
Pérez-Hernández
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llmeier (Pancho Gómez), Miguel Madriz y Miguel Len-
tino, todos pertenecientes al Museo de Historia Natural 
La Salle. Estos estudiantes junto con otros que procedían 
del mismo museo eran excelentes taxónomos de los dife-
rentes grupos de vertebrados, resultando siempre muy bue-
nos alumnos, entre estos Alfredo Paolillo. De esta forma, 
contando con su invaluable ayuda, a los pocos días, ya tenía 
ordenada esta colección y a mí solo me quedaba hacer lo 
más tedioso, el inventario de cada uno de los ejemplares. 
Para comprender mejor cómo funcionaban las colecciones 
de museos, mis estudiantes me animaron para que trabajara 
por las noches en las colecciones del Museo de Historia Na-
tural La Salle. Durante casi seis meses trabajaba durante el 
día en la colección del museo y por las noches en las colec-
ciones del Museo de Historia Natural La Salle. Todo esto, 
empezaba a resultar agotador y monótono, así que después 
de medio año abandoné las visitas nocturnas a La Salle.
A esta colaboración por los mencionados estudiantes 
se unió el profesor Edgardo Mondol, a quien conocía 
desde hacía varios años, cuando, siendo estudiante, tra-
bajaba con la profesora Roberta Bodini en Anatomía de 
Primates. Mondol se entusiasmó muchísimo, y al ver ese 
movimiento de estudiantes en el Museo, me sugirió que lo 
ayudara en el dictado del laboratorio de la materia Masto-
zoología. Esta colaboración se hizo tangible al año siguien-
te y a partir de ese momento, Mondol estuvo pendiente 
de las colecciones. A Mondol le asigné un espacio en el 
museo (dos armarios) exclusivamente para sus preparacio-
nes anatómicas.
En diciembre de 1975, abrieron un concurso de creden-
ciales, al cual me presenté y le gané al único candidato que 
competía por el cargo. Fue el último Consejo de Facultad 
de ese año. Al año siguiente, pasados pocos meses, regresó 
al IZT después de hacer su Doctorado en Inglaterra, Jesús 
Alberto León, y a los pocos días nos dieron la noticia que 
sería nombrado Director del IZT. Unos días después de 
tomar posesión ante la inminente jubilación del profesor 
Racenis, el nuevo director me designa Director o Encarga-
do del Museo. Ser director del Museo no contemplaba una 
remuneración extra, como tampoco la contempla en los 
actuales momentos. Así que empecé como encargado del 
MBUCV desde el segundo trimestre de 1976 hasta na-
les de 1978, cuando terminó el mandato de Jesús Alberto 
León como director del Instituto.
Además de mantener las colecciones originarias del mu-
seo, también era responsable de cuidar otras colecciones 
que no tenían mantenimiento, entre las que destacaba las 
colecciones de invertebrados. Esto requería una dedica-
ción en tiempo de la que no disponía, por lo que empezaba 
a ser urgente incorporar en esta actividad a otras personas 
interesadas en mantener dichas colecciones. En un primer 
momento empecé a entusiasmar a algunos alumnos para 
que trabajasen ad honorem en el museo. El primero de es-
tos estudiantes fue el Bachiller Luis Gorrín, un apasionado 
de los corales. En un principio, Gorrín se encargó de orde-
nar los corales haciendo un inventario y nuevas etiquetas 
de identicación. Gorrín estaba asesorado por la profesora 
Evelyn Zoppi de Roa y seguía el trabajo publicado por ella, 
sobre el estudio de los equinodermos de Venezuela (Zoppi 
de Roa 1967). El trabajo y la orientación de la profesora 
Zoppi fueron de vital ayuda para que Gorrín cumpliera 
con su trabajo ecazmente y lo realizara en poco tiempo. 
Gorrín mostró especial interés en incorporar a otros estu-
diantes que se ocupasen de otras colecciones. Sin embargo, 
sus intentos resultaron fallidos, ya que los estudiantes du-
raban poco tiempo. Sin embargo, al poco tiempo Gorrín 
entusiasmó a Jorge Limongi, un estudiante que había tra-
bajado con insectos y que se encargaría de la colección de 
chicharras que con mucho esmero había cuidado el profe-
sor Charles Ventrillon.
UN HOMENAJE AL PROFESOR CHARLES 
VENTRILLON
Un día se me acercó Jesús Alberto León y me dijo: “Aca-
bo de hablar con Francisco Mago, me pregunta si podemos 
mudar al profesor Charles Ventrillon (Fig. 5) a la ocina 
que Janis Racenis acaba de dejar, ya que necesitamos el 
espacio donde ahora está Ventrillon para utilizarlo como 
ocina y almacén de la revista Acta Biológica Venezuelica. 
Eso sí, deberás tener mucho tacto con el profesor Ventri-
llon porque es una persona muy estimada en el Instituto”. 
Yo le contesté que no había ningún tipo de problema: “No 
te preocupes, él fue mi profesor de Dibujo Biológico y 
cuando pasa por aquí siempre conversamos un buen rato”. 
Charles Ventrillon, uno de los fundadores del IZT, fue pin-
tor y profesor de dibujo en la Facultad de Arquitectura y 
dibujo biológico en la de Ciencias. Ventrillon llegó a pu-
blicar en 1973 un libro sobre este último tema (Ventrillon 
1973, Fig. 6) y la Galería de Arte Nacional publicaría un 
catálogo crítico sobre la obra de Ventrillon en sus recintos, 
incluyendo datos de interés biográco de este noble artista 
y pedagogo (Da Antonio 1980).
Días después se presentó en mi ocina, le expliqué la 
situación, le mostré dónde queríamos mudar su colección, 
sus herramientas de trabajo y su mesa de dibujo. Se quedó 
observando la ocina que había dejado Racenis, y me dijo 
tajantemente: “Aquí no caben mis cosas…” Yo no sabía que 
decir y después de pensar un poco le dije: “Pero fíjese en 
los grandes ventanales que tiene este espacio: aquí tendrá