
Recensión: Serpientes de Costa Rica
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habla del origen y evolución de las serpientes y sus venenos. 
Sigue, ya por el autor principal, un capítulo sobre anato-
mía y morfología, que presenta de manera bastante simple, 
datos a tener en cuenta pero que en un libro de esta en-
vergadura, habría ameritado un poco más de profundidad. 
Prosigue con una sucinta explicación de la biogeografía de 
las serpientes de Costa Rica, y tras ella, una lista sistemática 
de los odios presentes en el país, organizada por familias.
Después el autor explica cómo usar el libro y la manera 
en que se realizan las descripciones de familias, géneros y 
especies. Para cada especie se ofrecen diferentes secciones, 
como una descripción, hábitos y comportamiento, alimen-
tación, reproducción, abundancia, distribución y hábitat, 
y se hace una comparación con especies similares. Sigue 
un capítulo de biología general, el origen de las serpientes 
y características de los órganos sensoriales (algo breve) y 
locomoción (que ameritaría también algo más de dedica-
ción), comportamiento (fascinante tema al que se podría 
dedicar un capítulo entero, no sólo una página), el hábitat 
y patrones de actividad (bastante simple), alimentación, 
reproducción, tamaño y dimorsmo, defensa y depreda-
dores (bastante completa y con fotos ilustrando diferentes 
eventos de depredación a odios). Lo mismo ocurre con 
el subcapítulo sobre serpientes imitadoras y su signicado 
biológico, el cual parece más un resumen que un texto de-
sarrollado.
El siguiente capítulo, trata sobre los envenenamientos 
por mordeduras de serpientes en Costa Rica, el cual está 
a cargo del segundo invitado, José María Gutiérrez, inves-
tigador del Instituto Clodomiro Picado, y que debería ser 
lectura obligatoria, para todas aquellas personas interesa-
das seriamente en las serpientes.
Tras este preámbulo, tan necesario como obligato-
rio, comienza el tratamiento de las especies por familia. 
Las primeras son Anomalepididae, Leptotyphlopidae y 
Typhlopidae, todas muy parecidas externamente, por lo 
que su diferenciación se ofrece mediante el uso de una 
clave dicotómica. Las Boidae son tratadas extensamente, 
con excelentes fotos y datos novedosos sobre alimentación 
y comportamiento. Corallus ruschenbergerii, sin embargo, 
es dictaminada como presente sólo en el Pacíco Central 
y hasta 500 m de altitud, cuando en realidad la especie se 
distribuye tanto en el Pacíco Central y Sur, con registros 
hasta 700 m (Savage 2002 y datos propios). Solórzano 
asigna el género Ungaliophis a la familia Charinidae. Si 
bien la ubicación de Ungaliophis a dicha familia podría ser 
un tema de debate (versus Boidae), la manera correcta de 
escribirse sería Charinaidae (ICZN 2020). Algunos deta-
lles poco signicativos que podrían deberse a lapsi, son por 
ejemplo, que en la página 613 se menciona la pertenencia 
de Sibon longienis, a dos grupos del género: S. annulatus 
y S. argus. Por otra parte, Tropidodipsas sartorii fue transfe-
rida al género Geophis (Grūnwald et al. 2021). La distribu-
ción de Xenodon angustirostris es solo centroamericana y 
del noroeste de Suramérica al oeste de los Andes (siguien-
do a Myers & McDowell 2014), no incluyendo países su-
ramericanos al este de los Andes, donde se distribuye la 
especie vicariante X. rhabdocephalus.
Y así son casi todos los tratamientos de especies, bas-
tante completos en su mayoría, sucientes para recono-
cer la especie en cuestión, y con buenas y variadas fotos. 
Las claves dicotómicas suelen ser apropiadas, con alguna 
excepción como la de Dipsas, en la que no se distingue 
bien entre D. articulata –que tiene dos a cuatro pares de 
escudos geneiales– y D. bicolor –que posee dos (dentro 
de la variación de articulata, por lo que no es un carácter 
útil)–; la de Rhadinaea, donde el único carácter para dis-
tinguirla de las demás especies, el vientre usualmente rojo 
o anaranjadoen R. decorata, cuando se conocen con vien-
tre amarillo y blanco; y la de Leptodeira (ver más abajo). 
El tratamiento de Hydrophis platurus es extenso y se nota 
que es una de las especies a las que Solórzano ha dedica-
do más tiempo, tanto en la calidad del texto como en la 
gran variabilidad que muestran las fotografías. Sin embar-
go, el autor no considera H. platurus xanthos, subespecie 
descrita para la población del Golfo Dulce (Bessesen & 
Galbreath 2017), pese a que su descripción es un acto de 
nomenclatura válido. Solórzano, quien trabajó con esta 
población por muchos años, había llegado a la misma 
conclusión mucho tiempo antes, aunque los autores arri-
ba mencionados, en un acto poco transparente o antiético 
decidieron describirla antes que él, sin realizar un estudio 
en conjunto o colaborativo, que hubiese sido lo más pro-
fesional y deseable.
El apartado “Especies similares” podría resolver las du-
das que genera, ya que sólo menciona las especies a las que 
se parece cada uno de los taxones, pero no cómo distin-
guirlos. Algunos olvidos importantes, como por ejemplo, 
no mencionar que los juveniles de Clelia clelia y C. scytali-
na, se asemejan sobremanera a Pseudoboa neuwiedii.
En general, este es un libro bastante completo, que de-
bería estar en bibliotecas institucionales y ser asequible a las 
personas interesadas no sólo en herpetología, sino en la na-
turaleza en general. La selección de fotografías es amplia y 
diversa. Si algo se echa en falta, como ya se ha mencionado, 
es un tratamiento algo más profundo de temas fascinantes 
que sólo son abordados tangencialmente, como el origen 
de las serpientes y características físicas generales, los ór-
ganos sensoriales y la locomoción, el comportamiento, la 
adaptación a diferentes hábitats y la actividad, la alimenta-
ción, la reproducción, el tamaño o talla y el dimorsmo se-
xual, así como los aspectos comportamentales inherentes a