así como
en directorios de revistas de acceso abierto, limitando la búsqueda al período de 2005 a
2014. De un total de 96 publicaciones, se eligieron 18 para su revisión. Los resultados
de esta revisión indicaron que la prevalencia del acoso entre el personal de enfermería
se sitúa en torno al 17-20%. Se identificaron factores de riesgo, como la edad inferior a
30 años, una corta trayectoria profesional y el trabajo en unidades o turnos específicos.
Las consecuencias del acoso para las víctimas incluyeron problemas psicológicos, un bajo
rendimiento laboral y la deterioración de las relaciones sociales. Este estudio resalta la
falta de producción científica significativa sobre el tema y subraya la necesidad de
desarrollar instrumentos de evaluación adecuados para medir las conductas de
intimidación y acoso entre los profesionales de enfermería.
De acuerdo con Ponce-de-León (2012):
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“generalmente el trabajador social ha tenido, históricamente por su formación,
una actitud investigadora básica, ligada a la investigación participativa, que le ha
permitido realizar diagnósticos y elaborar proyectos de intervención orientados
al cambio, pero en raras ocasiones los diagnósticos estaban orientados hacia un
proyecto de investigación premeditado que permitiera teorizar la práctica más
allá de los fines institucionales y meramente prácticos” (p. 143).
Lo cual se hace énfasis en profundizar el campo de la profesión, incorporando
nuevos conocimientos metodológicos que permitan problematizar la realidad y generar
nuevos marcos conceptuales e interpretativos de la intervención.
Por su parte, Sena (2015) comenta que la profesión tiene una conexión intrínseca
con el cuidado, tanto a nivel personal como social, debido a su identidad histórica. A lo
largo de la historia, la sociedad ha distorsionado el valor del cuidado al asociarlo
principalmente con lo femenino, lo que ha llevado a la subvaloración y la invisibilización
de las actividades de cuidado. Esta subvaloración se ha reflejado en la remuneración
baja, largas jornadas laborales, intentos de asignar tareas no relacionadas con la
profesión y cargas de trabajo excesivas. Argumenta que estas estas prácticas socavan
el derecho a la autonomía profesional y afectan directamente a nuestra calidad de vida,
generando condiciones laborales precarias.
El acoso laboral representa una forma grave de precarización laboral que atenta
contra la dignidad de la persona y afecta su autoestima y subjetividad como
profesionales. Por lo tanto, es esencial que reflexionemos sobre nuestras prácticas y
adoptemos un enfoque autocrítico para prevenir situaciones de este tipo.
Según Sena (2015), es importante reconocer que dentro de nuestra profesión
existen personas en el campo profesional que ocupan posiciones en organizaciones e
instituciones y que pueden exhibir comportamientos que nos alertan sobre la posible
presencia de colegas con tendencias acosadoras. La autora plantea que es un error creer
que todos somos inherentemente buenos y éticos. Observamos expresiones y
sufrimientos entre algunos colegas que experimentan hostigamiento por parte de otros
debido a sus habilidades y formación, y a veces se intenta desacreditarlos y
menospreciarlos. Existen “colegas que se constituyen en testigos mudos de situaciones,
mientras otros valientemente visibilizan la existencia del problema y generan solidaridad
con las ctimas. Es importante mirar a nuestro alrededor y pensarnos en torno a este
fenómeno social del cual los trabajadores sociales no estamos libres, tomar conciencia
de este, sensibilizarnos y una vez más comprometernos con nuestra acción profesional
en ambientes de trabajo saludables” (Sena, 2015, p. 19).
3. Práctica profesional y acoso laboral
Desde la perspectiva del Trabajo Social, el acoso laboral es un tema que no solo
afecta a los profesionales en el ámbito laboral, sino que también tiene un impacto directo
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en la población atendida por los trabajadores sociales. Los trabajadores sociales
desempeñan un papel fundamental en la promoción de la justicia social, el bienestar y
la igualdad de oportunidades para las personas y comunidades que enfrentan desafíos y
vulnerabilidades. Trabajar en un ambiente hostil y de acoso laboral, capacidad de la
trabajadora social para brindar servicios de calidad se ve comprometida. El estrés, la
ansiedad y la disminución de la autoestima resultantes del acoso pueden afectar la
empatía y la eficacia del trabajador social al interactuar con el usuario. Además, el
agotamiento emocional y la desmotivación pueden llevar a la disminución de la calidad
de los servicios prestados, lo que, en última instancia, afecta negativamente a las
personas y comunidades que dependen de la ayuda del trabajador social.
