Arellano, C., Preciado, A., Díaz, M. Revista de Filosofía, Nº 99, 2021-3, pp. 241 - 257                                    256 
 
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sociales —modas, costumbres, movimientos— producen un sentimiento de impotencia en 
las  personas  que  intentan  cambiarlos  o  evitarlos.  Los  adolescentes  nacen  —y  son 
determinados— por una sociedad que tiene unas características específicas: individualista, 
tutelada,  hedónica,  con  muchas  posibilidades,  competitiva,  consumista,  desilusionada, 
liberada, heterogénea, con problemas de identidad. 
 
Estos factores inciden negativamente en la toma de decisiones de los adolescentes 
sobre su cuerpo; por lo tanto, las instituciones como la escuela, los centros de salud, los 
centros de planificación familiar, deben agotar los mecanismos para orientar la salud sexual 
de  los  adolescentes.  Es  un  trabajo  educativo  mancomunado,  puesto  que  la  educación 
codifica la existencia humana. En este proceso, a través de distintos estímulos sociales y 
educativos,  los adolescentes,  han pasado a construirse socialmente como un mercado, como 
una “etapa” inmanente y cerrada sobre sí misma, abandonada, en cierto modo, a su suerte, 
más allá de toda trascendencia de todo referente exterior y/o de futuro. 
 
A esto se suma la violencia, el embarazo precoz, la presión social, entre otros aspectos 
que determinan la realidad social circundante, donde los adolescentes deben dar paso a dar 
paso a nuevos aprendizajes y a nuevos códigos sociales que se manifiestan en la convivencia, 
producto  del  embarazo  no  planificado.  Esto  altera  el  orden  personal  y  subjetivo,  las 
codificaciones existenciales de la niñez desaparecen, modificando el conjunto de reglas que 
rigen las relaciones entre individuos.  
 
La  configuración  de  una  nueva  identidad  entra  en  conflicto  con  la  existencia 
individual.  Usando,  desde  posturas  psicoanalíticas,  la  identificación  proyectiva  para  dar 
sentido  a  cambios  de  comportamientos  asociados  a  la  paternidad.  De  igual  forma,  se 
adquieren  roles  violentos  para  lidiar  con  la  ansiedad  de  la  pérdida  de  identidad.  Esta 
realidad involucra conductas específicas frente a la concepción y la vida; origina dilemas 
éticos, morales, ontológicos, axiológicos, existenciales y psicológicos, dado que el embarazo 
precoz neutraliza los nexos de dependencia familiar de los adolescentes.  
 
Este hecho lleva a abordar el tema de la dignidad de la persona. El embarazo precoz 
conduce a alterar el orden en las formas de vida social y en las dinámicas familiares. De allí 
que el conocimiento  y  la  aceptación de  los adolescentes  de  los anticonceptivos orales de 
emergencia, debe estar al margen de creencias y actitudes sexistas, religiosas o culturales. 
De  esta  forma,  la  integridad  física  y  psíquica  de  las  personas  se  convierte  en  un  asunto 
prioritario.  Esto  significa  que  estamos  en  contra  de  asignarle  al  adolescente  un  estado 
permanente  de  incertidumbre en  tanto  debe  hacer  frente  a  sus  necesidades sexuales.  El 
modelado familiar, la influencia de medios de comunicación, los valores y comportamientos 
que se dan en el seno de contextos sociales deprimidos, la violencia estructural de la propia 
sociedad, entre otros aspectos, contribuyen en el desarrollo social del adolescente.  
 
Consideraciones finales