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La  OMS  recalcó  que  las  oportunidades  perdidas  ahora  para  prevenir  nuevas  infecciones  por 
hepatitis B y C, tendrán un efecto duradero e impactante. Ya que por la aparición de la pandemia 
Covid-19,  se  han  interrumpido  los  servicios  de  prevención,  pruebas  y  tratamientos,  se  están 
interrumpiendo las cadenas de suministro, se están desviando recursos financieros y humanos  y 
el enfoque político se ha desplazado a contener la pandemia y la recuperación económica. Todo lo 
cual significa que existe un riesgo real de perder las ganancias que se han  logrado y  como muchas 
enfermedades, la hepatitis no es solo un problema de salud sino que una enorme carga social y 
económica. 
Implicaciones hepáticas en la pandemia por COVID-19 
Con la aparición del Covid-19, los estudios se han enfocado en los efectos cardíacos, pulmonares y 
renales,  pero  también  se  ha  documentado  daño  hepático  en  el  contexto  de  Covid-19,  el  cual 
puede ser consecuencia de lesión directa causada por SARS-CoV 2 (citotoxicidad directa debido a 
la  replicación viral  activa  en  las células  hepáticas),  daño inmunitario  por  respuesta  inflamatoria, 
anoxia,  daño  inducido  por  fármacos  (DILI),  o  reactivación  de  una  enfermedad  hepática 
preexistente. El compromiso hepático se considera como un marcador pronóstico y gravedad de la 
enfermedad.  El  impacto  de  la infección  por  SARS-CoV-2 en  pacientes  con  enfermedad  hepática 
preexistente o  receptores de  trasplante  hepático no  está claro, y se  plantean distintas hipótesis 
sobre  mayor  o menor  riesgo de  enfermedad grave  y de  descompensación de  la enfermedad de 
base. 
 
Pacientes con Enfermedad hepática preexistente 
Los pacientes con enfermedad hepática crónica y cirrosis tienen pobre función inmune, por lo que 
se ha planteado que puedan tener peores desenlaces cuando presentan infección Covid-19.  En la 
crisis  actual,  los  mecanismos  fisiopatológicos  de  la  infección  por  SARS-CoV-2  pueden  tener 
implicaciones especiales en los pacientes con enfermedad hepática previa, por ejemplo: lesión de 
colangiocitos y  agravamiento  de  la colestasis  en la  colangitis biliar  primaria o  reactivación  de la 
replicación viral en pacientes con hepatitis B en fase de tolerancia inmunológica, o con supresión 
de la replicación viral con entecavir. 
En  pacientes  con  infección  por  hepatitis  virales  crónicas  (Hepatitis  B  y  C)  o  por  hepatitis 
autoinmune es posible que la linfopenia, el descenso de linfocitos T CD4+ y el aumento marcado de 
citocinas  durante  la  infección  por  Covid-19,  puedan asociarse  con  un aumento de  la replicación 
viral o un aumento de la actividad inflamatoria local debido  a una mayor actividad autoinmune. 
Existen  otras  hipótesis  que  plantean  que,  en  pacientes  inmunosuprimidos,  la  activación  de 
macrófagos y el síndrome de hiper inflamación con tormenta de citocinas no son frecuentes, y que 
la inmunosupresión o la disfunción inmune podrían ser un factor protector.. 
En el caso de pacientes con hígado graso o esteatohepatitis no alcohólica usualmente presentan 
comorbilidades  significativas  como  diabetes mellitus,  hipertensión  arterial,  obesidad  y  síndrome 
metabólico,  que  conlleva  un  mayor  riesgo  de  complicaciones  por  COVID-19.  Por  esta  razón,  es 
particularmente importante extremar medidas de prevención de contagio en esta población.