De acuerdo con Ruth Noemí Parola (2020), las prácticas profesionales en los
planes de estudio suelen ser vistas como un elemento "dado" o natural en la profesión,
lo que puede llevar a una falta de cuestionamiento crítico y problematización. La autora
argumenta que las prácticas preprofesionales y profesionales en Trabajo Social deben
ser constantemente re-significadas, entendiendo qué está en juego en estos espacios de
intervención. Subraya la necesidad de discutir y cuestionar los marcos normativos y
modos de interpretación que se imprimen en estas prácticas, para evitar que se
naturalicen y perpetúen sin crítica. Parola argumenta que explora la relación entre teoría
y práctica en Trabajo Social, y cómo esta relación es a menudo mal interpretada o
simplificada, se sugiere que la práctica no solo es la aplicación de la teoría, sino que
también debe ser un espacio de generación de conocimiento y reflexión crítica. Se
enfatiza la necesidad de una supervisión efectiva de las prácticas y de un enfoque que
permita a los estudiantes ver la complejidad de las realidades sociales con las que
trabajarán. Por su parte, la trabajadora social señala la importancia de considerar las
condiciones institucionales, políticas y culturales en las que se desarrollan las prácticas
preprofesionales, se aboga por un enfoque más integrador y crítico en la formación de
trabajadores sociales, uno que reconozca la complejidad de las intervenciones sociales
y la importancia de un posicionamiento ético y político claro en la práctica.
Consideramos necesario enfatizar la práctica profesional y los fenómenos que ahí
aparecen, de acuerdo Casá (2016) por años la práctica profesional permaneció en el
nivel de la experiencia, es decir, de una acción sustentada en el conocimiento inmediato,
cuyo criterio de verdad era el éxito de la acción: resolver problemas” (p. 126). Es
necesario profundizar sobre lo que aparece en la práctica profesional para reflexionarlo
científicamente y convertirlo en conocimiento que mejore futuras intervenciones en el
campo de Trabajo Social.
En un estudio sobre acoso y hostigamiento sexual en estudiantes de trabajo social
de la Universidad Autónoma de Nuevo León, se encontró un 82.7 % de los encuestados
afirmó tener conocimiento sobre el tema, mientras que un 17.3 % respondió que no
estaba seguro o no sabía qué era. Además, se indagó sobre si las estudiantes de trabajo
social estaban familiarizadas con el procedimiento formal para denunciar el
hostigamiento sexual en su universidad. Resultó que solo un 24.1 % de las estudiantes
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encuestadas afirmó tener un claro entendimiento del procedimiento, mientras que un
53.9 % respondió de manera ambivalente, lo que sugiere cierta falta de conocimiento
sobre dicho procedimiento. Un 24.1 % admitió no conocer en absoluto el proceso de
denuncia (Escalera y Amador, 2020).
Repensar la supervisión de la práctica es fundamental para dar seguimiento a las
problemáticas y necesidades de conocimiento que requiera el estudiante. Así como lo
plantea Domínguez-Pachón (2011), en el contexto de las prácticas de formación en
Trabajo Social, es importante destacar que el supervisor no debe reemplazar al
estudiante en su proceso de aprendizaje, evitando proporcionarle una cantidad excesiva
de información. A diferencia de un profesor teórico, el supervisor no tiene la
responsabilidad de transmitir conceptos, incluyendo los procedimientos estándar o
modelos de comportamiento. En cambio, su función principal es enseñar el trabajo real
y evaluar su desarrollo y resultados, manteniéndose fiel al conocimiento teórico
adquirido en la institución educativa. Es importante reconocer que, en ciertos casos, el
supervisor puede necesitar complementar los conocimientos del estudiante mediante
sugerencias de lecturas o la transmisión de ciertas nociones. Sin embargo, la función
principal del supervisor radica en su posición única como intermediario entre la
institución educativa y el entorno laboral, lo que le permite evaluar qué material
proporcionar al estudiante y guiarlo en la reflexión sobre su propio desempeño
(Domínguez-Pachón, 2011). Por su parte, la supervisora deberá estar encargada de dar
cumplimiento al reglamento de práctica, en el que se estipula el estricto cuidado de las
funciones y evitar cualquier tipo de control o acoso de las y los practicantes.
