diversidad cultural. Compartimos similar historia de conquista y colonización, de despojo de 
sus elementos de identidad cultural, así como de la sustitución paulatina de sus lenguas por el 
español; primero a través de la iglesia, luego a través de la escuela. 
Los indígenas tienen siglos pidiendo auxilio de muchas formas. Uno de sus gritos es por la 
educación, otro por las tierras que por derecho les corresponden, por participación política, 
entre muchos. Llorent (2002), en sus investigaciones, apunta que la educación es el mejor 
baluarte  para  luchar  por  los  derechos  de  todos  y  cada  uno  de  los  ciudadanos  evitando  y 
persiguiendo la discriminación. 
En  un  mundo  caracterizado  por  la  creciente  profundización  de  las  diferencias  sociales, 
económicas, culturales, se espera mucho de la escuela y del docente para que afronte los nuevos 
retos, señalan Delgado y Boza (2010). De hecho, creen en la formación del profesorado a fin 
de  cualificarlo  a  través  del  desarrollo  de  competencias,  para  así  responder  a  las  nuevas 
realidades educativas que emergen como consecuencia de la aceleración del cambio social. 
Numerosas investigaciones destacan el papel del docente intercultural, definiendo el perfil ideal 
que debe reunir para responder a las demandas sociales. 
El boliviano Ipiña (1997), está convencido de que deben existir ciertas condiciones para que 
la  educación  intercultural  en  Iberoamérica  tenga  futuro.  Una  de  ellas  es  que  las  políticas 
culturales, económicas  y sociales sean verdaderamente interculturales para  reconocer a los 
pueblos  originarios.  Por  esa  razón,  plantea  las  condiciones  y  el  perfil  de  un  educador 
intercultural con actitudes esenciales como su compromiso con las causas de su pueblo, la 
tolerancia activa y la apertura al mundo. 
Considero que las políticas educativas que se orienten a la atención de la población indígena 
y afrodescendiente, deben perseguir una educación de calidad conectada con las necesidades 
de la sociedad del siglo XXI, que sea crítica de lo hecho hasta el momento para que reflexione 
sobre las acciones a seguir para llegar a la verdadera educación intercultural. Comparto con 
Louzano  (2011)  su  idea  de  educación  intercultural  vista  como  el  “conjunto  de  acciones y