von Frisch y Fernández-Morán
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ANARTIA
Publicación del Museo de Biología de la Universidad del Zulia
ISSN 1315-642X (impresa) / ISSN 2665-0347 (digital)
https://doi.org/10.5281/zenodo.16502301 / Anartia, 40 (junio 2025): 39-42
Las abejas de Karl von Frisch en la obra de Humberto
Fernández-Morán1
Karl von Frisch’s bees in the work of Humberto Fernández-Morán
Gloria G. Carvalho Kassar
Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Telecomunicaciones, CENDIT.
Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, Complejo Tecnológico Simón Rodríguez. La Carlota, 1071, Caracas, Venezuela.
orcid.org/0009-0006-7082-6600
Correspondencia: carvalhokassar@gmail.com
(Recibido: 19-05-2025 / Aceptado: 20-05-2025 / En línea: 31-07-2025)
Medicina Tropical, al papel que desempeñan los virus y
los insectos, y contribuyeron a modelar formas que habían
comenzado en Europa con Karl von Frisch, que me había
ayudado a desarrollar mi dirección con su estudio sobre
la visión de las abejas y centralizó mi interés sobre el
cerebro del insecto. Asimismo, mi regreso renovó mi amor
por Latinoamérica y aumentó mi sentido de deuda para
Venezuela.
H. Fernández-Morán
* El presente ensayo, con modicaciones menores para ajustarlo al formato editorial de esta revista ha sido seleccionado por los editores de Anartia
para su publicación en este número, con el debido consentimiento de su autora. Apareció por primera vez como parte de la obra: Carvalho Kassar,
Gloria G. 2025. Descubrir lo invisible. Humberto Fernández-Morán, el tecnólogo atómico. Colección Venezuela Investiga. Caracas: Ministerio del
Poder Popular para Ciencia y Tecnología / Fondo Editorial MINCYT / FONACIT / Instituto Municipal de Publicaciones, 320 pp. + [iv].
Para entender el legado de Humberto Fernández-Morán
(Maracaibo, 1924 - Estocolmo, 1999), hay que adentrarse
en su entorno de inspiración, sus mentores, el contexto
histórico-político y sus intereses. Se codeaba no sólo con
pares venezolanos de Albert Einstein (1879-1955), como
lo fueron el lósofo pacista y naturista Carlos Brandt
(1875-1964) y el prominente matemático y astrónomo
Francisco José Duarte (1883-1972), sino también con los
más notables físicos de la época, como Manne Siegbahn
(1886-1978), Premio Nobel por la espectroscopia de rayos
X, y Lise Meitner (1878-1968), descubridora de la sión
nuclear, ambos mentores de Fernández-Morán durante su
prolongada estadía en Suecia. Serán muchos otros los pre-
mios Nobel con los que interactuará como pares durante
Humberto Fernández-Morán (1924-1999), cientíco y tecnólo-
go venezolano. Retrato hecho en New York, EEUU, 1940. Fuen-
te: archivo familiar Fernández-Morán, Maracaibo.
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su vida, pero en esta oportunidad hablaremos de la pasión
de Fernández-Morán por los insectos, la motivación y la
relación con el resto de sus estudios. Allí aparece Karl von
Frisch (1886-1982).
Este ensayo revierte especial importancia, ya que quie-
nes han pretendido ocultar el legado de Fernández-Morán,
han usado sus estudios sobre abejas para intentar ridiculizar
los intereses del genio zuliano. Karl Ritter von Frisch era el
encargado del Instituto de Zoología de la Universidad de
Múnich cuando llegó el joven Humberto a estudiar Física
en esa universidad, selección que luego cambiaría por Me-
dicina. Karl había estudiado Zoología en la Universidad
de Múnich y, luego de completar sus estudios superiores
en otras universidades europeas, volvió para ser asistente
de su profesor Richard Hertwig (1850-1937), uno de los
botánicos y zoólogos más reconocidos de la época. Karl
von Frisch sería profesor de nuestro Humberto en la cá-
tedra Anatomía Comparada, como uno de los pioneros
de la “etología, es decir, el estudio del comportamiento de
los animales. De más de cien especies que mantenía bajo
observación, menos de diez eran mamíferos. Destacaba su
especial interés por los insectos.
Aunque las ideas de von Frisch en esa época no eran
comprendidas y muchos lo tildaban de “loco, despertó
con timidez la curiosidad de HFM, quien lo incluiría en
su categoría personal de “locos geniales. El profesor Karl
le hablaba de la importancia de los insectos para la vida,
estudiaba el lenguaje de las abejas, de cómo girar, inclinar-
se, zumbar y batir las alas constituían una forma de comu-
nicación precisa e inequívoca, que les permitía informar a
sus compañeras la ubicación del alimento. El profesor Karl
aseguraba que existían pequeñas variaciones de este len-
guaje, como “dialectos” entre colmena y colmena. Muchos
de sus pares cientícos aseguraban que eso era “imposible”,
dado los “diminutos cerebros de estos insectos”, y estas crí-
ticas, precisamente en la cátedra de Anatomía Comparada,
sembrarían el interés del joven Humberto por las similitu-
des o diferencias del cerebro y el ojo humano.