En virtud de la importancia de contar con ambientes que propicien el ejercicio de
la profesión de forma segura y enriquecedora, y de la carencia de datos objetivos sobre
la extensión y características de la problemática, el presente estudio tiene como
propósito de conocer la prevalencia del mobbing en el ejercicio del trabajo social.
Concretamente, se busca conocer la prevalencia del fenómeno en una muestra de
estudiantes desarrollando la práctica escolar y en otra muestra de personas en el
ejercicio de la profesión. Asimismo, se pretende conocer los principales contextos donde
se da la problemática del acoso y sus principales perpetradores en ambas muestras.
4. Método
Tipo de estudio
El estudio tiene un diseño no experimental de corte transversal-descriptivo.
Participantes
Se eligieron a estudiantes (para garantizar el anonimato, no daremos el nombre
de la universidad) que estuvieran realizando su práctica escolar o la hubieran realizado
en el semestre anterior, mientras la otra fue conformada por profesionales que
estuvieran ejerciendo la profesión del Trabajo Social. Los criterios de selección de los
estudiantes fueron: 1) estar dados de alta como estudiantes en el semestre en curso, y
2) estar desarrollando alguna práctica escolar o haberla realizado en el semestre
anterior. En total, se logró la participación de 77 estudiantes.
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Instrumentos
Para conocer la frecuencia de acoso percibido en el lugar de la práctica escolar o
desempeño profesional se empl la Escala Cisneros para medir acoso psicológico
(mobbing) en la versión de Patlán-Pérez et al. (2022), la cual consta de 43 reactivos con
seis opciones de respuesta tipo Likert (nunca todos los días). Las dimensiones del
acoso que contiene el instrumento son Aislamiento Emocional (cuatro reactivos, α =
.79), Intimidación (cuatro reactivos, α = .89), Violencia Verbal (siete reactivos, α = .87),
Maltrato y Humillación (once reactivos, α = .93), Sabotaje y Situaciones Deshonestas
(ocho reactivos, α = .94) y Desacreditación Profesional (nueve reactivos, α = .94).
Asimismo, se construyó un cuestionario para conocer las características generales
de la participante, tales como la edad, sexo, etc.
Procedimiento
La aplicación de los instrumentos se hizo en línea con el uso de Google Forms.
Antes de participar en el estudio la participante debía leer y aceptar los términos de una
carta de consentimiento informado, donde se explicaba el fin del estudio y se aseguraba
la confidencialidad y anonimato de la información recolectada. El proyecto fue aprobado
por el Comité de Ética de la Universidad (Resolución CEI-2022-2-687).
Análisis de la información
En esta etapa del estudio se usó únicamente estadística descriptiva para analizar
la información recolectada. El programa informático empleado para analizar los datos
fue el IBM SPSS 25 para Windows.
5. Resultados
En la tabla 1 analizada se perfila un conjunto de 77 estudiantes de diferentes
prácticas escolares, con una edad promedio de 24.1 años, con una distribución de edades
que se extiende desde los 20 hasta los 52 años y una desviación estándar de 4.76,
apuntando a una diversidad moderada de edades. La muestra se caracteriza por una
marcada mayoría de mujeres, representando el 94.8%, en contraste con solo un 5.2%
de hombres, lo que resalta una predominancia de mujeres.
En el estudio aplicado a estudiantes de las prácticas escolares, fueron tomadas
en cuenta cinco prácticas sociales en este estudio, incluyendo la de Grupo, Comunidad
I y II, el Taller de Práctica Institucional, así como el trabajo social centrado en Casos
Individuales y en el Contexto Familiar. Estas prácticas sociales desempeñan un papel
fundamental en la comprensión y el análisis de varios aspectos relacionados con la
violencia y el acoso en el entorno escolar. Un 2.6% de los encuestados estaba cursado
la práctica de grupo, lo que podría reflejar una orientación curricular hacia experiencias
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prácticas más individualizadas o una menor prevalencia de este tipo de actividades.
Contrariamente, las prácticas comunitarias, especificadas como Comunidad I o II, son
las que concentran la mayor participación estudiantil con un 29.6%, lo que subraya su
importancia dentro del esquema de formación práctica. Próximos en proporción están
aquellos que se dedican al estudio de casos específicos y a los talleres de práctica
institucional, con un 27.3% y un 26% respectivamente. Por su parte, un 15.6% de los
estudiantes ya había completado el conjunto de prácticas establecido por el programa
académico.
