campamentos, entre otros, por el sentido hedonístico que los caracteriza, lo que les hace oponerse 
al  aburrimiento  cotidiano  generado  por  la  situación  escolar,  según  la  edad  y  las  condiciones 
sociales.  Por  lo  tanto,  refiere  Acosta  (2016),  pedagógicamente  esta  realidad  compensa  la 
característica rutinaria de la actividad diaria, por lo cual su significado y existencia depende de 
ese aburrimiento previo, siendo su expresión práctica casi exclusiva el juego. Mediante ello se 
logrará que la escuela se torne divertida y los alumnos no se aburran, entonces se podría señalar 
que la recreación puede ser esa esencia que define el aprendizaje. 
Consecuentemente con lo anterior señalado, Waichman (2016), hace énfasis que si el sistema 
educativo le diera una mayor importancia a la recreación, se estaría frente a un alumno como ser 
humano íntegro y participativo en un mundo caracterizado por el cambio, entonces lo recreativo 
dejaría de ser un territorio exclusivo del tiempo libre para incorporarse a todo el tiempo real, todo 
aquello que fuese entretenido para el alumno, cualquiera sea el ámbito donde se desarrolle, bien 
sea    desde  una  visión  pedagógica  o  como  óptica  del  subsistema  de  la  educación  no  formal, 
apoyado en   métodos específicos y precisos de  docentes especializados. 
La recreación. Una estrategia de aprendizaje 
En relación  con  la utilización de  la  recreación  como  una estrategia de  aprendizaje, Acosta 
(2016) considera que al darle al juego un valor relevante en este nivel escolar, todas aquellas 
actividades tendientes a proporcionar al alumno medios de expresión de profundo interés, busca 
su espontánea satisfacción con las características de ser constructiva para el mejor uso del tiempo 
libre  y  recuperador  de  la  vitalidad.  Pudiéndose  decir  entonces,  que  la  recreación a  este  nivel 
escolar no constituye un lujo para el alumno, sino una necesidad, por no ser algo de lo cual el 
niño solamente gusta, sino de lo cual precisa para crecer y lograr el camino hacia la edad adulta. 
Por lo tanto, cualquier práctica escolar (Roque, Álvarez y Rodríguez, 2017), puede convertirse 
en una actividad de recreación, si está orientada bajo criterios de sostenibilidad, como disciplina, 
usada  durante las prácticas escolares, donde por su naturaleza enriquecen las bases sociales y