Mendez, J.; Chávez, M. Revista de Filosofía Vol. 41, Nº107, 2024-1, (Ene-Mar) pp. 80-100                          87 
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela. ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598 
 Es por este motivo que la semiótica de la cultura nos ayuda a comprender cómo se 
produce  la  significación  dentro  de  ella  y  cómo,  los  diferentes  elementos  culturales, 
interactúan  entre sí;  esta  perspectiva nos permite analizar  a  la cultura como un sistema 
dinámico y de constante cambio.  La teoría de la semiosfera de Lotman (1996) evidencia su 
postura  frente  a  los  fenómenos  culturales,  que  establece  una  clara  distinción  entre  el 
mundo  natural  y  el  creado  por  el  hombre,  lo  que  reproduce  la  antigua  dicotomía  entre 
naturaleza y cultura (Hernández, 2008). 
Si bien, la semiosfera tiene su origen en el contexto cultural, también depende de la 
realidad no significante, opuesta a su naturaleza, para realizar procesos de interpretación y 
traducción  de  mensajes,  así  como  la  conversión  de  no-textos  en  textos  culturales.  Este 
conjunto  de  formaciones  sígnicas  se  puede  conceptualizar  como  un  espacio  semiótico 
abstracto,  delimitado  e irregular,  que  precede a  cualquier  lenguaje  particular,  ya  que  es 
una condición sine qua non para su existencia (Hernández, 2008). 
 
Yuri  Lotman  identifica  dos  características  distintivas  de  la  semiosfera:  en  primer 
lugar,  su  carácter  delimitado,  que  la  diferencia  de  los  sistemas  alosemióticos  o 
extrasemióticos; en segundo lugar, la frontera semiótica, un mecanismo de traducción que 
codifica los mensajes de acuerdo con los diferentes lenguajes que albergan los textos, tanto 
culturales  como  no  culturales,  actuando  como  un  filtro  intercultural  bilingüe  para  la 
traducción selectiva (Hernández, 2008). 
 
El  semiólogo  ruso  distingue  entre  texto  y  cultura,  considerando  toda  producción 
cultural  como  textual  y  subrayando  la  importancia  de  la  diversidad  lingüística  en  la 
cultura; constituyéndose esta como un sistema de textos jerárquicamente organizados que 
transmiten información y diferencias culturales, siendo inseparable su estructura interna 
de sus relaciones externas. 
 
De  tal  manera,  la  cultura,  para  este  lingüista,  es  un  dispositivo  simbólico  de 
memoria  colectiva  que  organiza  y  transmite  información  concerniente  a  este  campo.  El 
texto, en su enfoque, necesita una doble codificación y es modelado principalmente por la 
lengua natural, siendo la cultura una síntesis de múltiples textos. Pare ello, Lotman destaca 
tres  funciones  básicas  del  texto:  mnemónica,  comunicativa  y  creativa;  estas  conectan  el 
texto  con  la  memoria  cultural  y  la  semiosfera,  que  representa  la  cultura  de  todas  las 
culturas;  de  este  modo,  la  cultura  y  la  semiosfera  se  forman  a  partir  de  textos  que 
transmiten, transforman y generan nuevos mensajes, enlazando la memoria de la cultura 
con su expresión simbólica (Hernández, 2008). 
 
Las funciones del texto, según el autor de La semiosfera, van más allá de la simple 
transmisión de información;  es un ente dotado de pensamiento, interactúa con diversos 
agentes del ámbito comunicativo en cinco "tratos" que revelan su capacidad informativa, 
transformadora  y  creativa.  En  el  trato  con  el  destinador/destinatario,  el  texto  funciona 
como  mensaje  codificado  y  decodificado;  con  el  auditorio/tradición  cultural,  actualiza  y 
olvida información, actuando como memoria cultural colectiva; en cuanto a la dimensión 
lector/consigo  mismo,  reestructura  la  personalidad  del  lector;  mientras  que,  como 
interlocutor, el texto adquiere libertad y autonomía para dialogar con el lector. Finalmente,