Respeto al lugar donde realizaron la práctica, se encontró que un 37.7% de ellas
se llevaron a cabo en organizaciones sociales. Esto significa que un número considerable
de estudiantes de Trabajo Social realizaron sus prácticas en instituciones sin fines de
lucro, ONG u otras organizaciones similares. Además, un 16.9% de las prácticas tuvieron
lugar en instituciones gubernamentales, lo que indica que una proporción menor de
alumnado obtuvieron su experiencia práctica en agencias gubernamentales a nivel
estatal o municipal. Por otro lado, solamente un 5.2% de las prácticas se desarrollaron
en el sector empresarial privado. Esto sugiere que un porcentaje relativamente bajo de
realizó sus prácticas en empresas privadas. Finalmente, el ámbito educativo representó
el 40.3% de las prácticas. Esto significa que la mayoría de los estudiantes de la
universidad tuvieron la oportunidad de adquirir experiencia práctica en instituciones
educativas (Tabla 1).
Tabla 1
Características de las estudiantes (n = 77)
Edad promedio (mínima-máxima, DE)
24.1 (20-52; 4.76)
Sexo
Mujer
Hombre
94.8%
5.2%
Semestre
Práctica escolar ejercida (%)
Grupo
Comunidad I o II
Caso
Taller de Práctica Institucional
Ya cursó todas las prácticas
2.6%
29.6%
27.3%
26%
15.6%
Institución donde realizan la práctica (%)
Organización social
Institución gubernamental
Empresa privada
Institución educativa
37.7%
16.9%
5.2%
40.3%
Fuente: Elaboración propia
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Se encuentra información relevante sobre la incidencia hostigamiento y acoso en
el entorno escolar, basada en una muestra de 77 practicantes. Estos practicantes
informaron sobre su experiencia en diferentes categorías de acoso, y los resultados se
expresan como porcentajes de participantes que han experimentado cada tipo de acoso
al menos una vez en el último año.
En primer lugar, el aislamiento emocional afectó al 41.6% de los encuestados, lo
que indica que una proporción significativa se sintió excluida o marginada
emocionalmente en su entorno educativo o laboral. En segundo lugar, la intimidación,
se observó en el 45.5% de los participantes, lo que refleja que casi la mitad de ellos
informaron haber sido objeto de comportamientos agresivos, amenazas o situaciones
intimidatorias. En el tema de la violencia verbal afectó al 41.6% de los practicantes,
señalando que un porcentaje similar enfrentó insultos, comentarios hirientes o palabras
ofensivas en su contexto de trabajo o estudio.
En cuanto al maltrato y humillación, el 35.1% de los encuestados reportó haber
experimentado estas conductas, lo que implica actos degradantes o abusivos por parte
de otros. Por su parte, el sabotaje y situaciones deshonestas afectó al 31.2% de los
practicantes, indicando que s de una cuarta parte enfrentó acciones destinadas a
perjudicar su desempeño o reputación de manera injusta. Finalmente, la desacreditación
profesional impactó al 42.9% de los encuestados, lo que sugiere que una proporción
significativa de practicantes experimentó intentos de dañar su reputación o credibilidad
en su campo de trabajo o en el contexto escolar (Ver tabla 2).
Tabla 2
Porcentaje de participantes que ha recibido algún acto de acoso en la práctica
escolar o ejercicio de la profesión al menos una vez en el último año
Practicantes
(n = 77)
41.6%
45.5%
41.6%
35.1%
31.2%
42.9%
Fuente: Elaboración propia
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La tabla 3 muestra datos sobre los principales perpetradores en seis tipos de
acoso experimentados por participantes practicantes de Trabajo Social (n = 77). Los
tipos de acoso incluyen aislamiento emocional, intimidación, violencia verbal, maltrato y
humillación, sabotaje y situaciones deshonestas, y desacreditación profesional. Para
cada tipo de acoso, se identifican los perpetradores, que pueden ser jefes o supervisores,
compañeros, usuarios, subordinados y otras personas.
La tabla 3 proporciona información detallada sobre los principales perpetradores
en seis categorías diferentes de acoso que las participantes han experimentado en el
último año. Estos datos se basan en una muestra de 77 practicantes y muestran quiénes
fueron los principales responsables de cada tipo de acoso.