Y es que el profesor Karl inculcaba a sus estudiantes,
sobre todo, el valor de la observación y la paciencia en la
investigación cientíca: “Descubrí que los mundos mila-
grosos pueden revelarse a un observador paciente donde el
transeúnte casual no ve nada en absoluto.
Otras aseveraciones del “loco genial” tenían que ver con
la visión de estos insectos:
“Las abejas pueden diferenciar no solo entre ores y
paisajes, sino incluso rostros humanos, demostrando una
notable capacidad para procesar información visual com-
pleja.
En pleno auge de las disertaciones sobre campos elec-
tromagnéticos y luz (mecánica cuántica), el profesor von
Frisch aseguraba que esos diminutos seres eran capaces de
percibir los campos electromagnéticos de la Tierra y ade-
más usar la polarización de la luz del Sol como mecanismo
de orientación. Por tanto, las abejas podían enseñarnos una
parte de la física desconocida hasta ese momento. Nuestro
joven Humberto creyó con admiración esas palabras y lle-
gó a expresar que von Frisch “me había ayudado a desarro-
llar mi dirección con su estudio sobre la visión de las abejas
y centralizó mi interés sobre el cerebro del insecto, como
citamos al inicio de esta sección.
Son varias las menciones al profesor Karl von Frisch
y a sus textos dentro de los trabajos y en los discursos de
Fernández-Morán, con particular importancia la del li-
Karl von Frisch (1886-1982) recibió el Premio Nobel de Fi-
siología y Medicina en 1973 por sus estudios sobre el compor-
tamiento de las abejas. Compartió el galardón con otros dos
notables etólogos, Konrad Lorenz (1903-1989) y Nikolaas Tim-
bergen (1907-1988). Dominio público. Fuente: DIGIPOR-
TA Digitales Porträtarchiv. http://www.digiporta.net/index.
php?id=763897247
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Comunicación de Albert Einstein en la cual expresa su opinión acerca de las investigaciones de von Frisch y su relación con las bases
de la física. Fuente: Dyer, A. G., A. D. Greentree, J. E. Garcia, E. Dyer, S. R. Howard & F. G. Barth. 2021. Einstein, von Frisch and the
honeybee: A historical letter comes to light. Journal of Comparative Phisiology A 207: 449-446.
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bro Bees: eir vision, chemical senses and language (1950.
Ithaca, New York, Cornell University Press, 119 pp.)
La tecnología de la época no permitía la observación
precisa de material biológico, ya que se requería, en pri-
mer lugar, cortes ultradelgados de muestras que no esta-
ban disponibles para la época, pero también evitar que
los haces de electrones de los microscopios electrónicos
cocinaran” las muestras. Entonces, con la paciencia que
le inculcó el profesor von Frisch, a nuestro Humberto le
tomarían cerca de 10 años (desde que fue estudiante de
von Frisch) desarrollar el ultramicrotomo para hacer cor-
tes hiperdelgados y la criomicroscopía electrónica, incor-
porando la congelación a las muestras para someterlas a
microscopía electrónica. Es así como nalmente, entre
los años 1954 y 1958, estando en Venezuela, el sabio ve-
nezolano logra imágenes de alta resolución del cerebro
y los ojos de las abejas, que compartiría con su mentor
para interpretarlas. Estos resultados serían publicados en
la revista Nature, con referencia explícita a von Frisch en
1956, bajo el título: Fine structure of the insect retinula as
revealed by electronic microscopy (Fernández-Morán, H.
1956. Nature 177: 742-743).
Y es que hasta Albert Einstein se había pronunciado so-
bre la teoría de Karl von Frisch, tal y como se lee en la ima-
gen de la carta rmada por él en 1949. Como buen sabio,
indicaba que algún día la mayor comprensión del sistema
de navegación de las aves podía explicar procesos físicos
desconocidos hasta ese momento.
Finalmente, en 1973 Karl von Frisch recibe el Premio
Nobel de Fisiología y Medicina por sus estudios de las “dan-
zas de las abejas. Más de cuarenta años debieron pasar para
darle la razón. Hoy día se reconoce a las abejas como indi-
cadores de la salud de los ecosistemas, además de seres extre-
madamente sensibles a la “contaminación electromagnética.
Por su parte, los estudios de Fernández-Morán sobre las
formas holográcas mediante las cuales el cerebro humano
almacena la información, serían similares a los mecanismos
de interpretación de las abejas de la luz polarizada, con di-
recta relación a “los microcristales” del cerebro de ambas
especies. Tal vez falten aún algunos años para comprender
el alcance de la obra de Humberto Fernández-Morán. Por
ahora, podemos decir que en 2017 se entregó el Premio
Nobel por el desarrollo de la criomicroscopía electrónica.
El veredicto reconoce que la técnica es originaria de Hum-
berto Fernández-Morán en los años 1950.
Mientras se grababa un video documental por el cente-
nario de Fernández-Morán, uno de sus cronistas mencionó
que “de niño recogía insectos y los lanzaba a su hermano
Tito para asustarlo. Humberto conoció a Karl von Frisch
entre los 16 y 17 años, no había pasado mucho tiempo des-
de esas travesuras…
Esta validación de los vínculos con Karol von Frisch y
los insectos reveló otro personaje: Gunnar Svaetichin, el
compañero de investigación de Fernández-Morán, que en
Venezuela desarrollaría los mecanismos de prueba para es-
tudiar los ojos de los insectos.