Ávila, E. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 613 - 630                                                                                    620 
 
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esfera  estética  diferenciada  de  otras  esferas  económicas,  sociales,  religiosas,  políticas” 
(p.122). Este “paradigma estético” no es de ningún modo pasivo, por contrario, es reactivo. 
En él se hacen enfáticas las relaciones estético-éticas, lo cual se enfoca en los “procesos de 
creación” o la producción como procesos creativos.  
 
Este paradigma en mención sostiene la idea de una estética en relación intrínseca 
con  la  ética,  aquello  mismo  que  Schérer  ha  denominado  estética  pasional.  “Este  nuevo 
paradigma estético reside en la aptitud de estos procesos de creación para autoafirmarse 
como foco existencial, como maquina autopoietica” (Guattari, 1996, p. 130). Los procesos 
creativos o de creación no se proyectarán a partir de un eje único, ni concentrados “en un 
hipotético sujeto”, haciendo  referencia  a  un  “paradigma  estético  procesual”, sino  en  una 
producción  o  creación  en  curso,  en  desarrollo,  en  devenir.  Se  trata  de  un  paradigma 
estético que posibilita una transversalidad que conectada a la acción política, a los procesos 
de  creación  estético-éticos  y,  a  su  vez,  una  apertura  de  la  multiplicidad  en  su  forma 
heterogénetica, debido a que no hay un punto o eje único de producción creativa u origen.  
 
Del  mismo  modo,  María  Noel  Lapoujade,  en  un  artículo  titulado  La  filosofía  de 
René  Scherer  en  Pari  sur l’impossible  (1993),  en referencia  a  René  Schérer,  afirma  que 
Schérer “descubre un ser ético-estético esencial” y lo hace “precisamente en la consecución 
de una existencia  ético-estética en que  el  hombre  puede conquistarse como humano, en 
una unidad universal, de todo con todo” (p. 151). Es decir, “para Schérer, la estética y la 
ética  se  imbrican  en  una  unidad  dinámica”  (p.  154).  Schérer  (1989)  ratifica  esto  en  la 
siguiente formula: “‘ir a lo bello por la vía de lo bueno’, ‘ir a lo bueno por la vía de lo bello’. 
La virtud es estética y la estética es virtuosa” (p. 190). 
 
El propósito principal que persigue la estética en Schérer es incorporarse en la vida 
como  otro  modo  de  ser  en  el  mundo,  no  poblando  la  Tierra,  sino  habitándola 
(horizontalidad), construir creando la vida. Entendida así la estética, se posibilitan “modos 
de  ser”  que  estén  dispuestos  al  cambio,  a  la  apertura  sensible  en  el  mundo  y  a  las 
relaciones libre de jerarquías. Esta estética no es englobante, ella no concentra la vida en 
una única figura de representación. La estética en Schérer es aquella de la multiplicidad, de 
la diversidad, de la diferencia, de lo imprevisible, de lo indeterminado y, sobre todo, es una 
estética del detalle y de la singularidad, una estética del movimiento y particularmente una 
estética atómica.  
 
La  estética  pasional  está  compuesta  de  momentos  de  estetización  en 
desplazamiento. Por ello, afirma Schérer  y Hocquenghem en L’âme atomique: “nosotros 
retomamos  un  movimiento  estético  inacabado,  en  cada  uno  de  sus  momentos,  que  no 
forman simples estadios estructurales” (Schérer y Hocquenghem, 1986, p. 301). No hay, 
por  tanto,  periodos  ni  tiempos  definidos  en  la  estética,  se  trata  de  unas  categorías  que 
hacen parte de un movimiento que es “transhistórico” (Schérer, 1986), que permanecen de 
manera  intempestiva,  como  por  ejemplo  lo  “barroco”  (Schérer,  1986).  Este  “juego 
atractivo”, en términos de Fourier, trae como resultado la creación de nuevos modos de ser 
y debido a que las formas que organizan las pasiones son distintas en cada viviente, se da