Referente al asilamiento emocional, se encontró que el principal grupo
responsable de actos de asilamiento emocional fue identificado como jefes o
supervisores, representando el 14.3% de los casos, lo que indica que las figuras de
autoridad en el ámbito laboral o educativo desempeñaron un papel importante en este
tipo de violencia. También se mencionan otras personas en un 6.5% y compañeros con
un 7.8%. Por otro lado, usuarios y subordinados no fueron identificados como
perpetradores significativos en este tipo de acoso.
Con relación con la intimidación los "jefes o supervisores también destacan como
los principales perpetradores en el caso de la intimidación, con un 16.9%, sugiriendo
que las figuras de autoridad también influyen en este tipo de comportamiento.
compañeros" y subordinados se mencionan en menor medida, con un 1.3% y un 2.6%,
respectivamente. Usuarios" y otras personas no se informaron como perpetradores
importantes en esta categoría.
Continuado con la violencia verbal, aquí, los jefes o supervisores se les identifica
como los principales perpetradores, con un 19.5%. Los compañeros también
desempeñaron un papel significativo en este tipo de acoso, representando el 14.3%.
Usuarios y otras personas se mencionaron en menor medida, con un 1.3% y un 5.2%,
respectivamente.
Respecto al maltrato y humillación, nuevamente, los jefes o supervisores se
identificaron como los principales perpetradores en la categoría de maltrato y
humillación, con un 20.8%. Los compañeros también se mencionan de manera
destacada, con un 13%. Usuarios y otras personas aparecen en un 1.3% y un 1.3%,
respectivamente.
También en el sabotaje y situaciones deshonestas jefes o supervisores son los
principales perpetradores con un 13%, seguidos por "compañeros" con un 9.1%. Otras
personas también se mencionan en un 6.5%. No se informaron usuarios en esta
categoría.
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Finalmente, en la desacreditación profesional, nuevamente los jefes o
supervisores se destacan como los principales perpetradores, con un 20.8%. Los
compañeros también desempeñaron un papel importante, representando el 15.6%.
Usuarios y otras personas se mencionaron en menor medida, con un 1.3% y un 5.2%,
respectivamente.
Estos resultados muestran la responsabilidad en diferentes tipos de acoso y
hostigamiento experimentados por practicantes. Los jefes o supervisores son señalados
con frecuencia como perpetradores, lo que subraya la importancia de abordar la
conducta de estas figuras de autoridad en el educativo. Además, estos datos
proporcionan información valiosa para desarrollar estrategias de prevención y
concienciación sobre el acoso en estas comunidades.
Tabla 3
Principales perpetradores en los seis tipos de acoso vividos por las
participantes en el último año
Practicantes
(n = 77)
Asilamiento emocional
Jefes o supervisores
Compañeros
Usuarios
Subordinados
Otras personas
14.3%
7.8%
1.3%
0%
6.5%
Intimidación
Jefes o supervisores
Compañeros
Usuarios
Subordinados
Otras personas
16.9%
1.3%
0%
2.6%
0%
Violencia verbal
Jefes o supervisores
Compañeros
Usuarios
Otras personas
19.5%
14.3%
1.3%
5.2%
Maltrato y humillación
Jefes o supervisores
Compañeros
Usuarios
Otras personas
20.8%
13%
1.3%
1.3%
Sabotaje y situaciones
deshonestas
Castillo Viveros, Rodríguez Hernández et al / El hostigamiento en la práctica profesional en Trabajo Social
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Fuente: Elaboración propia
6. Discusión
En un estudio exploratorio y descriptivo de tipo cuantitativo, enfocado en los
estudiantes de Trabajo Social de la Universidad Arturo Prat (UNAP) en Chile, encontraron
que la violencia psicológica es la forma más común de agresión y no presenta variaciones
significativas entre géneros. Sin embargo, en otras formas de violencia, las diferencias
entre hombres y mujeres son notables. Por ejemplo, el acoso laboral afecta s a las
mujeres jóvenes, con un 42% de ellas frente a un 21% de hombres. Esta brecha de
género se amplía en casos de violencia sexual. Los datos revelan que el 50% de las
estudiantes ha sufrido acoso sexual, mientras que solo el 14% de los hombres ha
experimentado lo mismo. El acoso en la calle es otro tema abordado, afectando al 89%
de las mujeres (Garcés, Santos y Castillo, 2020). En nuestro estudio analizan la violencia
en el entorno escolar, aunque abordan diferentes aspectos, nos enfocamos en
estudiantes practicantes y profesionistas, destacando que el 19.5% de las prácticas de
violencia verbal involucran a jefes o supervisores. Además, el maltrato y la humillación
son cometidos en un 20.8% por jefes o supervisores en el caso de practicantes.
