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dispara  el  proceso  de  autodestrucción    mediante  proteasas  intracelulares    especializadas 
(caspasas);  a  la  vez  ejercen  un  efecto  deletéreo  directo  sobre  la  célula  invadida  mediante  
substancias  como  la  perforina que  abre  poros  en  la  membrana  celular    para  permitir  el  paso  al 
interior  de  la  célula  de  substancias  como  las  granzimas  que  lesionan  su  estructura  interna  y 
provocan la muerte de la célula blanco (7). 
 
La muerte de los hepatocitos y sus consecuencias 
En las hepatitis virales el proceso de lucha entre el sistema inmunológico y el virus invasor tiene 
como  campo  de  batalla  el  tejido  hepático,  con  la  presencia  en  el  hígado  de  plasmocitos  y 
anticuerpos, células inflamatorias como macrófagos y leucocitos, linfocitos T tanto cooperadores 
como  citotóxicos,  y  de  numerosas  citoquinas.  Esta  intensa  actividad  no  solo  provoca  injuria  y 
muerte de células infectadas, también afecta a células sanas en la vecindad.  
 
Los hepatocitos que mueren por apoptosis no generan reacción inflamatoria, en ningún momento 
se pierde la continuidad de la membrana celular, por tanto los constituyentes de la célula no salen 
al  espacio  intercelular.    Durante  la  apoptosis  la  célula  se  condensa,  se  separa  en  pequeños 
fragmentos rodeados de membrana celular (cuerpos apoptóticos), los cuales son fagocitados por 
macrófagos  y  células  vecinas.  Es  un  proceso  rápido  (4  horas),  que  no  deja  rastros  de  la  célula 
original, no se generan  citoquinas proinflamatorias.   
 
La muerte de los hepatocitos por necrosis se acompaña de expansión de la célula, con ruptura de 
la membrana celular y salida de los constituyentes citoplasmáticos, que constituyen una potente 
señal de peligro y activan mecanismos inflamatorios, reclutando al sitio células como leucocitos, 
macrófagos y linfocitos con la consecuente lesión de los tejidos. La muerte de los hepatocitos por 
necrosis,  mediante  citoquinas  profibrogénicas,  constituye  un  estímulo  importante  para  la 
activación de las células en estrella (lipocitos) que comienzan a sintetizar substancias de la matriz 
extracelular, especialmente colágeno, dando inicio al proceso de fibrogénesis.    
 
Los hepatocitos poseen una gran capacidad de regeneración, rápidamente las células destruidas 
son  sustituidas  por  nuevas,  producto  de  la  replicación  de  hepatocitos  vecinos.  En  las  hepatitis 
agudas, hay una rápida sustitución de los hepatocitos muertos o lesionados, sin que se produzca 
una alteración de la arquitectura lobulillar, sin que haya tiempo para que se desarrolle un proceso 
significativo  de  fibrosis;  el  hígado  puede  recuperar  completamente  su  estructura  original  con 
restitución integral anatómica y funcional.  En las hepatitis fulminantes, el número de hepatocitos 
infectados es muy alto, la muerte de estos es muy rápida,  sobrepasa la capacidad de regeneración 
hepática, lo que provoca insuficiencia hepática severa o fulminante. 
 
En las hepatitis crónicas, el contínuo proceso de necrosis con la persistencia de mecanismos lentos 
de  fibrogénesis,  provoca  un  aumento  progresivo  del  tejido  fibroso  que  paulatinamente  va 
distorsionando la  fina  arquitectura  lobulillar, alterando la microcirculación,  con capilarización de 
los sinusoides; este proceso a la larga  provoca las consecuencias clínicas más importantes de las 
hepatopatías crónicas, la cirrosis hepática y eventualmente el hepatocarcinoma. 
 
Inmunopatogenia