Pérez, O. Revista de Filosofía, Vol. 42, Nº111, 2025-1, (Ene-Mar) pp. 37-50                  41 
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela. ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598 
neoliberal  de  la  meritocrática  sociedad  de  empresarios.  Es  esta  una  disputa 
contra  el  sentido  común  de  la  época  del  Consenso  de  Washington  y  una 
respuesta  a  la  claudicación  del  pensamiento  anti-capitalista,  socialista  y  de 
izquierda  ante  la  Tercera  Vía  (Guadarrama,  2018,  p.  110).  Las  articulaciones 
políticas de  los movimientos  sociales, sindicatos, organizaciones  estudiantiles, 
indígenas,  feministas  y  los  partidos  políticos  construyeron  un  significante  de 
cambio  (López,  2016,  p.  45).  En  este,  sectores  de  clase  media,  funcionarios, 
individuos del precariado democrático, condensan en el discurso de partidos de 
izquierda sus demandas de transparencia en la gestión pública y de mejoras en 
la calidad de vida. El escenario electoral se estableció como un plano discursivo 
donde  las  ideologías  de  izquierda  consiguen  articular  identidades  y  discursos 
que movilizan a actores diversos.    
En  este  contexto  el  BID  y  la  CEPAL  producen,  bajo  el  concepto  pos-
neoliberalismo, una agenda de políticas públicas para mitigar las consecuencias 
sociales  de  la  liberalización  del  mercado  y  la  apertura  a  la  economía  (Betto, 
2011,  p.  154).  Dentro  de  este  referente  los  gobiernos  pos-neoliberales 
desarrollaron  programas  de  integración  en  el  consumo,  ascensión  social, 
satisfacción de necesidades de habitad y acceso a la salud y la educación. Una 
agenda que tuvo su centro en la lucha contra la desigualdad social, identificando 
en  la  reducción  de  la  pobreza,  el  ejercicio  fundamental  de  rectificación  de  la 
crisis social. En la región más desigual del planeta, tal orientación mantiene una 
capacidad  de  disrupción,  transformación  social  y  política  que  impugna  las 
explotaciones  laborales,  comunicativas,  políticas,  culturales,  raciales  y 
coloniales.  
No  obstante,  este  esfuerzo  redistributivo  se  encauso  dentro  de  un 
pragmatismo que limita la acción política, al operar dentro de los marcos de los 
dispositivos  de  poder-saber  que  sostienen  el  régimen  de  verdad  neoliberal 
(Romano, 2018, p. 76). Los gobiernos pos-neoliberales asumen los parámetros 
de austeridad, frugalidad en el gasto, metas de inflación, independencia de los 
bancos centrales, control del déficit fiscal, que son medios del disciplinamiento 
económico neoliberal. Por lo tanto, enfrentan la presión mediática y política de 
los  grupos  financieros  trasnacionales  y  las  exigencias  del  bloque  electoral 
construido por ampliar las medidas redistributivas. 
Por  otra  parte,  estas  estructuras  hacen  parte  del  marco  que  la 
gubernamentalidad  produce  al  disciplinar  a  los  individuos  en  la  defensa  la 
libertad  económica  como  valor  supremo  (Dobelli,  2018).    Los  individuos 
neoliberales  se  encuentran  dentro  de  una  grade  racional  donde  toda  acción 
estatal es contraria a la libertad de capitalización individual. Por ello, aspirar a 
que la gobernanza económica sea premiada con la adhesión electoral, desconoce 
los medios excepcionales en los que se produce el sentido común. Las políticas 
de aumento de salarios mínimos, gasto público, derechos laborales, aumento de 
disponibilidad del crédito para el consumo, se asientan en una axiología donde 
el  individuo  las  significa  como  conquistas  meritocráticas  propias.  La