En una investigación realizada con médicos residentes de un hospital de pediatría
en el o 2017, se encontró que el 67% de los residentes reportaron al menos un tipo
de maltrato, mientras que el 23% reportó dos tipos diferentes. Ningún residente informó
haber experimentado tres o más tipos de acoso. Los profesores fueron los principales
perpetradores del abuso (24%), seguidos de residentes de mayor jerarquía (21.5%) y
personal médico femenino (13.7%). Cinco residentes también mencionaron haber sido
víctimas de abuso por parte de familiares de pacientes o los mismos pacientes. Los
eventos ocurrieron con mayor frecuencia en el segundo o de residencia, seguido del
tercer año y el primer año de especialización en una rama médica.
En cuanto a la duración de los episodios de acoso, el 53.3% de ellos tuvo una
duración de s de seis meses. Además, el 24% de los residentes no hicieron nada al
respecto, 13% lo compartieron con amigos o lo reportaron a las autoridades del hospital,
y otros abordaron el problema de diversas maneras, como confrontar al agresor, solicitar
Jefes o supervisores
Compañeros
Otras personas
13%
9.1%
6.5%
Desacreditación
profesional
Jefes o supervisores
Compañeros
Usuarios
Otras personas
20.8%
15.6%
1.3%
5.2%
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un cambio de rotación o incluso recurrir a las autoridades legales. El temor a represalias
fue la razón principal para no reportar el acoso, seguido de la preocupación de que
empeoraría la situación o la percepción de que no lograrían nada al hacerlo (Sepúlveda
et al., 2017). Estos hallazgos indican la presencia significativa de acoso en el entorno de
los residentes médicos, destacando la importancia de abordar este problema en el
ámbito de la educación y la salud.
Principalmente, en Trabajo Social se identificaron seis tipos diferentes de acoso
laboral. En la mayoría de estos tipos, los jefes o supervisores se destacaron como los
principales perpetradores, aunque se observó una tendencia creciente de abuso por
parte de jefes o supervisores hacia los profesionistas en comparación con los
practicantes. Por ejemplo, en la "intimidación", los jefes o supervisores fueron los
principales perpetradores tanto para practicantes (16.9%) como para profesionistas
(28.6%). Además, la "violencia Verbal" pareció ser más prominente en las experiencias
de practicantes, donde los jefes o supervisores (19.5%) y compañeros (14.3%) eran los
principales perpetradores, mientras que, para los profesionistas, los jefes o supervisores
(35%) lideraban la lista.
Con respecto a médicos residentes en un hospital de pediatría, se encontque
el 67% de los residentes reportaron al menos un tipo de maltrato, y los principales
perpetradores fueron los profesores (24%), seguidos de residentes de mayor jerarquía
(21.5%) y personal dico femenino (13.7%). Además, más del 50% de los episodios
de acoso tuvieron una duración de más de seis meses, y las respuestas ante el acoso
variaron, desde confrontar al agresor hasta recurrir a las autoridades legales. Este
estudio resalta la presencia significativa de acoso en el entorno de los dicos residentes
y la importancia de abordar esta problemática en el ámbito de la educación médica y la
salud. En su mayoría quienes provocan el acoso laboral son principalmente jefes
inmediatos.
En otra investigación con 101 médicos residentes y médicos internos en un
hospital de segundo nivel de atención en la Ciudad de México en el 2023, en el cual las
edades fueron en promedio de 27.2 años y una predominancia del sexo femenino
(74.3%), se identificó que el 19.8% de los médicos en formación experimentó acoso
laboral, o mobbing. Además, se observó que la incidencia de mobbing fue más alta en
el grupo de edad de 26-28 años, donde el 60% sufrió acoso laboral. Entre las mujeres,
el 90% reportó haber experimentado mobbing. Tanto los residentes de segundo año,
como los de tercer o y en Urgencias Médicas experimentaron un 20% de acoso laboral
(Vilchis-Chaparro y Cruz-Ruiz, 2023). Estos datos muestras diferencias en la prevalencia
y los factores asociados al acoso laboral en los dos contextos estudiados, con énfasis en
la jerarquía de autoridad en el estudio de Trabajo Social y en las características
personales en el estudio de médicos residentes.
Por su parte, Derive S, et al. (2018) realizaron una pesquisa con 143 residentes
en el Estado de México, encuentran que el 84% de los residentes informó haber
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experimentado maltratos durante su periodo de residencia. Los tipos más comunes de
maltrato incluyeron abuso psicológico, como humillaciones (78%), abuso académico,
como guardias de castigo (50%) y negación de la enseñanza (40%), y abuso físico,
como golpes (16%) y privación de necesidades básicas, como comida (35%) y acceso
al baño (21%). Además, el 21% de los residentes dijo que fue presionado para consumir
alcohol en contra de su voluntad. Estos abusos fueron más frecuentes en especialidades
quirúrgicas que en médicas. Como resultado de estos maltratos, una gran mayoría de
los residentes informó experimentar ntomas de burnout (89%), depresión (71%),
ansiedad (78%) y una disminución en la calidad de la atención a sus pacientes (58%).
Los principales perpetradores de los maltratos fueron residentes de jerarquía superior y
médicos de base, lo autores concluyen que los maltratos durante la residencia son una
problemática frecuente que afecta tanto la salud como la formación de los residentes, lo
que tiene implicaciones significativas en un entorno de alta demanda de atención médica
y recursos limitados.
En ambos estudios se destaca la prevalencia del acoso en entornos profesionales,
con médicos residentes, se encontró que el 84% había experimentado algún tipo de
maltrato, siendo el psicológico el más común, seguido del académico y sico. Los
responsables principales fueron residentes de jerarquía superior y médicos de base. Esto
tuvo un impacto significativo en la salud y el desempeño de los residentes. Por otro lado,
en nuestro trabajo social, se identificaron seis tipos diferentes de acoso. En general, los
jefes o supervisores fueron los principales perpetradores de acoso en el entorno laboral,
con una tendencia a aumentar su comportamiento abusivo hacia los profesionistas en
comparación con los practicantes. La intimidación por parte de "otras personas" entre
los profesionistas también fue notablemente alta. Esto sugiere una dinámica de acoso
más compleja en niveles profesionales y una problemática relacionada con la autoridad
en el ámbito laboral.
En lo general, podemos decir que en ambos estudios encuentran la presencia de
acoso en sus respectivos campos, con diferencias en la naturaleza del acoso y los
perpetradores principales, pero con un impacto negativo en la salud y el desempeño de
los profesionales en formación o en ejercicio. Estos hallazgos subrayan la importancia
de abordar y prevenir el acoso en entornos profesionales para proteger los derechos y
la dignidad de los individuos y mejorar la calidad de la formación y la atención médica.
7. Conclusiones
Es necesario que las instituciones educativas y las organizaciones de trabajo
social reconozcan y contribuyan relaciones de trabajo enmarcados en ambientes
laborales s sanos. Se requiere de políticas más sólidas, formación continua y un
compromiso claro para crear un entorno de trabajo seguro y amigable. Cabe destacar
que, enfrentar y superar el acoso en la práctica del trabajo social beneficia a los
profesionales del campo y mejora la calidad del apoyo y la asistencia brindada a aquellos
en necesidad.
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Estos hallazgos revelan una tendencia de acoso en diferentes formas tanto en la
etapa de práctica escolar como en el ejercicio profesional de los egresados de la
universidad. La transición de estudiante a profesional parece agravar ciertos tipos de
acoso, como el maltrato y la desacreditación profesional. Este patrón subraya la
necesidad de abordar el acoso en el ámbito educativo y laboral, estableciendo políticas
y prácticas más efectivas para su prevención y manejo. La violencia verbal, siendo
igualmente prevalente en ambos grupos, es general es necesario plantear la necesidad
de fomentar un ambiente de respeto y profesionalismo desde las etapas formativas.
Los resultados del estudio destacan la importancia de abordar el acoso laboral en
el campo de trabajo social, con un énfasis en la necesidad de promover ambientes
escolares más saludables y respetuosos, especialmente en lo que respecta a las
relaciones con jefes y supervisores.
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